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Caprichos de una historia viva

Miércoles 17 de octubre de 2007

Un 17 de octubre de 1919 se creaba la Universidad Nacional del Litoral sobre la base de la Universidad Provincial de Santa Fe. Una institución que desde sus orígenes lleva la impronta científica y de innovación permanente y una fuerte impronta regional.

Octubre tiene para nuestra Universidad, por esos raros caprichos de la historia, un doble sentido: un 16 de octubre de 1889 se creaba la Universidad Provincial de Santa Fe y un 17 de octubre de 1919 se  fundaba la Universidad Nacional del Litoral. Dos fechas que condensan dos hitos trascendentes para la vida de nuestra institución y que permiten, año tras año, traer a colación nuevas reflexiones sobre el perfil de nuestra casa de estudios y su proyección social.
A fines del siglo XIX, en un contexto nacional donde se comenzaba a construir el andamiaje del nuevo Estado y los cimientos de la sociedad moderna, el conocimiento ocupaba un lugar central. Fue con ese espíritu que José Gálvez, con una lúcida mirada progresista y liberal, puso un broche de oro a su gestión al frente del gobierno provincial con la creación de la Universidad Provincial, conciente de la importancia que ésta tenía para el desarrollo social, cultural y económico de los pueblos. “La Universidad debe ser como el hogar común de la inteligencia entre nosotros, como el palenque siempre abierto donde todo ideal científico, toda controversia y toda especulación 
encuentren su estímulo y su teatro”, decía Gálvez.
La puerta quedó efectivamente abierta y por allí se colaron los reclamos propios del movimiento político que signó el nuevo siglo. El pensamiento reformista también tuvo a Santa Fe como protagonista y los estudiantes salieron a la calle para pedir por una universidad nueva, 
asentada en los principios de democracia, libertad, regionalismo y ciencia. No es casual que la nueva institución lleve la marca de la innovación: una universidad regional, fuertemente enraizada en las demandas de una sociedad que comenzaba a crecer en todo el litoral argentino. Tampoco son casuales las críticas que debió soportar al comenzar a andar como universidad nacional que se pretendía consolidar en un territorio vasto y con carreras que ataban al perfil más tradicional el propio de los novedosos aportes de la ciencia vinculada al desarrollo industrial.
Los primeros años de vida universitaria en Santa Fe son dignos de estudio y de debate, sin dudas; porque no en vano allí se asientan los valores que siguen marcando la identidad de nuestra Universidad. Uno no vuelve a preguntarse por sus raíces solo a título arqueológico. Lo hace porque busca descifrar en su propia historia los rasgos que explican el momento actual y que echan luz sobre el futuro. No en vano se dibujan allí algunos aspectos de nuestra fisonomía: la impronta científica y de innovación permanente, la relación del conocimiento con el desarrollo, la vocación regional, el compromiso con la democratización del saber, la sostenida vinculación con distintos  sectores de la sociedad, el protagonismo político y la participación en el debate público.
Las instituciones son mucho más que sus hombres, sus estatutos, sus edificios. Hay algo allí escondido que explica por qué funcionan más allá de ellos, por qué tienen tanta vida y por qué aún en la mayor diversidad siguen siendo una misma cosa… que se transforma, que muta,  que varía, pero que finalmente se reconoce como tal. Y eso significan estos más de cien años de historia de nuestra Universidad: historia viva.

El presente texto corresponde a la Editorial de la edición de octubre del periódico El Paraninfo de la UNL.

 

 

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