Lunes del Paraninfo

La Pasión por el Litoral hecha música

Martes 19 de mayo de 2015 / Actualizado el jueves 21 de mayo de 2015

El cierre del clásico ciclo estuvo a cargo de Trío Cosa quienes fueron el grupo soporte del artista misionero Ramón Ayala. Una noche brillante que evocó ritmos de Latinoamérica y que reivindicó con grandes repertorios el amor por la música del litoral.

Música latinoamericana y de nuestro país fue la que resonó en la última gran noche de los Lunes del Paraninfo. Una jornada excepcional en la que compartieron escenario el grupo local Trío Cosa y el inigualable misionero Ramón Ayala que vino a presentar su último trabajo discográfico, “Cosechero”.

Como ocurrió en las otras dos jornadas previas del ciclo, las cámaras de En Vivo captaron cada momento de la noche para su transmisión en directo por el canal de la Universidad Nacional del Litoral en Youtube.

Música con sangre joven

De Latinoamérica a nuestra tierra. Así se propuso el repertorio de Trío Cosa conformado por Martín Testoni en saxo soprano y Álvaro Tejerina y Gaspar Macor en guitarras. El grupo local  inauguró la noche con una puesta excepcional de música instrumental.

Un arranque que evocó el ritmo colombiano con “Navidad negra” y que luego se trasladó a Venezuela e incursionó más tarde en ritmos boricuas que retomaron las melodías de Rubén Blas y Eddie Palmieri en una demostración impecable de lo que pueden dar los instrumentos en manos de grandes maestros de la música.

El sello de oro lo tuvo una reversión brillante de “Primavera Porteña”, de Astor Piazzola, que se coronó con un extensísimo aplauso del público. “Les agradecemos mucho porque esto nos ayuda para seguir luchando por nuestro trabajo”, expresó el saxofonista al público que demostró un afecto cercano entremezclado de ovaciones.

Una chacarera se apropió de la despedida de los tres jóvenes que incentivó al público a acompañar con palmas el cierre del comienzo de la última noche de Los Lunes del Paraninfo.  

Un correntino

Pico Núñez en el bandoneón, Mauricio Pérez en piano y Fernando Acevedo en guitarra fueron los encargados de pintar el escenario entero de música del litoral y preparar el terreno como quien lo hace para la cosecha. El clima y la calidez perfecta para la entrada del misionero Ramón Ayala que primero asomó su voz y luego puso cuerpo y alma para presentar el tema que da nombre a su más reciente producción discográfica, “Cosechero”.

Sujeto poseedor de un acento inigualable que lució la ambigüedad de pronunciar las eses intensamente, sin olvidar de arrastrar las erres. Así selló las primeras estrofas de “Posadeña linda”, a las que le siguieron los inolvidables “Arriero de peces”, “El mensú” y “Retrato de un pescador”.

“Hay que bailar, y librar los duendes del cuerpo”, ordenó el creador del Gualambao, un género que marcó su identidad musical influenciada por la confluencia de las fronteras de Brasil, Paraguay y Argentina. En una especie de curso acelerado de cómo bailar un doce por ocho, extendió la invitación al público para probar este novedoso ritmo al que una joven no se resistió y se atrevió a lucirse en el escenario junto al propio Ramón con “Canto al Río Uruguay”.

Hombre de sutiles movimientos escénicos, demostró la capacidad de generar climas de una intimidad colectiva única con una posición erguida mientras se apoderaba de la noche con música y humor, interpretación y piel, anécdotas y reflexión. “Creo que debería haber un artista en cada parte del mundo para rescatar la magia de la vida”, afirmaba sin titubear.

“Cuando estás permanentemente en tu tierra, el árbol te tapa el monte. Pero cuando estás alejado, tenés la capacidad de apreciar tu propio paisaje”, expresaba con sentimiento. Y así lo hizo a lo largo de todo su repertorio lleno de dibujadas canciones repletas de paisajes y anécdotas.

Un intenso “¡Gracias Ramón!” proveniente del público arrugó la cara del correntino con una gran sonrisa. “Nunca en mi vida he estado mejor que hoy. Este es un momento maravilloso que no se repetirá nunca jamás”, pronunció antes de bajarse del escenario para lucirse junto a una dama con “Danza del picaflor” sin soltar el micrófono. Un inolvidable chamamé que marcó el cierre de la noche y dio el envión necesario para que el público lo despidiera con un extenso aplauso de pie.

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