Artista

Daniel Santoro

Nació en Buenos Aires, hijo de madre y padre calabreses en el barrio de Constitución en 1954. Egresó de la Escuela de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón. A comienzos de los '70 ya estaba en la Escuela Nacional de Bellas Artes y había comenzado a compartir sus inicios en el camino del arte con su militancia en el peronismo. Desde 1978 participó de treinta exposiciones colectivas y salones.

En 1982 entró a trabajar en el taller de escenografía del Teatro Colón, experiencia que va a ser esencial para la presentación posterior de muchos proyectos artísticos, como "Lecturas del Billiken" o "los Arcanos Porteños", incluyendo posteriormente sus enfoques del mundo peronista. Hacia fines de la década viaja a Singapur, invitado a exponer en la feria con motivo de los cien años de su Independencia. Allí presenta las tintas sobre el tango. Su serie de Gardel y los Samuráis tuvo un gran éxito, corroborado por las posteriores invitaciones para exponer en Oriente. Es en aquellos viajes donde se consolida el deseo del artista de aprender la escritura china. El aprendizaje del chino lo implicó a un modo de pensar radicalmente distinto al de cualquier lengua occidental, como también sus incursiones en el sánscrito, hebreo, la cábala, la cosmogonía china, Lao Tse y Confucio. Presentó diez exposiciones individuales. A través de viajes, estudios y exposiciones en Oriente, conoció la escritura china, así como tradiciones y filosofía oriental.

En varias de sus muestras confluyen la evocación de iconos de la cultura argentina peronista con notorios elementos de la cultura oriental. La teatralización de la política es un dato visual permanente en la obra de Santoro. Aparecen en su obra la iconografía religiosa (no sólo cristiana sino también oriental), el atiborramiento de signos, la sobrecarga simbólica en la que la estética y el léxico peronistas se vuelven un canon y un ritual: las fábricas humeantes, la radio como difusión de las ficciones y del Estado, la construcción de obra pública, el mundo escolar y la transmisión política del credo, la propaganda y el autobombo, la teatralización de la política, la entrada de Eva en la inmortalidad, el luto obligatorio, los souvenires peronistas, los grasitas y descamisados, el gorilismo, las traiciones, la violencia, el golpe del ‘55, la sangre derramada, la creación del mito y de la leyenda negra, etc.