Bienestar animal

La ciencia busca una mejor calidad de vida para los terneros

Martes 25 de septiembre de 2012 / Actualizado el martes 25 de septiembre de 2012

Investigadores de la UNL estudiaron la mejor manera de mantenerlos, ya que existe una alta tasa de mortalidad por las condiciones en que habitualmente se los cría en las denominadas “guacheras”.

Debido a la alta tasa de mortalidad de terneros que viven en los tambos, investigadores de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) estudiaron cuál es la mejor manera de crearles un ambiente óptimo.
Existe una disciplina, la del Bienestar Animal, que se ocupa de la calidad de vida de los animales y que puede tomarse desde el punto de vista científico, ético o de la legislación. “El primero nos permite cuantificar cómo se encuentra el animal, tomando parámetros de conducta, fisiológicos y de salud. Hay que tomar esos tres aspectos y no sólo el de salud, muy asociado con el trabajo de los veterinarios. La parte ética se ocupa de la forma en que tratamos a los animales, que roza con la moral y con la idea de cómo los deberíamos tratar. La legislación es una conjunción entre las dos anteriores y nos dice las reglas de cómo se deben tratar los animales”, destacó Perla Leva, de la cátedra Agrometeorologia  de la Facultad de Ciencias Agrarias (FCA) de la UNL.
De acuerdo con Leva, un estudio realizado por la misma FCA demostró que en los tambos cercanos a la ciudad de Esperanza existía una alta tasa de mortalidad de terneros, cercana al 20%, por lo cual querían saber qué se estaba haciendo mal en los establecimientos.

Guacheras
Leva aseguró que el bienestar es algo que el animal siente, pero no algo que se le
puede brindar, porque está muy relacionado con su psiquis, por lo tanto, es algo complejo. “Los terneros son la categoría más relegada de los tambos, porque para el productor son improductivos, una carga, y por eso les destina los peores potreros. Luego de destetarlos de sus madres, en algunos casos a las 24 horas de vida, los atan a estacas o los encierran en jaulas”, sostuvo.
Todas esas situaciones inciden negativamente sobre la salud de los terneros: “Si hay mala salud y alta mortalidad en esos lugares, llamados guacheras, es un indicador de que hay falta de bienestar o que éste es muy pobre”, continuó.
El grupo de Leva estudió distintos sistemas de crianza que hay en la zona de Esperanza, donde detectaron fundamentalmente dos: el del animal atado a una estaca por medio de
una cadena y, otro, donde se los pone en jaulas aislados de sus compañeros. De este modo, el ternero no puede jugar o trotar, dos de sus actividades naturales.
Pero estos sistemas traen a los terneros graves problemas de salud. “No desarrollan un buen esqueleto ni musculatura. Además presentan diarreas, neumonías y tienen dificultades para adquirir el peso necesario para sacarlos de las guacheras y pasarlos a las siguientes etapas que son la cría y la recría”, lamentó Leva.

Confortabilidad
La especialista afirmó que es imposible plantear condiciones del todo óptimas para la crianza de los animales, ya que no serían rentables y, por lo tanto, viables para los productores. Sin embargo, sí plantean sistemas que los tamberos pueden aplicar con pocas modificaciones.
En este sentido, los investigadores proponen sistemas de correderas, donde los terneros puedan desplazarse de un lugar a otro, tal como se usa con los perros en algunos hogares: “Se trata de poner un alambre atado a dos estacas, en el cual el animal está sujeto con una argolla que lo deja moverse y cambiar de posición”, detalló.
“También planteamos que se les pongan camas con paja para que se acuesten a la noche, ya que deben soportar el frío, y algún tipo de protección corporal  como, por ejemplo, capas impermeables con polar en su interior”, continuó Leva.
Esos cambios fueron probados en tambos y demostraron que los animales sobrevivían mejor y tenían un mejor estado de salud. La conclusión fue obtenida luego de medir variables como las de consumo y peso, entre otros. “Los animales con protección tenían mejor consumo y mejor peso al terminar la crianza. Medimos también el cortisol en saliva, un indicador del estrés, y observamos que los animales en las estacas y a la intemperie tenían niveles muy elevados, lo cual demostraba falta de confort”, recordó.

 

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