Los duendes del campo decoraron el patrimonio durante la noche

Marcelo Pombo

DUPLICAR LOS RESTOS

Acostumbrados desde hace tiempo a ver en Pombo obras cargadas, intervenidas con una retórica irónica desde el kitsch y a veces con una cantidad de referencias decorativas y hasta una desmesura devenida de las tiendas de cotillón, hoy lo podemos encontrar en una calmada síntesis, en una manifestación sin opulencia, casi ritual, a la hora de tratar con las obras pertenecientes al patrimonio del MAC. Así se lo puede ver ligado fuertemente a la poética que trae el propio objeto seleccionado, Pombo realza sus connotaciones, proyecta imágenes sin artificios y acentúa todo el tiempo quienes fueron los autores y sus creaciones.

“El Espantapájaros” de Mele Bruniard, le atrajo para convertirlo en motivo y tema de sus mazorcas agrupadas, doradas e intervenidas con una sobredosis vital y tupida  de la carga gota a gota, para dar con la justa acumulación vítrea que queda luego de las varias capas  chorreantes que él les asigna a la superficie de cada pieza, ampliando su naturaleza efectiva para ser y devenir en nuevo objeto construído, en una contingencia abarcadora y única.

Marcelo Pombo enuncia sus propios fantasmas sacando del letargo algunas obras olvidadas, es un regreso orientado a convivencias temporales imposibles si él, no hubiese elegido “esas” obras para interactuar. El artista parte de evocaciones impuestas en nuestra comunidad, de artistas  muertos y recordados, saca a la luz sus tesoros y produce e invita a una actualidad constante. Esta es una manera de crear añoranza, de contemplar el pasado, de volver a su esplendor a una pieza guardada y de generar una mirada casi romántica sobre lo gastado y agredido por el paso del tiempo.

Tal es el caso de las obras de Vilma Turconi, encontradas en esta casa, que fuera la suya, ella vivió aquí donde hoy es el MAC cuando realizó estas obras abstractas. A Pombo lo conmovió sobre todo que no estuvieran restauradas y que pudiera verlas así, un sentimiento interno profundo nació de lo gastado y desmejorado, le disparó deseos de decorarlas artesanalmente, de insuflarles energías, y de contrarrestar su geometría de referencia con una exuberancia barroca. Usó abalorios tan brillantes como baratos, ilusionándose con darles una dignidad intensionada, una pulcritud vitalizante, una curación para las heridas, que solo dependió de su obsesión por el pasado y sus riquezas. Produjo cambios desde la ornamentación sin prescindir de sus contenidos y dando entonces una apariencia impensada, múltiple y polivalente.

En algún momento esto hizo con cajas de jugos Cepita o de jabón Skip, es la lógica de posproducir sobre lo hecho, de encajar montajes sucesivos, de hacer resonar actos del pasado o manifestarse expresivamente sobre lo elegido.

Reconocer otras posibilidades en obras patrimoniales ha sido la clave para esta muestra en el MAC, desde que tomamos contacto, el artista ronda las obras, las piensa, creando en él una inusual expectativa cumpliendo su promesa de establecer un nuevo presente para ellas. Es así como las sometió a varios procesos y tratamientos hasta fundirse con ellas, duplicando sus restos, convocando a sus fantasmas y convirtiéndolas en objetivo de su propia obra.

Pombo nos deja una escena nueva poblada de viejas obras y nos indica posibilidades al liberar sus resonancias, modula intensiones, crea nuevas entonaciones y despeja lo banal para predicar reconocimientos con ellas.

Lic. Stella Arber

Directora del MAC

 

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