Festejo aniversario

El Instituto de Tecnología de Alimentos celebra 50 años

Lunes 26 de agosto de 2019 / Actualizado el martes 27 de agosto de 2019

El ITA fue fundado en 1969 y, desde sus orígenes, estuvo orientado a la investigación científico-tecnológica. Este Instituto pionero en su especialidad, está celebrando sus primeras cinco décadas de trayectoria.

El Instituto de Tecnología de Alimentos (ITA) de la Facultad de Ingeniería Química (FIQ) de la Universidad Nacional del Litoral fue fundado en 1969. Estuvo, desde sus orígenes, dedicado a la investigación científico-tecnológica y es pionero en su especialidad. Este año conmemora su aniversario número 50.

Los comienzos

María Adela de la Torre es docente investigadora de la casa de estudios y una de las primeras integrantes, aún en actividad, de este Instituto que surge “por las propias necesidades de una zona agrícola-ganadera como es la nuestra. En aquel momento había varios molinos e industrias lácteas muy importantes funcionando en la región, lo que impulsó la decisión de fundar este espacio. El ITA se gestó en una pequeña oficina del edificio Damianovich de nuestra facultad. Poco después, teniendo en cuenta la necesidad de una planta piloto y laboratorios, se movieron sus instalaciones a un gimnasio de la UNL, en el lado Este de la costanera. Allí funcionó durante mucho tiempo hasta que, hace 10 años, fue trasladado a la Facultad de Ingeniería Química. La estructura actual es más moderna y ha brindado más posibilidades, al poder interactuar también con los otros grupos de la facultad y encontrarse más cerca de los estudiantes”, comentó.

En sus orígenes, la entidad se dedicaba exclusivamente a desarrollar investigaciones y dependía directamente del rectorado de la UNL. “En 1980, se creó un Curso de Especialización en Tecnología de los Alimentos para profesionales del sector. Esos fueron los primeros pasos en la actividad de docencia. En 1990, el ITA pasa a depender de la FIQ y dos años después se da origen a la carrera de Maestría en Ciencia y Tecnología de Alimentos. Asimismo, en 1998, se creó la carrera de Ingeniería en Alimentos en la FIQ. Es así que cada área del ITA tiene a su cargo distintas materias que se dictan para estas carreras. A partir de entonces, las actividades de investigación científica y tecnológica se combinaron con las de docencia. Pero además, desde su creación, el ITA realizó actividades de transferencia. Eso generó una gran vinculación con la industria, que se fue acrecentando con los cursos de especialización”, aseguró De la Torre.

Sus principales logros

Investigación, docencia y servicios a terceros son los tres pilares fundamentales del ITA. A lo largo de toda su historia, el instituto ha generado numerosas investigaciones y transferencias a la industria que lo colocaron en el lugar de prestigio que se encuentra hoy: “En estos 50 años, participamos de numerosos proyectos que recibieron financiamiento de distintas líneas nacionales, provinciales y de la propia Universidad. También hemos generado una gran cantidad de publicaciones en revistas refereadas de nivel nacional e internacional y muchísimas presentaciones a congresos. Esas participaciones nos permitieron generar un vínculo fluido con otros institutos y facultades del país o del exterior. En cuanto a la transferencia a la industria, en el Grupo de Panificación, dirigido por el Ing. Hugo Sánchez e integrado por Carlos A. Osella y yo, trabajamos durante 15 años en una fórmula para desarrollar un pan para celíacos, que fue uno de nuestros mayores logros, entre otras transferencias realizadas por otros grupos que también fueron muy importantes. Para nosotros es de suma relevancia poder apoyar a la industria regional, no sólo con transferencias puntuales sino también con asesoramientos y servicios rutinarios. A veces las industrias, sobre todo las más pequeñas, no cuentan con el equipamiento que tenemos en el ITA. Por eso recurren asiduamente a nuestros servicios, ya sea para controlar sus procesos o productos”, expresó de la Torre. Entre los principales logros del ITA, de la Torre también destacó la formación de recursos humanos: “Al principio formábamos principalmente a becarios de la Universidad o pasantes de la Escuela de Gálvez o de Reconquista. En los últimos años se incorporaron muchos tesinistas de distintas facultades de nuestra Universidad y becarios del Conicet. Eso generó una nueva óptica en el instituto, otra forma de encarar las investigaciones y los proyectos a través de esas tesinas y tesis de grado y posgrado”.

Un organismo conectado con la comunidad

Finalmente, De la Torre resaltó la importancia que tiene la existencia de este organismo para el sector académico, para la industria y para la comunidad en general: “Lo más importante es que siempre se apuntó a la investigación aplicada. Es decir, que todos los conocimientos que nosotros pudimos adquirir, todos los desarrollos que pudimos realizar siempre los pensamos con el objetivo de que sean aplicados en la vida. Que puedan ser transferidos a la industria, que puedan ser aplicados en casos concretos y que, en definitiva, puedan aportar a la mejora de la calidad de vida de la población”.

 

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