Producción

Destacan la importancia de la gestión ambiental en los tambos

Jueves 31 de julio de 2014 / Actualizado el viernes 1 de agosto de 2014

La conciencia sobre el ambiente en los sistemas lecheros es un factor diferenciador y estratégico. El productor agropecuario enfrenta desafíos para cubrir los requerimientos exigidos por los consumidores y mercados, según indicaron desde la UNL.

Existe un cambio conceptual en el campo de la gestión de la empresa agropecuaria, evolucionando hacia un proceso de mejora continua. En consecuencia, surge el concepto de Sistema de Gestión Ambiental (SGA) en la producción primaria de alimentos, que tiene por finalidad establecer pautas de cuidado del medio ambiente sin perder la sustentabilidad productiva, según explicó Olga Badino, del Departamento de Producción Animal de la Facultad de Ciencias Agrarias (FCA) de la Universidad Nacional del Litoral (UNL).

“La preocupación por los temas ambientales está cambiando los campos profesionales. La problemática ambiental se está incorporando de manera creciente y la mirada sistémica debe imperar en cada análisis de los factores de riesgo ambiental  de las actividades productivas, consolidando la conciencia ambiental, dando respuestas claras y prácticas al sector productivo”, manifestó Badino.

 

El valor de los residuos

Uno de los principales problemas asociados a la intensificación de los sistemas de producción de leche es el incremento de la cantidad de residuos, compuestos mayormente por las heces y la orina de los animales. Se trata de material sólido y líquido que puede impactar en la calidad del agua, tanto superficial como subterránea, en el suelo y en el aire. “Además es importante considerar las enfermedades transmitidas (zoonosis) y el impacto por los restos de productos utilizados para la salud animal e higiene de las instalaciones, que pueden afectar la salud humana y animal como resultado de su manejo inadecuado. En consecuencia, se afecta la sustentabilidad del sistema productivo en su conjunto”, indicó.

Badino agregó que los productores generalmente son conscientes de los problemas que derivan del manejo inadecuado del estiércol y purines. Sin embargo, muchas veces no lo son sobre la calidad de esos residuos, de los procesos adecuados para su tratamiento, disposición y opciones tecnológicas para el manejo de los nutrientes que contienen. “La utilización racional del estiércol puede valorizarse resultando una fuente de recursos que si se manejan adecuadamente, poseen una cantidad importante de ventajas, entre las que se pueden listar la provisión de macro y micro nutrientes; el mejoramiento de la estructura del suelo, dado que incrementa la cantidad de materia orgánica; la mejora de la capacidad de absorción y retención de agua en el suelo, disminución de la compactación, escurrimiento y erosión y la disminución de la contaminación de cuerpos de agua por vertidos no controlados”, enumeró.

“Los Ingenieros Agrónomos son profesionales claves en el tema, en el asesoramiento al productor respecto a la reutilización y valoración de los residuos ganaderos, materiales valiosos, muchas veces subestimados”, agregó la especialista.

 

Evaluación

Por otra parte, Badino manifestó que para hacer un tratamiento adecuado de los residuos se debe evaluar el impacto de diferentes estrategias que tiendan a mejorar el manejo y la gestión de los líquidos y sólidos, conocer lo que se realiza actualmente en los establecimientos y analizar la posibilidad de mejorar un sistema.

“Para tomar decisiones a escala de predio es necesario obtener información sobre los tipos, cantidad de residuos y su composición, sistemas de tratamiento y almacenamiento existentes y posibilidades técnicas de reutilización. Cada tambo tiene un manejo particular. En principio, lo importante es disminuir la generación y para ello existen estrategias simples y prácticas de carácter operativo, donde la capacitación y concientización del personal es muy importante”, continuó.

Según su óptica, el aprovechamiento de purines o de estiércol requiere una utilización responsable, lo cual significa analizar su contenido de nutrientes y otros elementos; conocer la disponibilidad rápida de esos nutrientes, situación que estará vinculada a su velocidad de mineralización en el suelo una vez aplicados; estimar las necesidades reales de los cultivos y, para no aplicar en exceso, cuál sería la provisión de nutrientes por parte del suelo, entre otros aspectos técnicos y económicos.

“Por último, cabe mencionar que en Argentina existen diferentes normativas generales que se aplican por carencia de normas específicas a las actividades mencionadas, por ello resulta importante trabajar en este aspecto”, culminó Badino.

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