Elecciones en Brasil

Desafíos tras el ajustado triunfo del domingo

Jueves 30 de octubre de 2014 / Actualizado el lunes 3 de noviembre de 2014

Cómo es el escenario político para el segundo mandato de la presidenta Dilma Rousseff, tras la definición más ajustada de las elecciones presidenciales desde el final de la dictadura en Brasil, en 1985.

“Esta presidenta está dispuesta al diálogo y ése es mi primer compromiso para el segundo mandato: diálogo. Algunas veces en la historia los resultados apretados produjeron cambios mayores y más rápidos que las victorias amplias", fueron las palabras de Dilma Roussef tras conocerse el ajustado desenlace de las elecciones que renovaron su mandato como presidenta de Brasil. Además de una voluntad, el mensaje adelantaba una estrategia que desde las primeras horas posteriores a la elección, se plantea como necesaria, en un escenario complejo para el gobierno. En particular en el Congreso, donde el Partido de los Trabajadores tendrá respaldo mayoritario, pero con un menor número de legisladores oficialistas y mayor número de partidos.
Consultado acerca del comportamiento del electorado en los últimos comicios, Miguel De Luca, docente del Seminario de Política Comparada de la Licenciatura en Ciencia Política explicó que “en términos generales podría señalarse que dos divisiones marcaron los alineamientos electorales, una de carácter socioeconómico y otra de tipo territorial. Los sectores de más bajos ingresos y el electorado de las regiones del Norte y del Noreste se inclinaron mayoritariamente por Dilma Roussef. Por el contrario, los sectores más acomodados del país, los principales grupos económicos y los votantes del Sur y del Sureste -que también son los más prósperos- apoyaron al candidato del PSDB Aecio Neves”.
Por su parte, Lucas Duarte, estudiante de Historia de la Universidad de Bahía (Brasil), que realiza una  experiencia de intercambio en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la UNL, reflexionó que “este ballotage fue una disputa muy clara entre dos proyectos que pese a que las diferencias estructurales no eran tan grandes, sí tenían diferencias en el tratamiento de los derechos sociales y civiles en temas como el aborto, los derechos laborales, de las mujeres, de los homosexuales y las privatizaciones”.
“En estos años, el PT se alejó de la base social que fue su apoyo siempre, que lo sostuvo en sus orígenes y a los que no ha respondido a través de las reformas que se esperaban. Las alianzas que fue construyendo en estos años hicieron que luego de un proceso de 12 años se hiciera muy difícil justificar una permanencia en el poder desde la izquierda. Estos grupos sociales que los apoyaron se preguntan porqué si el PT promete reforma agraria, juzgar los crímenes de la dictadura y rever la Ley de Amnistía de los militares, por ejemplo, no lo han hecho en este tiempo”, sostuvo el joven al ser consultado sobre lo ajustado de la definición y los condicionamientos que encontrará para gobernar Roussef el próximo período. “Esta falta de identidad dejó al PT en un centro muy peligroso porque evidentemente los sectores históricamente conservadores nunca lo van a aceptar del todo; pero por otro lado también hay disconformidad entre los que esperaban cambios de fondo, que no han visto concretarse en estos años”, agregó.

Escenario interno
“A Dilma Roussef le espera un escenario político complejo”, afirma el profesor De Luca. “Por un lado debe construir una coalición parlamentaria para garantizar apoyos a su agenda de gobierno. El “presidencialismo de coalición”, el intercambio de carteras ministeriales por votos en el Congreso, es un clásico de la política brasileña. Pero, al mismo tiempo, es una tarea que le exige a los presidentes tiempo y concesiones en términos de políticas públicas y distribución de cuotas de poder. En materia de política exterior Dilma Roussef tendrá como desafío revertir el estancamiento del Mercosur y sostener el liderazgo de Brasil en el plano regional. En la política interna, además de los imprescindibles compromisos con los partidos deberá lidiar con los movimientos de protesta y la insatisfacción de los sectores medios con el funcionamiento del sistema político”.
Para Lucas Duarte, el principal desafío está dado en recuperar la identidad de base que tuvo el Partido de los Trabajadores: “el PT aceptó en estos 12 años una base aliada conservadora, y se ve limitado en esa alianza representada sobre todo por el PMDB, un partido históricamente oportunista. Entonces, el planteo de una reforma política que ha sido la forma que encontró Roussef para dar respuesta a ciertas demandas sociales, va a encontrar dificultades en lograrla teniendo en cuenta la conformación del Congreso, donde se han consolidado las fuerzas conservadoras. Creo que las dificultades que tuvo para ganar se deben a esta confusión que creó en sus antiguos electores, a partir de esta pérdida de identidad por la que pasó el partido”.

Mirada regional
El resultado de los comicios fue seguido con atención en Latinoamérica, como ocurriera con la elección en Bolivia primero y también el domingo, con Uruguay. En este sentido, De Luca explicó que “cada uno de los países de América Latina ha exhibido, década tras década, un impacto relevante por parte de las tendencias de carácter mundial y regional. En los años ochenta, la oleada democratizadora se extendió por un gran número de países de la región, las que fueron lideradas por presidentes de perfil moderado o reformista. En la década de 1990, en cambio, fue el turno del giro hacia las políticas de mercado, de apertura económica y de reforma del Estado: entonces la mayoría de los presidentes adscribieron a programas neoliberales. Por último, la última década muestra un cambio de tendencia hacia gobiernos que promueven una mayor intervención del Estado en la economía y, por ello, tenemos en general presidentes promovidos por partidos o coaliciones progresistas o bien líderes populistas con estilos marcadamente personalistas. Los triunfos de Dilma Roussef, Evo Morales y, muy probablemente, el de Tabaré Vazquez se enmarcan dentro de esta tendencia”.

Agenda