Ciencia y Técnica
La primavera, en pleno cambio climático
Lunes 18 de septiembre de 2006
La temperatura ambiente se incrementa poco a poco, pero el motivo no es sólo el cambio de estación. El mundo está siendo testigo de un fenómeno llamado "cambio climático", que se evidencia en un clima cada vez más cálido. El tema fue tratado en el informe cent
La primavera está llegando y, con ella, los primeros calores de la temporada, que se anticipa será más tórrido que nunca. Es que más allá de los habituales cambios de estación, el mundo está experimentando modificaciones en el clima que ya se evidenciaron en el incremento en la temperatura, que subió 0,6Á‚º en promedio en los últimos 150 años. Como consecuencia, la superficie del mar se calentó, y se ha comprobado que los cascos polares se están derritiendo poco a poco, lo que trajo aparejado un aumento en el nivel de las aguas.
También hay señales de estos cambios globales en nuestra región. Investigadores de la Facultad de Ingeniería y Ciencias Hídricas (FICH) de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) determinaron que actualmente la región Litoral-Mesopotámica atraviesa un período denominado hiperhúmedo, que se caracteriza por un incremento promedio del 20% en las precipitaciones y el 35% en los caudales de ríos.
El estudio, dirigido por el Dr. Norberto García, indica que la región Litoral-Mesopotámica atravesó en el último siglo tres períodos claramente diferenciados: uno húmedo, a principios del siglo XX; otro seco, entre 1930 y 1960; y otro que todavía persiste, denominado hiperhúmedo, caracterizado por el incremento en las precipitaciones, los caudales de los ríos y los niveles freáticos.
Los expertos estudian desde hace años la variabilidad climática en la zona del Litoral y la Mesopotamia, a partir del seguimiento de documentos que datan de 1850. En este sentido, rastrearon bases de datos de estaciones meteorológicas y observatorios y buscaron "señales repetidas dentro de ese lapso de tiempo, básicamente siguiendo la evolución de tres indicadores: precipitaciones, niveles freáticos y caudales de los principales ríos", según manifestó el Dr. Norberto García, director del grupo de investigación, integrado además por el Dr. Carlos Krepper y la Ing. María del Valle Venencio.
"Se puede establecer que en los últimos 150 años en la región ha habido períodos húmedos, períodos secos y períodos hiperhúmedos", explicó García. "Hemos detectado un período húmedo a principios del siglo 20; uno seco entre el 30 y el 60, que se refleja también en los caudales del río; y finalmente otro mucho más húmedo, que llamamos hiperhúmedo, a partir de los 70", agregó. Desde entonces, los investigadores comprobaron que las lluvias se incrementaron en un 20% y que los caudales de los ríos son 35% más abundantes. En sintonía con esos incrementos, el grupo corroboró que los niveles freáticos subieron en algunas regiones de 10 a 3 metros medidos desde la superficie.
Los datos forman parte del informe central de la última edición de ConCIENCIA, la revista de divulgación de la UNL, que se edita en forma semestral y se distribuye en forma gratuita en organismos públicos, escuelas y ONG.
El calentamiento global, tal el nombre con que se ha bautizado a este fenómeno, tiene su origen más directo en la emisión de gases de "efecto invernadero", que se han ido incrementando progresivamente desde el comienzo de la era industrial, a partir de la instalación de numerosas fábricas y de que el hombre comenzó a utilizar medios de transporte a combustión para trasladarse.
Técnicamente, la Tierra recibe energía del Sol y la remite nuevamente hacia el espacio; en ese proceso, la atmósfera retiene parte de esa energía, lo que provoca que la temperatura media del planeta sea cercana a los 15 grados. Es por eso que, cuando se presentan en proporciones naturales, los gases de efecto invernadero (o GEI) son vitales para la vida en la Tierra, porque actúan regulando la temperatura.
El problema comienza cuando las emisiones de estos gases (los más importantes son el dióxido de carbono, el metano y el óxido nitroso) aumentan sus niveles, como lo han hecho desde la Revolución Industrial. Cuando esto sucede, la Tierra termina reteniendo el calor de manera excesiva, lo que genera el calentamiento global de su superficie.
La concentración de dióxido de carbono en la atmósfera aumentó progresivamente, desde el siglo XVIII, de 280 a 365 partes por millón. Hoy se emiten anualmente alrededor de 7.900 millones de toneladas de carbono en la atmósfera, de las cuales 6.300 millones derivan de la quema de combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas natural) y 1.600 millones surgen como consecuencia de las talas indiscriminadas de árboles.
Lo que agrava aún más el panorama es que los GEI persisten en la atmósfera por décadas y a veces siglos, y el sistema climático se ajusta a ellos con varias décadas de retraso. Por eso, debido a las emisiones pasadas y por más que se realicen acciones para mitigarlas en el presente, el cambio climático para las próximas tres generaciones ya es inevitable.
"Lo que va a suceder en los próximos 100 años es imposible de predecir: casi todo va a depender de cómo se comporte el hombre", arriesgó García.
También hay señales de estos cambios globales en nuestra región. Investigadores de la Facultad de Ingeniería y Ciencias Hídricas (FICH) de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) determinaron que actualmente la región Litoral-Mesopotámica atraviesa un período denominado hiperhúmedo, que se caracteriza por un incremento promedio del 20% en las precipitaciones y el 35% en los caudales de ríos.
El estudio, dirigido por el Dr. Norberto García, indica que la región Litoral-Mesopotámica atravesó en el último siglo tres períodos claramente diferenciados: uno húmedo, a principios del siglo XX; otro seco, entre 1930 y 1960; y otro que todavía persiste, denominado hiperhúmedo, caracterizado por el incremento en las precipitaciones, los caudales de los ríos y los niveles freáticos.
Los expertos estudian desde hace años la variabilidad climática en la zona del Litoral y la Mesopotamia, a partir del seguimiento de documentos que datan de 1850. En este sentido, rastrearon bases de datos de estaciones meteorológicas y observatorios y buscaron "señales repetidas dentro de ese lapso de tiempo, básicamente siguiendo la evolución de tres indicadores: precipitaciones, niveles freáticos y caudales de los principales ríos", según manifestó el Dr. Norberto García, director del grupo de investigación, integrado además por el Dr. Carlos Krepper y la Ing. María del Valle Venencio.
"Se puede establecer que en los últimos 150 años en la región ha habido períodos húmedos, períodos secos y períodos hiperhúmedos", explicó García. "Hemos detectado un período húmedo a principios del siglo 20; uno seco entre el 30 y el 60, que se refleja también en los caudales del río; y finalmente otro mucho más húmedo, que llamamos hiperhúmedo, a partir de los 70", agregó. Desde entonces, los investigadores comprobaron que las lluvias se incrementaron en un 20% y que los caudales de los ríos son 35% más abundantes. En sintonía con esos incrementos, el grupo corroboró que los niveles freáticos subieron en algunas regiones de 10 a 3 metros medidos desde la superficie.
Los datos forman parte del informe central de la última edición de ConCIENCIA, la revista de divulgación de la UNL, que se edita en forma semestral y se distribuye en forma gratuita en organismos públicos, escuelas y ONG.
El cambio climático
"En el planeta ha habido muchos cambios climáticos sin la presencia del hombre. El condimento hoy es que el hombre está generando una cantidad de componentes atmosféricos que hacen que las temperaturas se eleven. Esto significa que estamos alterando el desarrollo natural del clima, porque todo lo que hace el hombre altera el sistema climático", agregó.El calentamiento global, tal el nombre con que se ha bautizado a este fenómeno, tiene su origen más directo en la emisión de gases de "efecto invernadero", que se han ido incrementando progresivamente desde el comienzo de la era industrial, a partir de la instalación de numerosas fábricas y de que el hombre comenzó a utilizar medios de transporte a combustión para trasladarse.
Técnicamente, la Tierra recibe energía del Sol y la remite nuevamente hacia el espacio; en ese proceso, la atmósfera retiene parte de esa energía, lo que provoca que la temperatura media del planeta sea cercana a los 15 grados. Es por eso que, cuando se presentan en proporciones naturales, los gases de efecto invernadero (o GEI) son vitales para la vida en la Tierra, porque actúan regulando la temperatura.
El problema comienza cuando las emisiones de estos gases (los más importantes son el dióxido de carbono, el metano y el óxido nitroso) aumentan sus niveles, como lo han hecho desde la Revolución Industrial. Cuando esto sucede, la Tierra termina reteniendo el calor de manera excesiva, lo que genera el calentamiento global de su superficie.
La concentración de dióxido de carbono en la atmósfera aumentó progresivamente, desde el siglo XVIII, de 280 a 365 partes por millón. Hoy se emiten anualmente alrededor de 7.900 millones de toneladas de carbono en la atmósfera, de las cuales 6.300 millones derivan de la quema de combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas natural) y 1.600 millones surgen como consecuencia de las talas indiscriminadas de árboles.
Lo que agrava aún más el panorama es que los GEI persisten en la atmósfera por décadas y a veces siglos, y el sistema climático se ajusta a ellos con varias décadas de retraso. Por eso, debido a las emisiones pasadas y por más que se realicen acciones para mitigarlas en el presente, el cambio climático para las próximas tres generaciones ya es inevitable.
"Lo que va a suceder en los próximos 100 años es imposible de predecir: casi todo va a depender de cómo se comporte el hombre", arriesgó García.