19 de octubre
Aportes de la bioética al cuidado del ambiente
Miércoles 15 de octubre de 2025 / Actualizado hace 11 horas, 43 minutos
En el marco del Día Mundial de la Bioética la propuesta es reflexionar sobre los aportes de esta disciplina al cuidado del ambiente a nivel global. Cuáles son los principales desafíos de la especialidad en procura de la protección del planeta.
El 19 de octubre de 2005, en la sesión de la Conferencia General de la UNESCO llevada a cabo en París, se aprobó la Declaración Universal sobre Bioética y Derechos Humanos (DUBDH). Por esa razón, cada 19 de octubre se conmemora el Día Mundial de la Bioética. El acceso a un ambiente sano es un derecho humano universal, reconocido por la Asamblea General de la Naciones Unidas (ONU), en 2022. Pero, ¿qué aportes pueden realizarse desde el campo de la bioética al cuidado del ambiente?
En el marco de la conmemoración, la propuesta busca dar visibilidad a la bioética como una disciplina que puede brindar contribuciones y herramientas para pensar las problemáticas socioambientales contemporáneas. Con ese propósito, se convocó a cinco especialistas de la Universidad Nacional del Litoral (UNL): María Eugenia Chartier, Magíster en Bioética, docente-investigadora de la Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas (FBCB-UNL); Valeria Berros, docente-investigadora de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales (FCJS-UNL); Alejandro Trombert, Bioquímico y Doctor en Tecnología Química, docente-investigador en la FBCB-UNL; Patricia Amavet y Luciana Regaldo, docentes-investigadoras e integrantes, junto con el Dr. Trombert, del Comité Asesor de Ética y Seguridad de la Facultad de Humanidades y Ciencias (CAES-FHUC-UNL).
“La Declaración Universal sobre Bioética y Derechos Humanos trata las cuestiones éticas relacionadas con la Medicina, las Ciencias de la Vida y las tecnologías conexas aplicadas a los seres humanos, teniendo en cuenta sus dimensiones sociales, jurídicas y ambientales”, expresó Alejandro Trombert y añadió que “si bien va dirigida principalmente a los Estados, imparte también orientación, cuando procede, para las decisiones o prácticas de individuos, grupos, comunidades, instituciones y empresas, públicas y privadas”.
Por su parte, Amavet indicó: “los conceptos de la Declaración Universal sobre Bioética y Derechos Humanos son normativas generales a las que cada país puede adherir estableciendo estos conceptos en formato de leyes o marcos regulatorios. La mayoría de las normativas vinculadas con la investigación biotecnológica están enfocadas en precauciones acerca del uso y manipulación de embriones o células humanas y hay menor preocupación en la investigación con otras especies. Claramente, la visión de estas regulaciones responde a perspectivas antropocéntricas y son muchas veces influenciadas por intereses económicos”.
Bioética global
“Un punto de inicio para una reflexión sobre cuestiones ambientales está dado por el reconocimiento de la crisis ecológica y la necesidad de replantearnos la relación que tenemos los seres humanos con el mundo natural”, remarcó Chartier y prosiguió “la amenaza de vivir en un planeta irremediablemente dañado por las acciones del hombre -según la expresión de la Declaración del Milenio de las Naciones Unidas- plantea el desafío de ampliar la mirada bioética, configurada como una reflexión prioritariamente centrada en el ser humano”.
El artículo 16 de la Declaración, “Protección de las generaciones futuras”, establece que se deberán tener debidamente en cuenta las repercusiones de las Ciencias de la Vida en las generaciones futuras, en particular en su constitución genética.
Por su parte, el artículo 17 referido a la “Protección del medio ambiente, la biosfera y la biodiversidad” indica que “se habrán de tener debidamente en cuenta la interconexión entre los seres humanos y las demás formas de vida, la importancia de un acceso apropiado a los recursos biológicos y genéticos y su utilización, el respeto del saber tradicional y el papel de los seres humanos en la protección del medio ambiente, la biosfera y la biodiversidad”.
“Los problemas relacionados con la naturaleza y el ambiente requieren una transformación de la mirada ética tradicional y la bioética se presenta como un intento de pensar la ética globalmente”, indicó María Eugenia Chartier.
Es en este sentido, que “la Declaración al incluir entre sus principios la protección de las generaciones futuras, el medio ambiente, la biosfera y la biodiversidad, da cuenta de este enfoque global, aunque esto no implica que necesariamente estemos realizando un cambio en la mirada antropocéntrica”, reflexiona Chartier.
En línea de continuidad con lo expresado por Chartier, Regaldo dijo: “El deber de proteger la biosfera y la biodiversidad amplía el alcance de la bioética. Hoy, hablar de bioética es hablar también de la salud del planeta, porque la vida humana no existe aislada: depende del equilibrio de los ecosistemas y de la convivencia respetuosa con otras especies”.
Uno podría preguntarse cómo se articula este deber de protección global (biosfera y biodiversidad) con los principios de autonomía y dignidad inherentes a la bioética clínica. Al respecto, Regaldo sostuvo: "Desde mi perspectiva, cuidar el ambiente es cuidar la vida en todas sus formas; apostar por la supervivencia colectiva y por el bienestar de las generaciones futuras no restringe la libertad individual, sino que la enriquece y le da sentido”.
“La bioética, entendida como una ética del cuidado, la justicia ambiental y la equidad intergeneracional, nos interpela a repensar nuestras decisiones -cotidianas, científicas y políticas- desde un compromiso real con la diversidad biológica y cultural que sostiene nuestra existencia común”, continuó Regaldo.
En este marco, Patricia Amavet expresó: “Considero que en el caso del deber de la protección global de la biósfera y la biodiversidad, las nuevas generaciones desarrollan más las actitudes de responsabilidad ante el cuidado del ambiente, y se han empezado a establecer iniciativas productivas para protegerlo, aunque aún son incipientes”.
“No tenemos más tiempo para perder, hay que atender ya a esta temática. Como lo establece la Declaración es nuestro deber garantizar los recursos para las generaciones venideras”, enfatizó Amavet.
El desafío: cambiar la mirada
Ahora bien, ¿cómo puede la bioética, disciplina predominantemente occidental y científica, mediar y conciliar con los saberes tradicionales de los pueblos originarios, a menudo holísticos y orales?
En este punto, Regaldo aseveró: “Uno de los grandes desafíos que enfrenta hoy la bioética es abrir un diálogo entre la ciencia occidental y los saberes tradicionales de los pueblos originarios. Estos conocimientos, construidos desde una mirada integral y respetuosa de la naturaleza, reflejan una relación de interdependencia y reciprocidad entre el ser humano y su entorno, muy diferentes a la visión dominante en las culturas occidentales actuales, donde muchas veces prevalece una lógica de explotación y control sobre los sistemas naturales”.
“El desafío es avanzar hacia una ciencia que escuche, reconozca y valore la diversidad de formas de habitar y comprender la vida, recuperando aquella visión ancestral que entiende al ser humano como parte de la naturaleza y no como su dueño”, concluyó Regaldo.
Límites éticos y legales
No obstante, ¿qué modelos normativos ofrecen mejor marco para establecer límites éticos y legales a las acciones humanas actuales que comprometen irreversiblemente los recursos y ecosistemas necesarios para la vida de las generaciones futuras? En este punto, Valeria Berros indicó: “La idea de protección de las generaciones futuras posee un amplio recorrido en el derecho ambiental desde sus orígenes como sujeto colectivo respecto del cual tenemos una responsabilidad y un legado”.
“En ese sentido, se trata no sólo de una idea que posibilita pensar en la intergeneracionalidad sino, también, nos autoriza a discurrir en términos interespecies. Cuestión que se ve reforzada por el reconocimiento de derechos -que se ha forjado en sistemas legales y en decisiones judiciales-, a la naturaleza y/o a ciertos ecosistemas en particular lo que se encuentra muy presente en el ámbito latinoamericano, especialmente luego de las reformas constitucionales y regulatorias en Ecuador y en Bolivia, junto a la jurisprudencia de diferentes tribunales que va girando en esa dirección más ecocéntrica para la resolución de conflictos”, continuó Berros.
“Para citar sólo un ejemplo se puede hablar del rol que están teniendo las generaciones futuras en un tipo de litigio emergente y en proliferación: el litigio climático. Existen casos cada vez más numerosos que son iniciados por niños, niñas y jóvenes en defensa de su propio porvenir y del de las generaciones que los van a suceder. En nuestro país, una demanda judicial en esta dirección refiere a uno de los amparos que fue presentado ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación por un grupo de niños, niñas y jóvenes ante las quemas e incendios del Delta del Paraná que se hace eco del caso que resolvió la Corte Suprema de Colombia conocido como "Generaciones futuras vs. Colombia" por deforestación de la Amazonía colombiana”, describió Berros.
El telón de fondo: la carta de Buenos Aires
“La Carta de Buenos Aires (Carta de Buenos Aires - Redbioética/UNESCO) fue un documento clave en el proceso de elaboración de la Declaración Universal sobre Bioética y Derechos Humanos, sirviendo como la voz unificada de América Latina y el Caribe ante los debates internacionales”, afirmó Trombert y continuó “el documento consistió en una firme postura política y ética que denunció la existencia de un "doble estándar moral" en la investigación, donde los países ricos o industrializados intentaban aplicar normas éticas menos rigurosas en los países en desarrollo, especialmente en la experimentación con seres humanos y rechazó la exclusión social, criticando enérgicamente las posturas que pretendían excluir las situaciones de pobreza, indigencia y exclusión social de los contenidos de una bioética universal”.
“La carta reafirmó la dignidad humana como el pilar innegociable de los Derechos Humanos, el cual no debe ser cuestionado ni debilitado por intereses científicos o comerciales”, destacó Trombert.
“En esencia, la Carta fue crucial porque aseguró que la perspectiva de los países en desarrollo y la dimensión de la justicia social no fueran ignoradas, logrando así que la Declaración Universal sobre Bioética y Derechos Humanos fuera una declaración verdaderamente universal y con una profunda vocación de protección de los derechos humanos”, finalizó Trombert.