En la UNL

El vivero de la Reserva Ecológica UNL reprodujo más de 1.000 árboles

Lunes 1 de noviembre de 2021 / Actualizado el lunes 1 de noviembre de 2021

Se trata de la plantación de más de 1.000 ejemplares de especies propias de las ecorregiones Delta e Islas del Paraná y Espinal, en la Reserva Ecológica de la UNL y en otros sitios de la región. Los árboles fueron reproducidos en el vivero de la reserva.

El vivero Amarí -que significa flor en chaná, a modo de homenaje a la comunidad originaria-, se encuentra ubicado en la Reserva Ecológica de la UNL, en la Costanera Este de la ciudad de Santa Fe y desarrolla especies propias de las ecorregiones Delta e Islas del Paraná y Espinal, que son las dos ecorregiones que confluyen en el Gran Santa Fe.

“El vivero tiene como objetivo el constituir un polo de producción de especies típicas de nuestra flora autóctona (fundamentalmente árboles), no sólo para enriquecer y mejorar los ambientes naturales de la Reserva Ecológica (RECU), sino también para fomentar la plantación de especies autóctonas en la ciudad de Santa Fe y otras localidades del gran Santa Fe, tanto en espacios públicos por medio de la colaboración con los municipios y en terrenos privados”, sostuvo Cristian Walker, coordinador de la Reserva Ecológica, en representación de la Fundación Hábitat y Desarrollo, quien añadió: “Hemos logrado reproducir más de 30 especies solamente de árboles, entre ellas se encuentran Ceibo, Tala, Ubajay, Ingá, Ñangapirí, Algarrobo blanco, Curupí, Aromito, Timbó blanco, entre otros”.

“En el año 2017 se conformó un cuerpo de voluntarios de la Fundación Hábitat y Desarrollo para poner a punto el vivero de plantas autóctonas, que hasta ese momento era muy rudimentario. Desde entonces, se puso en marcha un proceso productivo muy importante, que implicó una instancia de aprendizaje. Tal es así que en los cinco años que pasaron se han producido más de mil ejemplares de nuestra flora autóctona, los cuales han sido plantados tanto en la Reserva Ecológica como en un gran número de sitios de nuestra ciudad, así como en localidades vecinas como San José del Rincón, Santo Tomé, Sauce Viejo, Recreo, Cayastá, entre otras”, continuó.

“En el año 2020, realizamos un convenio con la Constructora CAM. La empresa nos donó la totalidad de los materiales necesarios para concretar la obra del Mirador de la Laguna de la Reserva Ecológica y, como contrapartida, nos comprometimos a formar parte del proyecto CAM 100 (celebración por la edificación número cien de la constructora en la ciudad de Santa Fe) aportando 100 árboles autóctonos que fueron plantados en diversos puntos de nuestra ciudad”, comentó Walker.

Relevancia del proyecto

El vivero Amarí constituye una herramienta fundamental en la educación ambiental, debido a que en su construcción fue en su totalidad realizada con materiales reciclables. Asimismo, el vivero representa un fiel reflejo de que se pueden reproducir plantas sin infraestructura de gran costo en un pequeño espacio. Como así también, es importante porque es un ámbito en el que se reproducen plantas autóctonas, exclusivamente de nuestras ecorregiones (Delta e islas del Paraná y Espinal), mediante semillas o esquejes, de forma exclusivamente agroecológica, sin fertilizantes ni insecticidas químicos”, indicó María Paula Getar, quien es Licenciada en Biodiversidad egresada de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la UNL y actualmente se desempeña en la cátedra Diversidad de Plantas II (FHUC-UNL) María Paula, participó como voluntaria en la reconversión del vivero.

“A lo largo del tiempo fueron muchos actores los que fueron participando tanto de la creación como del proceso productivo del vivero. Al cuerpo de voluntarios que se conformó en el año 2017 hay que sumar los estudiantes extensionistas de carreras de la UNL que cumplían horarios de trabajo en la Reserva Ecológica y que colaboraron enormemente en varias etapas del proceso. También hubo importantes aportes por parte de docentes de UNL, fundamentalmente de las carreras de Licenciatura en Biodiversidad y Profesorado en Biología”, enfatizó Walker. Asimismo, resaltó la tarea de Juan Carlos Almirón, Guarda-reserva de la RECU, quien “día a día (desde los inicios del proyecto) se ha encargado de que nunca cese la producción dentro del vivero, así como del acondicionamiento diario de las instalaciones y de las plantas en desarrollo”.

“Este vivero constituye una herramienta clave no sólo para poder funcionar como un espacio de acercamiento con nuestras plantas autóctonas, sino también para conocer las problemáticas ecosistémicas actuales, a la vez que para avanzar hacia las ciudades fomentando el desarrollo de urbes más aptas para un desarrollo ambiental y humano sostenible”, prosiguió Walter.

Características del Vivero

El vivero, emplazado en el corazón de la Reserva Ecológica, junto al Centro de Interpretación de la Naturaleza y el área de oficinas es relevante y único en la región debido a que su construcción es a base de elementos reciclados. Su estructura está conformada principalmente por:

-Postes y vigas de especies exóticas invasoras (mora, ligustro y acacia negra) que fueron donadas.

-Una base de 20 cm de adobe (para impedir el paso de los cuises, que son muy abundantes en la reserva)

-Paredes hechas con tablas de pallets, previamente lijadas e impermeabilizadas con aceite usado (de descarte de motos y autos) para soportar las inclemencias climáticas, expresó Getar.

“Al momento de la inauguración solamente se habían comprado clavos y alambre de tipo San Martín”, comentó Getar y agregó: “Con donaciones del Ministerio de Ambiente de la provincia de Santa Fe y del Proyecto Yacaré que operaba en la Estación Zoológica Experimental Granja “La Esmeralda”, así como los aportes de la Secretaría de Ciencia, Arte y Tecnología de la UNL, pudimos cubrir la estructura con un techo de chapas de policarbonato y media sombra”.

“La Reserva Ecológica es un ambiente natural joven, en desarrollo. Por lo tanto, es un ambiente frágil. Si bien podemos encontrar ejemplares arbóreos de buen porte en el interior de los ambientes naturales de la RECU, en su mayoría se trata de ejemplares de escasos años (en términos de la vida de plantas leñosas).

“La juventud de estos ambientes, así como su mencionada fragilidad hacen necesario que deban tomarse medidas de manejo e intervención dentro del área protegida, como ser la erradicación de especies vegetales exóticas y la incorporación de nuevos ejemplares autóctonos en los sitios intervenidos”, afirmó Walker.

“Por tal motivo, contar con el vivero permite que la gestión del área protegida se torne más eficiente, generando continuamente herramientas que nos permiten avanzar en el mejoramiento de los ambientes que pretendemos proteger y, por tanto, brindando un espacio más propicio para la fauna autóctona que se alimenta, se refugia y se desarrolla en estos lugares”, prosiguió.

Importancia del voluntariado

“El trabajo como voluntaria fue un verdadero desafío y se transformó en una experiencia inolvidable, del que rescato sólo aspectos positivos. Gracias a esta experiencia, he aprendido a planificar, reciclar, utilizar herramientas, fabricar adobe, aplicar el ingenio y fundamentalmente, aprendí y experimenté la importancia y el espíritu del trabajo en equipo”, manifestó María Paula Getar.

“Me siento muy orgullosa de haber gestado la idea, formado parte de un grupo de trabajo altruista y generoso y de haber logrado a base de esfuerzo y mucha dedicación el único vivero de plantas exclusivamente nativas de la ciudad de Santa Fe”, concluyó Getar

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