ESPACIOS CREATIVOS

La memoria como objeto para el arte

Martes 9 de septiembre de 2014 / Actualizado el martes 9 de septiembre de 2014

Con la coordinación del escenógrafo Norberto Laino, quince jóvenes artistas trabajan en la instalación colectiva “El fetiche de la memoria”, en el Patio Oeste del Rectorado de la UNL. El miércoles ya estaría el proyecto terminado.

Partiendo de un manifiesto sobre la memoria del filósofo ucraniano Ilya Kabakov, quince jóvenes artistas trabajan en la instalación colectiva “El fetiche de la memoria”, en el Patio Oeste del Rectorado de la UNL. Es uno de los espacios creativos propuestos para esta Bienal de Arte Joven.

Coordinados por el escenógrafo Norberto Laino, la propuesta nació a partir del texto de Kabakov. “Mandé ese texto para que los participantes lo lean y presenten una propuesta sobre lo que ellos entienden sobre la memoria y un objeto fetiche para trabajar sobre ello, lo que significa para ellos en relación a sus emociones y recuerdos”, explica Laino.

Lo primero que apareció como fetiche y denominador común de la memoria fue el río. El río como espacio identitario de Santa Fe. “Inmediatamente vino el agua, primero de la mano de  la inundación pero ninguno de nosotros quería caer en ese único sentido, aunque sí está latente en el inconsciente, preferimos llevarlo hacia otro lado, hacia el  recuerdo de las vivencias de cada uno, un recuerdo personal, lo que permite que el que mira pueda asociarlo a lo que quiera”, destacó Luz Marina García, una de las artistas involucradas.

Ese recuerdo del río se trabajó temáticamente en relación a las visiones de lo “bueno” y lo “malo” que significa para los participantes. “El agua como metáfora del Salado, el Paraná y la Laguna y haciendo hincapié en lo que es el río para el santafesino. Sobre los recuerdos históricos que uno tiene en la memoria, ha sido muy doloroso trabajar sobre el tema de la inundación, eso me llamó la atención. La importancia del río y su visión en relación a recuerdos felices también se pusieron en juego al momento de producir el espacio”, explicó Laino.

Ahí aparecieron las pelopinchos como objetos de recuerdo de la niñez, del juego, de momentos felices. “Se trabajó con materiales de descarte, eligiendo esos materiales y viendo qué propiedades tienen esos materiales como objetos y convertirlos o metamorfosearlos en otra cosa que sea el fetiche del recuerdo. Hemos fraccionado los temas, lo relacionado al agua, lo que tiene que ver con la ciudad, a las balsas, a la flora, siempre el anclaje es el río”.

Los participantes han sabido agruparse y desarrollar sus habilidades en relación a cada necesidad del trabajo. “Me interesa que entre ellos haya cierta comunión, porque la idea de este espacio es generar interés para que sigan trabajando a futuro”, apuntó Laino.

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