Bibliotecas de papel - Escritores santafesinos

El 23 de abril, los lectores tienen la palabra para celebrar el Día del libro.


AGUSTÍN ZAPATA GOLLAN (1895 . 1986)
Necesitó sacudir el polvo que cubría Santa Fe la Vieja para completar el proyecto de su obra literaria: revelar para la posteridad el destino manifiesto del noble pueblo santafesino. El descubrimiento arqueológico compacta con su literatura un único plan: develar que llevamos inscripto el programa fundacional de Garay. Los mancebos de la tierra inventan al hermano mayor de la Santa María de los Buenos Aires para la guarda y tutela de su buen camino. Hijo de Asunción, la madre común, el porvenir del primogénito estará signado por este prodigio del nacimiento, que hará las veces, para los protagonistas de su clase dirigente en todas las épocas, de un vero destino manifiesto.
Podrá empezarse por la obra completa desde cualquiera de sus libros. Siempre se recorrerá un sendero de leyendas, vocabularios, ciencias y mitos, que conducirá, inexorable, a la íntima persuasión, plena de asombros y maravillas, de que un misterio, al fin, fue revelado.

GASTÓN GORI (1915 . 2004)
Leer a Gastón Gori, qué elegir para empezar en tan prolífico historiador, ensayista, poeta, cuentista… Leerlo es ser convidados con el sabor de la existencia, con los afectos, las vivencias cotidianas.
Entre su vasta obra, encontraremos en El señor de los picaflores —que nos muestra con exquisitez su acercamiento a estos pequeños habitantes del jardín—, su amor y capacidad de asombro ante el renovado milagro de la vida. 
Para los lectores de cuentos, en El camino de las nutrias, la vida de los inmigrantes, sus esfuerzos, amores y rivalidades; en Nicanor y las aguas furiosas, historias que transcurren en la zona de la costa santafesina y la construcción de una amistad profunda entre el narrador y Nicanor, hombres de diferentes mundos. Para quienes prefieren la investigación, en La Forestal, considerada su obra cumbre, la tragedia del quebracho colorado en el norte de la provincia de Santa Fe y la denuncia por la explotación que compañías extranjeras ejercieron históricamente sobre los trabajadores rurales.

JULIO MIGNO (1915 . 1993)
Conmovido por el paisaje indígena de su territorio natal, San Javier, y la idiosincrasia de la gente, eligió para su poesía el lenguaje sencillo. En Amargas nos convida sus sentimientos, vivencias y la belleza del paisaje y llega hondo al lector cuando los protagonistas de sus poemas son aquellos seres que padecen injusticias y abusos.
En Yerbagüena el Mielero, personaje que canta al pago y Chira Molina, paisano víctima de injusticias, se profundiza su poética: la naturaleza, la tierra, el arraigo, la descendencia, la raza, el pago, la injusticia… Summa poética, en cambio, muestra otra faceta más formal, en relación con la poesía española y con temas que aluden a diferentes cosmovisiones como la hebrea, la helénica o la china.
Por su oficio, cazador de versos, se cantan en todo el mundo «Si tenés cachorro» y nuestra «Costera, mi costerita».  

JUAN JOSÉ SAER (1937 . 2005)
Si tuviera que volver a empezar a leer la obra de Juan José Saer no lo haría por su inicio cronológico, como muchos especialistas sugieren o como lectores prolijos seguramente habrán sabido hacer, ni tampoco en el sentido inverso que el propio autor nos propone al organizar sus cuentos y ensayos en libros que los reúnen como un todo.
Comenzaría por Glosa, la narración que considero el centro incandescente de su obra, por la caminata de esa mañana de octubre de la década del sesenta en la que dos amigos, luego de un encuentro fortuito, lo que no siempre significa azaroso, atraviesan la columna vertebral de las ciudades de provincia, como suelen ser sus calles principales, en las que comercios, poderes y la sociabilidad mundana se superponen, para disparar desde ese recorrido, tan preciso y acotado, los recuerdos pasados y futuros de toda una generación: la de ese entrañable grupo de amigos de provincia que iremos conociendo hacia atrás y hacia adelante al sumergirnos en el río narrativo de Saer.