Edición 2012

Con vacunas y mitos, terminó el ciclo de cafés científicos

Jueves 8 de noviembre de 2012

La tecnología inmunológica fue la protagonista de la última reunión del año. Se debatieron desde los experimentos con niños que dieron lugar al nacimiento de las vacunas contra la viruela hasta los más actuales desarrollos biotecnológicos.

El sarampión es una enfermedad que, antes de que se implementaran estrategias de vacunación, afectaba a medio millón de personas en Estados Unidos. Luego de años, los casos se redujeron en ese país a 55 y ninguna muerte. “Después del agua potable, las vacunas constituyen la invención humana que más vida permitió salvar”, recalcó Iván Marcipar, docente e investigador de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) y el Conicet.
Con un debate que incluyó mitos, anécdotas de los primeros experimentos y detalles sobre el funcionamiento del sistema inmunológico concluyó el ciclo 2012 de los ya tradicionales cafés científicos organizados por la Secretaría de Estado de Ciencia, Tecnología e Innovación del gobierno de Santa Fe junto con la UNL, la Facultad Regional Santa Fe de la Universidad Tecnológica Nacional (FRSF-UTN), la Universidad Católica de Santa Fe (UCSF) y el Centro Científico Tecnológico (CCT) CONICET Santa Fe.
En la tarde del miércoles 7 de noviembre se presentó “Pensar en vacunas” y, mientras los lisos circulaban por las mesas en un “café” más acorde a la primavera santafesina, Marcipar tuvo oportunidad de comentar las líneas de investigación que llevan adelante desde la Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas (FBCB) en el tema vacunas.

Defensas
Al comienzo de su presentación, Marcipar se refirió brevemente al funcionamiento del sistema inmunológico. “La primera línea de defensas son las barreras físicas que impiden el ingreso de microorganismos a nuestro cuerpo”, explicó el investigador, en referencia a la piel, el ácido estomacal, las enzimas intestinales y la mucosidad.
Si el microorganismo logra traspasar esas barreas, existe una serie de órganos abocados a la defensa. “Son los principales componentes pero hoy en día se acepta que en realidad todos los órganos del cuerpo tienen un componente defensivo y participan de esa defensa”, destacó.
Frente a un “invasor” se desatan dos tipos de respuesta, según contó Marcipar, la primera es innata y luego existe un sistema adaptativo de memoria, “que es mucho más poderoso pero necesita un tiempo para reaccionar”, destacó.
La pregunta, entonces, es cómo aprovechar ese sistema adaptativo de memoria y ponerlo a punto para obtener mejores defensas frente a enfermedades. “Uno podría administrar el microorganismo --o partes de él-- para que se genere memoria inmunológica. Pero esto no es tan sencillo y por eso algunas vacunas han resultado muy útiles y otras no funcionan”, contó.
En este sentido, destacó que hasta el momento no se ha podido desarrollar ninguna vacuna contra enfermedades parasitarias en humanos. “Recién en 2011, luego de más de 90 desarrollos y 30 años de estudio, llegó a fase 3 de investigación una vacuna para el Plasmodium”, subrayó.
Al mismo tiempo, Marcipar destacó que a pesar de los enormes esfuerzos invertidos en el desarrollo de una vacuna contra el HIV, los mejores resultados obtenidos hasta el momento muestran una protección del 30%.

Desde los orígenes
Las vacunas que tuvieron el mejor desempeño hasta el momento son las basadas en la respuesta de anticuerpos. “Las primeras, que se hicieron entre 1790 y 1820, eran vacunas que funcionaban muy bien porque si bien se trataba de enfermedades que tenían un enorme impacto y mortalidad en las poblaciones, eran sencillas”, explicó.
A aquella época se remontan las historias, bastante siniestras a ojos actuales, de niños inoculados con pústulas de pacientes enfermos con viruela.
El especialista se detuvo en la anécdota del “experimento de Jenner”. En 1796, el médico británico Edward Jenner tomó muestras de las manos de una ordeñadora que había contraído un tipo de viruela que afectaba a los bovinos. Ya se había observado que quienes desempeñaban ese trabajo eran menos vulnerables ante la viruela humana.
Con una muestra de las pústulas de la ordeñadora, Jenner expuso a un niño de ocho años. Unas semanas después, el mismo niño fue expuesto a pústulas humanas de enfermos sin provocar ningún efecto en él.

Riesgo y Beneficio
Obtener un beneficio al manipular el sistema inmunológico puede llevar algún riesgo pero el objetivo de la investigación es mantener un balance positivo. “Depende de la función de la vacuna, es posible o no tolerar ciertos riesgos. En el caso, por ejemplo, de una vacuna preventiva para aplicar a los niños, no se pueden tolerar riesgos”, recalcó Marcipar.
A medida que se van desarrollando nuevas tecnologías, se reemplazan los métodos de producción por otros más seguros. Así, por ejemplo, el trabajar con fracciones purificadas de los microorganismos es más seguro que utilizar versiones atenuadas.
Marcipar enfatizó que, a diferencia de los medicamentos, las vacunas implican una forma social de enfrentar una enfermedad. “Las campañas de vacunación permiten que cada uno con su sistema inmunológico aporte a la lucha contra una enfermedad, A diferencia de lo que puede ocurrir con un antibiótico, por ejemplo, que es un tratamiento individual”, reflexionó.

 

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