En verano

Parásitos: un riesgo que crece junto con la temperatura

Lunes 2 de febrero de 2009

El calor y la humedad son las condiciones ideales para que se desarrollen los parásitos. Muchos de nuestros hábitos nos predisponen a la infección por estos organismos que habitan en las carnes, las frutas o verduras e incluso en el agua. Qué hacer para evitar

La época estival predispone a la aparición de enfermedades y afecciones que no tienen tanta notoriedad durante el resto del año. Uno de los problemas más comunes es el de los parásitos y la prevención es un camino para evitarlos.
“Una de las causas importantes en la transmisión de la parasitosis es el consumo de alimentos con elementos infectantes. Los parásitos tienen diferentes ciclos de vida ó ciclos biológicos: en la mayoría de ellos, el ciclo comienza por la ingesta del elemento infectante (un huevo o un quiste) que generalmente se transmite oralmente al beber agua contaminada con heces de personas parasitadas, al lavar verdura con agua infectada o al estar contaminada el agua de recreación de una piscina o un lago, por ejemplo; pero también a través de los alimentos”, indicó el profesor Pedro Sarsotti Falcón, docente e investigador de la Universidad Nacional del Litoral (UNL).
“La prevención es muy importante para cortar el ciclo biológico. El hombre ingiere el elemento infectante, que llega generalmente al intestino desarrollando la forma adulta y allí libera los elementos que propagarán la enfermedad”, afirmó.
En este sentido, sostuvo que hay alimentos como el berro, vegetal acuático que por lo común se ingiere en ensaladas, que presenta adheridos en el revés de su hoja las metacercarias: formas infectantes de Fasciola hepática, un parásito cuya particularidad es que su habitat son los conductos biliares, lo que ocasiona graves daños hepáticos. Al comer ese vegetal, el elemento infectante se libera en el intestino para luego perforar sus paredes e ir al hígado. Allí finalmente madura y se aloja en los canalículos biliares produciendo una acción mecánica de obstrucción, por lo cual el paciente presenta un color amarillento como si padeciese una hepatitis viral. Es un parásito que produce muchas toxinas que irritan el hígado y lo inhabilitan en su funcionamiento.
Pero además, continuó el profesor de la Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas (FBCB – UNL), hay otros parásitos como las Tenias, que producen quistes en la carne vacuna o la de cerdo que luego son consumidas por el ser humano y llegan al estadío adulto en su cuerpo: “La famosa lombriz solitaria o Tenia saginata puede medir más de diez metros, ocupa lugar ocasionando alteraciones funcionales, pero además consume los nutrientes del hombre. La mayoría de los parásitos se presentan de a miles, pero la Tenia saginata vive sola y es excepcional que haya más de una. Por su parte, la Tenia solium, parásito que porta el cerdo, es un poco más chica, pero puede llegar a medir seis metros”, añadió.

Comida segura
Según Sarsotti, lo conveniente al ingerir carnes es una adecuada cocción. “No hay que confiarse en el salado o en el limón que se le agrega frecuentemente a las carnes crudas. Incluso el congelado tampoco es seguro, ya que hay mucho parásitos que pueden sobrevivir al frío”, aseveró.
Muchas veces las personas no se percatan de que al comer una hamburguesa se puede producir la transmisión de parásitos. También el hecho de ir a un comedor que no tiene un buen aislamiento de los baños y la cocina, posibilita que las moscas se trasladen, a través de las aberturas de ventilación, desde la materia fecal portando bacterias hacia los alimentos y viceversa.
“Se debe tener mucho cuidado cuando se come fuera de la casa, porque lamentablemente es un riesgo. Si un grupo de 20 personas pide una parrillada con ensalada, es difícil que el personal se tome dos horas para limpiar toda la verdura como se debe”, graficó.
A su vez, se debe tener precaución en el consumo de carnes sin cocer, hábitos propios de algunas colectividades. “Hay gente que poco a poco comienza a comer la carne más cruda y eso es un problema no sólo por los parásitos, sino también por las bacterias”, enfatizó Sarsotti.
Pero también es importante la higiene de las manos luego de usar el baño y antes de ingerir alimentos, el lavado de las frutas y las verduras, la eliminación de las excretas a través de un buen sistema cloacal o, en su defecto, el tratamiento de las heces con cal o el uso de baños químicos.

Casos graves
Sarsotti destacó que existen diferentes variedades de parásitos y cada una produce distintas afecciones. Un ejemplo es la Giardia lamblia, parásitos microscópicos, muy comunes en los niños, que tienen ventosas con las cuales se adhieren al intestino y prácticamente lo tapizan. Por ende, el órgano no puede hacer su trabajo de absorción, pero, por otro lado, consumen también nutrientes y producen una reacción irritante que provoca diarreas y llevan al chico a la desnutrición.
Por otro lado, hay parásitos que producen lesiones graves que pueden desencadenar la muerte. Un caso es el del Dioctofima renale que llega al ser humano a través de la ingesta de peces o ranas. Al comer la carne poco cocida de esos animales, el parásito se libera en el intestino, lo atraviesa y va al riñón. Allí alcanza su etapa adulta tomando la forma de un gusano de color rojo intenso que se alimenta del tejido renal. “Puede llegar a medir hasta un metro. La particularidad de este gusano es que al estar en el riñón sus huevos se liberan por la orina, a diferencia de otros que se liberan por materia fecal. Aunque en Santa Fe el pescado se acostumbra a comer frito y bien cocido, se debe tener cuidado, ya que algunas colectividades tienen entre sus hábitos culturales la preparación de comidas basadas en pescado crudo. También es común que ese parásito aparezca en los perros que pueden diseminarlo en las plantas al orinar”, relató.

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