El día que la tierra tembló

El terremoto de Chile según la ciencia

Lunes 30 de agosto de 2010 / Actualizado el jueves 2 de septiembre de 2010

La energía que liberó la tierra el 27 de febrero fue mayor a la de la bomba atómica de Hiroshima. Las posibilidades de un sismo destructivo en nuestra región son muy pocas, pero no nulas según explicó el geólogo Ernesto Brunetto en un nuevo café científico.

Por donde se lo mire, el terremoto que sufrió Chile en febrero de este año recibe la calificación de “mega”. De todos los eventos sísmicos conocidos en el mundo, se ubica entre los 15 más importantes; el quinto en magnitud si se toman en cuenta sólo los que fueron registrados instrumentalmente.
En una nueva edición de los ya tradicionales cafés científicos se conocieron algunas de las características del monstruoso evento. En la tarde del jueves (26 de agosto), frente a una abundante audiencia que copaba la mesas de La Chopería, el geólogo Ernesto Brunetto se ocupó de explicar cómo “funciona” la tierra y su dinámica.
El foco del terremoto, como detalló Brunetto, se ubicó en Concepción, sin embargo las más de 300 réplicas que se registraron posteriormente delimitaron una zona de ruptura de unos 550 kilómetros de extensión. La costa se elevó entre 1,5 y 2 metros, mientras que en total se registró un desplazamiento de diez metros. Todo esto ocurrió cuando la tierra liberó más energía que la bomba de Hiroshima (la potencia de la bomba es equivalente a un 6,5 en la escala de Richter, mientras que el megaterremoto marcó 8,8).
“La zona de Concepción mostraba un silencio sísmico y eso sirvió para que investigadores predijeran que algo pasaría. En 2009 científicos franceses y chilenos publicaron un trabajo en el que afirmaban que existía una gran probabilidad de que ocurriera un sismo de 8,5 en el área en el futuro inmediato, y no le erraron”, comentó el experto.

La Tierra se mueve
Para poder comprender la ocurrencia de los terremotos, el experto detalló algunas características de las dinámica interna de la Tierra a la que describió como “una maquinita térmica”. Para que la superficie de la tierra se mantenga constante, mientras en una parte se genera corteza, en otras se pierde. “En las zonas de subducción se encuentran dos placas. La más liviana (la continental) cabalga sobre la otra que es mas pesada y fría (la oceánica); y allí se va destruyendo corteza. Así es todo el borde chileno y peruano”, contó.
Según continuó, en los planos de fallas es donde se acumulan las mayores presiones, generadas por la convección de la temperatura interna de la tierra y por el propio peso de las estructuras.  “Se acumula la energía como empujando un elástico y cuando supera la cantidad que pueden soportar las rocas se libera en un instante y en todas las direcciones”, explicó Brunetto.

En la llanura pampeana
Los diez metros de desplazamiento que se experimentaron en el borde de las placas repercutió mucho más lejos. “En Rosario se registró un rebote elástico de 4,5 centímetros, es decir que estos esfuerzos abarcan toda la región. Esto quiere decir que los esfuerzos son menores pero no son nulos en nuestra zona”, señaló.
Para tranquilidad de los asistentes, Brunetto señaló que en el centro de las placas tectónicas –como en gran parte del territorio argentino– pueden existir sismos importantes pero en menor cantidad.
Si bien no existen registros disponibles de sismos a pequeña escala, a partir de fuentes históricas los investigadores conocen la ocurrencia de uno en 1818 en la zona de la isla Martín García. “De acuerdo a los registros de Florentino Ameghino, se trató de un sismo de 5,5 puntos en la escala de Richter”, detalló.
El grupo de trabajo de Brunetto se encuentra en una etapa preliminar de estudios sismológicos en la región, con el objetivo de constatar la existencia de fallas, reconstruir su historia y empezar a conocer sus ciclos. “La falla más importante es la de Tostado-Selva en el límite oeste de Santa Fe, con Córdoba y Santiago del Estero”, indicó.
A pesar de la existencia de fallas y antecedentes sísmicos, Brunetto aclaró que la  probabilidad de que ocurra un sismo destructivo en la llanura es baja pero no cero.

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