Narraciones orales

"Hay que recuperar el deseo de contar las cosas más sencillas"

Lunes 19 de diciembre de 2005

Así lo entiende Ana María Bovo. La docente, actriz y narradora profesional cautivó a su público en el Paraninfo de la UNL. Con una habilidad exquisita para suscitar sueños y recuerdos transitó diversos caminos que bordean la risa, las lágrimas y hasta la vida

Contar cuentos puede ser quizás el ejercicio más antiguo de este mundo, una de las más bellas artes, generadoras de sueños e imaginación, una noble tarea que cumple con el propósito de despertar emociones, sentimientos y por qué no el niño que todos llevamos dentro.

Para entregar un poco de esa magia, la docente y dramaturga Ana María Bovo visitó la ciudad invitada por la Universidad Nacional del Litoral y la Fundación OSDE para culminar el ciclo de conferencias "Pensamientos y propuestas para una sociedad inclusiva". Presentó su obra unipersonal "Cuentos de Humor y Amor, un reencuentro con el placer perdido de que nos cuenten cuentos", un deleite con el que su público se encontró rápidamente.

Los primeros pasos

Cuando Ana María habla de sus inicios recuerda que estuvieron ligados al azar y como si fuera parte de su espectáculo, cuenta "Tuve la fortuna de nacer en un lugar y en un tiempo donde no se agendaban las reuniones, y donde no había teléfono ni timbre en la casa, pero existía una cosa preciosa para las historias que era el imprevisto que alguien golpeara las manos y cayera de pronto. Aparecían en esas visitas progresivas historias que surgían espontáneamente, y fue así como comencé a interesarme muchísimo por esos narradores sin saber que más adelante serían mi modelo estético a la hora de contar".

Sin embargo cuando evoca la imagen de un hombre que marcó su destino y la incentivó el placer por narrar, la primer figura es la de su padre "Mi maestro inspirador fue mi papá, que aunque su profesión no tenía que ver con la literatura, tenía el don de la oportunidad para saber qué decir y cuándo decirlo, sabía donde rendía más dramáticamente una información- rememora emocionada la narradora- me enseñó, sin saberlo, que los narradores eficaces eran aquellos que omitían gran parte de la información, trabajando la elocuencia medida de quien narra para habilitar la elocuencia de quien escucha".

Es importante mantener este orden del relato para generar la expectativa del que está escuchando ansioso "no es como en las matemáticas que el orden de los factores no altera el producto, sino que aquí un dato antes o después puede desequilibrar para bien o para mal toda una historia"- explica la contadora de cuentos, a la vez que afirma que para aprender a estructurar historias "hay que saber sostener la atención del otro minuto a minuto. El desafío más grande es crear tensión todo el tiempo, aún donde no lo hay".

La magia del decir

Eduardo Galeano sostiene que "Cuando es verdadera, cuando nace de la necesidad de decir, a la voz humana no hay quien la pare. Si le niegan la boca, ella habla por las manos, o por los ojos, o por los poros, o por donde sea. Porque todos tenemos algo que decir a los demás, alguna cosa que merece ser por los demás celebrada". Y así también lo cree Bovo mientras se mueve por el escenario con la extrema delicadeza de quien sabe hablar también con los ojos y con el gesto "La oralidad tiene la particularidad del momento inasible del aquí- ahora, que hace muy afortunado y vibrante el encuentro con la gente. A la hora de contar el cuerpo es un compañero maravilloso que a través de su presencia va dibujándose en el espacio, favoreciendo la transmisión de emociones"- afirma la cuentista.

Las historias al ser contadas se convierten en un modo de generar vida, sirven para curar heridas o dotar un momento triste de alegría " Contar cuentos es para mí una expresión de ida y vuelta, por un lado es una necesidad espiritual y estética personal y por otro siento que puedo hacer feliz a muchos aunque sea por un rato"- dice convencida la relatora al referirse a su gran pasión.

Reencontrar el placer perdido

En un mundo invadido por medios audiovisuales de comunicación, los hábitos parecen cambiar y la narración oral corre riesgo de desaparecer "Estamos retrocediendo pensando que lo que tenemos para decir no tiene ninguna importancia, que lo que está en la televisión es lo único que está convalidado por las mediciones de audiencia o por la popularidad de la gente que está ahí- comenta la narradora mientras reflexiona - Hay que recuperar el deseo de contar las cosas más sencillas, porque cuanto más rebuscado y sofisticado sea el discurso que pretendamos tomar para competir con los comunicadores públicos vamos a perder. La sencillez para contar es un valor imprescindible para ponerse en marcha".

Por otro lado aunque destaca la gran necesidad que tiene la gente de hablar también reconoce la importancia de saber escuchar "Creo que domesticar la lengua para habilitar el oído es un ejercicio muy necesario, hay que llamarse al silencio para después narrar, se dice que cuenta bien, quien ha mirado bien y sobre todo quien ha escuchado bien"- afirma Ana categórica.

Narrar para vivir

Haciendo un balance de los años transcurridos de vivir narrando miles de recuerdos se agolpan impacientes en la memoria "Soy sobreviviente de la dictadura y en cierto modo contar me ha permitido vivir más tiempo, sobrevivir lo más dignamente posible a mis amigos desaparecidos- recuerda todavía estremecida- por eso, en esta profesión que elegí me siento absolutamente expresada porque elijo siempre lo que quiero decir, un lujo para una actriz después de tantos años de silencios".

"En unos cuántos años más me imagino como hoy contando relatos, creo que vamos a envejecer bien mis cuentos y yo, porque mi arte no está basado en mi belleza personal sino en la belleza de las historias, y me bastan ellas para sentirme totalmente protegida del paso del tiempo"- dice Ana María regalando una última sonrisa mientras se aleja con su gracia al andar y toda esa luz que desprenden aquellas personas que saben contar mejor que nadie cuentos.

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