Industria lechera

Investigan cómo afecta la calidad del agua en la producción lechera

Jueves 20 de diciembre de 2007

Las vacas lecheras pueden beber agua con elevados contenidos de sales sin que esto afecte la cantidad ni la calidad de su producción. El resultado es parte de un trabajo realizado por científicos de la UNL.

En la industria lechera, muchos son los factores que influyen en la cantidad y calidad de la producción: el calor, el frío, la alimentación y hasta las comodidades con que cuentan los animales. Pero el agua, por más que contenga excesivos niveles de sal, no afecta la producción total, ni tampoco la composición general de la leche.
Según determinaron investigadores de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) luego de diferentes estudios con animales de alta y baja producción, el rumen de la vaca es capaz de "amortiguar" los elevados niveles de sales, impidiendo que afecten a la cantidad de leche producida y a su composición. Esta característica se conoce como "efecto buffer" y refiere a la capacidad de neutralizar los cambios en el pH.
El agua con excesivo contenido de sal es propia de regiones como el norte de nuestra provincia, donde los suelos tienen menos calidad y es también menor la disponibilidad de agua de bebida para los animales.
"Los tambos se instalan en zonas de suelos regulares, disminuyendo la cantidad y calidad del agua a la que acceden. En el 90 % de los casos, el agua utilizada es subterránea y en épocas de sequías, éstas se concentran en salinidad", explicó Oscar Sbodio, docente e investigador del Instituto de Tecnología de los Alimentos (ITA), dependiente de la Facultad de Ingeniería Química (FIQ) de la UNL.

El trabajo
Desde ese lugar, junto con el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (Inta) y la Cooperativa Tambera y Agropecuaria Nueva Alpina Ltda., los investigadores desarrollaron una serie de trabajos experimentales a fin de conocer la incidencia de la calidad del agua en la producción lechera.
En primera instancia, estudiaron un grupo de vacas Holando Argentino de baja producción -16 a 17 litros por día- y a las que dividieron en dos lotes de 30 animales cada uno. Todas las condiciones fueron iguales: la alimentación, el manejo, número de lactancias, ambos grupos se encontraban libres de brucelosis y tuberculosis, entre otros factores tenidos en cuenta. La única variable fue el contenido salino del agua de bebida. A un grupo se le suministró agua con 1.000 miligramos por litro (mg/L); al otro 10.000 mg/L de Sólidos Disueltos Totales (SDT). Luego se comparó periódicamente la leche producida por ambos lotes.
"El impacto no fue tan representativo. Sólo observamos el 2,6 % de aumento significativo de los Sólidos Totales de la leche que producían las vacas que tomaban agua con 1.000 mg/L de SDT. También pudimos ver que había una tendencia en el incremento de las proteínas en el mismo sentido. En cuanto a la cantidad, no había diferencias significativas en la producción. Ambos lotes produjeron similar cantidad de leche y tampoco varió su contenido en sales solubles como sodio, potasio y cloruros", comentó Sbodio.
Al margen de estos resultados, se observó que el agua desalinizada (con menor contenido de SDT) utilizada en la higiene del tambo demandó menos insumos. Es decir, era más fácil y barato limpiar el tambo cuando se utilizaba agua desalinizada.
A fin de obtener datos más precisos, los científicos planearon un segundo ensayo sobre vacas de alta producción -alrededor de 35 litros por día-. A un lote de 18 vacas Holando Argentino se le ofreció agua con distintas concentraciones de sales (1.000, 5.000 y 10.000 mg/L de SDT) en un estudio de diferentes etapas que duró cuatro meses.
A nueve de estas vacas se le colocó una sonda en el sistema digestivo con el objeto de tomar muestras del licor ruminal, que es el producto de la fermentación del alimento y las bacterias que habitan en el vientre del animal.
Este trabajo no sólo corroboró los resultados anteriores (no mostró alteraciones en la producción láctea) sino que también puso en evidencia la capacidad del rumen para "amortiguar" las sales que ingiere la vaca sin que esto incida en la producción.

Concentración de sales
Las concentraciones de sales en el agua subterránea varían según la zona. De acuerdo con las recomendaciones internacionales, el agua de bebida animal no debería superar los 5.000 mg/L de SDT. En la región, existen napas con menor cantidad a las recomendadas, pero las mediciones aumentan en algunas zonas, como por ejemplo en la provincia de Santiago del Estero.
"La zona de Colonia Alpina y Ceres tienen alrededor de 7.000 mg/L de SDT promedio. Pero se llegaron a detectar niveles de 18.000 y hasta 20.000 mg/L. Para tener como referencia, el agua de mar tiene una concentración de 35.000 mg/L", sostuvo Sbodio.
Otro factor a tener en cuenta es el tipo de sales que posee el agua. "El agua de la región se caracteriza por tener un alto contenido de sulfato que combinado con el magnesio tiene un efecto laxante en los animales", aclaró el especialista.

Tecnología específica
Existe tecnología capaz de disminuir la concentración de sales en el agua. De acuerdo con los investigadores, esto es una ventaja, ya que si bien no afectaría directamente a la producción lechera, puede reducir los costos de limpieza y mantenimiento de sus equipos al ponerlos en contacto con agua de mucho mejor calidad que prolongará la vida útil del equipamiento.
Ósmosis Inversa es un proceso que, utilizando una membrana semipermeable y presión, permite obtener agua con un bajo contenido de sales a la vez que remueve los contaminantes orgánicos. Durante los experimentos, los investigadores se valieron de esta tecnología, suministrada por la empresa Osmótika SA para desalinizar el agua
En futuros trabajos se propone estudiar los costos de incorporación de esta tecnología, considerando el ahorro que implica en materiales de limpieza y la disminución de la corrosión de equipos y estructuras edilicias, logrando una mayor vida útil.

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