Conferencia en el Paraninfo
La Constitución entre dos tensiones
Lunes 6 de octubre de 2003
El historiador y columnista Natalio Botana dictó una conferencia sobre los 150 años de la Constitución Nacional. De este modo prosiguen las actividades de conmemoración organizadas por la UNL. Reflexionó sobre las “Vertientes de ideas en la Constitución
Invitado por la Universidad Nacional del Litoral a dictar una conferencia en el marco del ciclo conmemorativo por los 150 años de la sanción de la Constitución titulado “La Constitución Nacional. 150 años después”, el historiador miembro de la Academia Argentina de Historia y analista político que posee una columna en el diario La Nación visitó nuestra ciudad.
En la charla con Natalio Botana, que se define a sí mismo como un “liberal con mayúsculas”, la realidad nacional se cuela en cada respuesta. Preocupado por interpretar la política nacional y el devenir de las hegemonías provinciales, Botana reconoce muchas de las tensiones entre el pensamiento conservador y el pensamiento progresista que todavía hoy caracteriza la discusión política en la Argentina en los debates previos a la Constitución de 1853.
Si nos atenemos a las ideas madres del ’37, yo diría que ahí existe una gran tensión entre lo que podríamos llamar una visión conservadora de la Constitución y otra visión que la piensa como un instrumento de cambio.
Esto último entendido como la ambición de crear una nueva sociedad. Esa tensión es muy clara en el pensamiento de Alberdi y en la segunda edición de las Bases que acompaña el proceso de constitución y es la edición que tienen los constituyentes que sesionan aquí en Santa Fe”.
En una Constitución que está dividida desde su origen entre dos vertientes de ideas claras y a la vez contrapuesta, Natalio Botana reconoce que “la idea de Alberdi es muy clara en ese sentido. Lo que sostiene es que hay que establecer una fórmula mixta, que combine varias tradiciones, para darnos un orden político muy fuerte, capaz de detener los atisbos de anarquía y la realidad de guerra civil que imperaba en el país. Desde este punto de vista la visión de Alberdi es muy conservadora. Desde otro punto de vista, Alberdi lo que propone es que esa Constitución debía ser la palanca para la transformación social del país”.
“La Constitución de 1853 ya en su origen tiene una tensión muy grande. Es una Constitución que pacta el orden y al mismo tiempo lanza a la Argentina a la aventura del progreso. El pacto del orden es muy claro en el debate religioso. La tensión está presente en una Constitución que dice que el presidente de la Nación tiene que practicar el culto Católico Apostólico Romano y que al mismo tiempo establece la libertad de culto para los ciudadanos. La interpretación conservadora siempre entendió esto como un país que estaba representado por el culto católico y el pensamiento progresista, representado por el radicalismo, el socialismo o la democracia progresista, interpretaba que era un país que tendía a ser laico”, analiza Botana.
Esas tensiones se extienden hasta el siglo pasado, cuando los movimientos políticos y sociales hacen cada uno sus propias interpretaciones de las vertientes presentes en la carga magna y buscan imponer sus lecturas.
Botana sostiene que “en el siglo XX hay un intento muy grande de los conservadores reformistas, como Roque Sáenz Peña, Joaquín V. González, quienes ven la necesidad de superar esa dicotomía. Luego el radicalismo también se hará cargo de esa tensión en la transición a la democracia que ellos encabezan. Y el peronismo también sufrirá las consecuencias de esas tensiones de origen”.
En la charla con Natalio Botana, que se define a sí mismo como un “liberal con mayúsculas”, la realidad nacional se cuela en cada respuesta. Preocupado por interpretar la política nacional y el devenir de las hegemonías provinciales, Botana reconoce muchas de las tensiones entre el pensamiento conservador y el pensamiento progresista que todavía hoy caracteriza la discusión política en la Argentina en los debates previos a la Constitución de 1853.
Orígenes constitucionales
El historiador reconoce los fundamentos más fuertes de la Constitución Nacional en el pensamiento de la Generación del ’37 de la Sarmiento y Alberdi son referentes centrales. “La filiación que la Constitución de 1853 tiene con la llamada Generación del ’37 es muy grande –explica Botana-.Si nos atenemos a las ideas madres del ’37, yo diría que ahí existe una gran tensión entre lo que podríamos llamar una visión conservadora de la Constitución y otra visión que la piensa como un instrumento de cambio.
Esto último entendido como la ambición de crear una nueva sociedad. Esa tensión es muy clara en el pensamiento de Alberdi y en la segunda edición de las Bases que acompaña el proceso de constitución y es la edición que tienen los constituyentes que sesionan aquí en Santa Fe”.
En una Constitución que está dividida desde su origen entre dos vertientes de ideas claras y a la vez contrapuesta, Natalio Botana reconoce que “la idea de Alberdi es muy clara en ese sentido. Lo que sostiene es que hay que establecer una fórmula mixta, que combine varias tradiciones, para darnos un orden político muy fuerte, capaz de detener los atisbos de anarquía y la realidad de guerra civil que imperaba en el país. Desde este punto de vista la visión de Alberdi es muy conservadora. Desde otro punto de vista, Alberdi lo que propone es que esa Constitución debía ser la palanca para la transformación social del país”.
Orden y progreso
Para Botana, la concreción de nuestra carta magna sancionada en Santa Fe en 1853, como una necesidad imperante para la organización del país, anida en su seno la tensión entre el pensamiento conservador y progresista que todavía está vigente en la Argentina.“La Constitución de 1853 ya en su origen tiene una tensión muy grande. Es una Constitución que pacta el orden y al mismo tiempo lanza a la Argentina a la aventura del progreso. El pacto del orden es muy claro en el debate religioso. La tensión está presente en una Constitución que dice que el presidente de la Nación tiene que practicar el culto Católico Apostólico Romano y que al mismo tiempo establece la libertad de culto para los ciudadanos. La interpretación conservadora siempre entendió esto como un país que estaba representado por el culto católico y el pensamiento progresista, representado por el radicalismo, el socialismo o la democracia progresista, interpretaba que era un país que tendía a ser laico”, analiza Botana.
Esas tensiones se extienden hasta el siglo pasado, cuando los movimientos políticos y sociales hacen cada uno sus propias interpretaciones de las vertientes presentes en la carga magna y buscan imponer sus lecturas.
Botana sostiene que “en el siglo XX hay un intento muy grande de los conservadores reformistas, como Roque Sáenz Peña, Joaquín V. González, quienes ven la necesidad de superar esa dicotomía. Luego el radicalismo también se hará cargo de esa tensión en la transición a la democracia que ellos encabezan. Y el peronismo también sufrirá las consecuencias de esas tensiones de origen”.