Capacitación

Simulacros que salvan vidas

Miércoles 8 de febrero de 2017 / Actualizado el miércoles 15 de febrero de 2017

Desde la Facultad de Ciencias Médicas de la UNL (FCM) se realizan simulaciones en complejos escenarios de emergencia. Estos grandes despliegues logísticos capacitan a los estudiantes para actuar ante situaciones críticas.

Una emergencia es aquello que pone en riesgo la vida de manera inmediata y en corto tiempo. Hay que proceder rápidamente. Una  urgencia, en cambio, es aquello que pone en riesgo la vida si los profesionales no trabajan de una manera adecuada. “Por ejemplo, tenemos lugares donde puede haber escape de amoníaco y las industrias están muy armadas para defenderse. Lo que sucede con el escape de amoníaco es hacia afuera de la industria. Ese punto tenemos que trabajar con nuestros estudiantes, que sepan cuáles son los riesgos que existen en la comunidad donde van a trabajar y que preparen a la sociedad para esos riesgos. Se trata de dar al alumno herramientas para distinguir y actuar en ambas situaciones, urgencias y emergencias”, cuenta Horacio Locatelli, Prof. Asociado de la disciplina Emergentología de la FCM.

A su vez, es importante que la población esté preparada para este tipo de eventos, ya que así ayuda a que no se entorpezca el accionar de los equipos profesionales y que no suba el número de víctimas. Es fundamental que la comunidad “cuente con un equipo profesional que sepa tener una respuesta ordenada y organizada ante estas situaciones. Si la respuesta ante estos eventos es desorganizada existen más víctimas producto de la desorganización por parte de los equipos profesionales y la población general que por otra cosa”, consigna el profesor. 

Puesta en escena y despliegue logístico

Los simulacros organizados por la FCM son espacios de práctica interprofesionales que tienen la finalidad de desarrollar nuevas habilidades y destrezas para el trabajo en equipo de los futuros graduados de la Tecnicatura en Emergencias Prehospitalarias, Rescate y Trauma y  del posgrado en Emergentología. Se realizan de manera conjunta con otras instituciones como los Bomberos y COBEM. Así, se capacita sobre el manejo de pacientes en estado crítico en urgencias y emergencias buscando un aprendizaje efectivo mediante ambientes de simulación cercanos a la realidad. 

Durante el año pasado se realizaron dos grandes simulacros. En el mes de octubre se simuló un incendio con derrumbe en el laboratorio de anatomía de la Facultad de Ciencias Médicas. Allí participaron 10 actores como víctimas, todos los alumnos de la Tecnicatura en Emergencia de primer año y del Curso de Posgrado en Emergentología.
En el segundo, de mayor envergadura, se simuló un choque en la vía pública entre tres vehículos: un colectivo, un camión de químicos y una camioneta con víctimas. Los actores tenían un escenario con víctimas múltiples, en las cuales actuaban junto a bomberos y las distintas fuerzas públicas. En total participaron 110 personas entre coordinadores, alumnos, docentes y actores voluntarios e invitados. El maquillaje estuvo a cargo de alumnas y docentes de la Tecnicatura de Cosmiatría y Cosmetología que también se dicta en la Facultad, quienes simularon las heridas propias de la situación con gran realismo. Esto favoreció la labor entre carreras.

El trabajo mancomunado entre organizaciones y distintas profesiones a la hora de llevar a cabo un evento de tal magnitud es fundamental. "Colaboran diferentes instituciones para acompañar y proveer elementos que nosotros no poseemos. Por ejemplo, en el último simulacro la empresa de TPA aportó el colectivo, los bomberos aportaron el comienzo de la acción y cómo se trabaja ante un derrame de una sustancia que puede llegar a ser nociva como el gasoil", explica el docente. 

“En los primeros simulacros no hubo aviso previo de lo que había pasado, o sea que los estudiantes se toparon con un escenario muy crudo en el accionar. No sabían si había chocado un colectivo, si había un incendio o qué era lo que había pasado. Allí evaluaban tanto el escenario como a las víctimas. En este último simulacro toda la gente que actuó ya sabía que era lo que había pasado en el evento y idea es que ellos supieran evaluar a las víctimas, comportarse en lo que se llama zona moderadamente caliente o zona fría. No son simulacros con libreto. Cada paciente tiene su libreto, pero no el equipo que va a actuar. El equipo actúa de acuerdo a su conocimiento. Esa es la diferencia que hay respecto a simulacros que se hacen en otros lados. Acá la situación aparece como se presenta habitualmente, es decir, son contextos en los que no uno no sabe con lo que se va a encontrar”, cuenta Locatelli.

Estos espacios de práctica interprofesional continuarán desarrollándose durante este año en el mismo sentido, pero innovando en los escenarios y situaciones a resolver.

Experiencias

Alejandro Ziglioli es estudiante de la Tecnicatura en Emergencias Prehospitalarias. “Mi rol en el último simulacro fue de Técnico en Emergencias (TEM) en una unidad compuesta por dos TEM y un médico. Para mi desarrollo es importante este tipo de práctica porque a uno le da una idea de lo aprendido y de lo que falta por aprender, además de poder trabajar en equipo y aprender cómo resolver ciertas situaciones que se pueden presentar”, cuenta.

Natalia Schumuth, también es  alumna de la Tecnicatura y participó del último despliegue. Su equipo se conformaba por dos técnicos y un médico. “De antemano habíamos determinado que el líder sería el médico. En la escena nos pusimos a disposición del equipo que lideraba el operativo. Asistimos a tres víctimas de prioridad urgente y luego de las maniobras iniciales las dejamos en manos de los profesionales en el puesto de triage avanzado”, cuenta. Natalia valora estas actividades como “una premisa en nuestro camino de formación. Nos permiten poner en práctica aquello leído tantas veces y también alimentar nuestra capacidad para resolver situaciones que no forman parte de los libros sino de una realidad que puede sorprendernos con situaciones muy complicadas. De ahí la importancia de conocer protocolos universales que se adaptan a cualquier contexto, para salvaguardar la propia vida, la del equipo y la de las víctimas. El hecho de haber sido un simulacro integrador nos permite a cada futuro profesional interactuar de manera coordinada, puesto que cada uno conoce su rol y cada eslabón en ese sistema es importante. Por último, cada traspié, cada error, forma parte del aprendizaje seguro; una vez marcado, jamás se olvida”, concluye.

 

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