Debate

Posporno: activismo de género en el ámbito universitario

Jueves 2 de julio de 2015 / Actualizado el lunes 6 de julio de 2015

Un integrante del Programa Género se refirió al debate a partir de una performance que tuvo lugar en la UBA. La enmarcó en el activismo posporno, que pone en cuestión las relaciones de poder y las representaciones dominantes sobre la sexualidad.

Los medios de comunicación de todo el país y las redes sociales alimentan un debate complejo a partir de la performance “Pos porno”, que se realizó el miércoles en la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la UBA. Desde la convocatoria, sus organizadores habían anticipado que el posporno “se pasea por los pasillos de la facultad y va sexualizando todo a su alrededor. Una propuesta para ampliar el imaginario pornográfico y experimentar otras formas sexualizadas de habitar el espacio universitario". 

Desde el programa Estación que emite cada día FM 103.5 La X, se consultó a Emmanuel Theumer -integrante del Programa Género de la UNL- sobre esta polémica que trasciende el ámbito universitario. En primer lugar, Theumer consideró necesario encuadrar el nudo del debate, considerando que se trata de una performance convocada por la periodista Laura Milano (autora del libro Usina posporno), el performer posporno Milo Brown, la activista feminista Rosario Castelli y el grupo PostOp de España, referente del activismo posporno; y lo consideró necesario “como preámbulo a cualquier debate ético o moral sobre el cuerpo en el espacio público, y los límites de lo público y privado en un espacio como el universitario”.

Derivas críticas

En segundo término, Theumer precisó algunos ejes que es necesario tener en cuenta para comprender la intencionalidad de la performance, en el marco de vertientes dentro del campo de los estudios de Género: “el posporno es una deriva crítica de un debate muy fuerte que tuvo lugar en el feminismo, en la década de 1980. Es lo que se conoce como “la guerra de los sexos” que apuntaba a abolir la prostitución y la pornografía por entender que eran consecuencia del dominio patriarcal y sexista; y otra deriva más radical, porque entendía que la cuestión no era abogar por la prohibición, y entregarle en consecuencia más poder al Estado, sino generar contradicciones políticas, capaces de generar fisuras a la jerarquía visual con la que generalmente se insita a la representación pornográfica”. En ese punto consideró significativo que fue la primera de estas posturas la que “más caló en Argentina”, algo que se ha hecho evidente en los discursos que condenan la performance por considerarla denigrante para las mujeres. Frente a ello, Theumer fijó una posición clara: “el verdadero ejercicio crítico sería rastrear la fuerte alfabetización abolicionista que domina el feminismo en Argentina”. 

Cuerpo, sexualidad y poder

Por otra parte, el especialista marcó el hecho de que en la última década comenzó a desarrollarse la vertiente alternativa al abolicionismo, en sintonía con un movimiento que comenzó varios años antes en Francia, España y Estados Unidos, en particular en California: “a través de la performance se trata de poner en cuestión las representaciones dominantes de  la pornografía mainstream, que sí tienden a objetualizar a la mujer, desde una mirada masculina heterosexual, generando una crítica a esa jerarquía de la mirada y trayendo a escena ciertas prácticas sexuales y cuerpos no normativos que están excluidos en la escena del porno mainstream”. 

En esa línea, el activismo posporno también pone en juego “el lugar masivo que tiene la pornografía en nuestra cultura -que algunas teóricas definen como una ‘tecnología de producción de la sexualidad’- y considera la importancia que tiene en el control de los cuerpos y la producción de un deseo como normal”. A partir de ello, Theumer consideró que el debate que planteó la performance demuestra que “en buena medida se logró el objetivo porque lo que atraviesa este debate es precisamente la dimensión sexual de las relaciones de poder que tenemos increíblemente naturalizadas. El cuerpo desnudo en el hall universitario desmonta esas relaciones de poder con las que nos manejamos habitualmente, con las que convivimos y construimos códigos de convivencia. La fisura crítica ha desatado efectos en ese sentido; y más allá de que entiendo que ha sido re instrumentalizada para llevarla a internas partidarias, de gestiones, en principio estas cuestiones están presentes”.

Alianzas críticas

Otro aspecto saliente de su análisis fue enmarcar la presencia del grupo Post op en Argentina, en alianzas críticas que tienen lugar a nivel internacional para intervenir en un debate que comienza a plantearse en nuestro país sobre el estatuto político de la prostitución; y se vincula además a grupos de “diversidad funcional” -integrados por personas marcadas como discapacitadas- que comienzan a reclamar la figura de la “asistencia sexual” como un derecho. Al respecto, Theumer señaló que los activistas post porno y las trabajadoras sexuales organizadas coinciden en que “ponen en cuestión la moral sexual imperante, que condena a ciertas prácticas sexuales a la exclusión, la marginalidad social, a una suerte de afuera social, a un imposible público. Y eso no me parece un dato menor sobre el contexto en que tiene lugar esta performance”, finalizó.

Audio

  •  

    Emmanuel Theumer, integrante del Programa Género de la UNL.

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