Desarrollo científico
Arquitectos de la UNL proponen modelos de viviendas sociales
Martes 3 de septiembre de 2002
Se trata de viviendas que pueden adaptarse a zonas inundables y que plantean un manejo racional de los recursos energéticos. “Buscamos la manera de adaptar los sistemas de construcción a nuestro hábitat”, dicen los investigadores.
Un grupo de investigadores de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) trabajan en el diseño de viviendas de interés social que concilien aspectos que muchas veces son dejados de lado en la arquitectura: uso racional de la energía, respeto al medio ambiente, y bajos costos, teniendo en cuenta las condiciones de nuestro clima y los constantes ciclos de inundaciones.
Para eso, ya preparan las conclusiones del proyecto de investigación Elaboración de un modelo constructivo espacial tendiente a la consolidación de las poblaciones naturalmente radicadas en la zona de islas correspondiente al área de influencia de la ciudad de Santa Fe, con las que pretenden realizar “sugerencias de mejora para viviendas populares” y “aportar nuevos elementos a las pautas de diseño”. Así lo explicaron los arquitectos Alberto Maidana y Cesar Bruschini, codirector e integrante respectivamente del equipo que desde 1996 trabaja en el marco de los Cursos de Acción para la Investigación y el Desarrollo (CAI+D), que promueve la Secretaría de Ciencia y Técnica de la UNL y del que también participan los arquitectos Griselda Armelini, Marcelo Cerati, Guillermo Quilici.
Partiendo de la necesidad de ofrecer un servicio a personas de escasos recursos, y de sumar a la discusión el aporte de investigadores, se propusieron mediante el diseño “aproximarse a zonas optimas de confort” a partir del uso de “una buena condición de ventilación y control solar”, para lo cual definieron niveles de calidad, trabajaron en el ideal de temperatura ambiental interior y exterior e incorporaron nuevos materiales.
“Finalmente definimos trabajar con paneles mixtos de construcción en seco, con terminación exterior de chapa de hierro galvanizado, revestimiento interior de roca de yeso y agregando el poliestireno expandido (telgopor), más una cámara de aire pequeña como barrera térmica. Con estos materiales se consiguen calidades similares o superiores a una tecnología tradicional”, explicó Bruschini.
Para el techo se propone materiales de características similares al de los muros, es decir, chapa de hierro galvanizado que, a pesar de que absorbe mucha temperatura, por medio de la utilización de una correcta aislación térmica se evita que la temperatura pase en forma directa. “A eso se le agregó una barrera anticondensación que evita el goteo y la degradación del material por la humedad que por dicho efecto puede pasar al interior y cierre antiinsectos, siempre trabajando con revestimientos interiores de madera que forman parte de la estructura de cubierta”, agregó Maidana. En cuanto a las aberturas, fundamentales para regular la energía calórica que ingresa con el sol, se incluyeron cerramientos móviles con doble función de aleros o postigones que “sirven tanto como protección para la abertura como para evitar esa radiación tan importante que produce ingreso de calor en períodos estivales, pero permite el ingreso del mismo en invierno”.
“La abertura se pensó como un módulo completo –aclaró Maidana-, que incluye un regulador de corrientes de aire. En verano permite que circule el aire por sobre la abertura: esto posibilita que todo el aire caliente que se concentra en el techo de la vivienda se renueve”. Además, se incluyen rejillas permanentes, con una circulación de aire menor pero constante, durante todo el año.
Finalmente, el modelo debía contemplar una variable inevitable en la zona costera santafesina: las inundaciones. “La construcción se plantea encaballada sobre pilotes”, indicó Maidana, y agregó: “Se puede trabajar con postes de madera impregnada o, de acuerdo con el lugar, con una estructura muy liviana sobre el terreno natural, si es un sitio al que no accede el agua. La intención es brindar una variable tecnológica que sea propia de esta zona, un modelo que tienda al ahorro energético, pudiéndose adaptar a cualquier sistema de energía no convencional”.
En realidad, aclaran los investigadores, el modelo propuesto sirve tanto para zonas inundables como no inundables, a partir de una serie de variables contempladas en el mismo. “Por eso no lo presentamos como sistema cerrado en sí mismo, sino que admite una serie de modificaciones”, insistieron.
“Pretendemos elaborar una especie de manual de armado y construcción que pueda adaptarse a una vivienda, un local sanitario o establecimiento educativo”, indicó Maidana, respondiendo a uno de los objetivos del trabajo: adaptarse a las necesidades de la zona con la tecnología disponible.
“Lo que buscamos es una tecnología que sea propia para un determinado medio, que sea factible de ser preelaborada en un ámbito urbano y montada sin necesidad de herramientas complejas o equipamiento que involucre movimientos que agreguen un costo adicional. Y por otro lado, disponer de una tecnología liviana o amigable, que pueda ser conocida por la persona que va a vivir en la casa y que pueda de esa manera hacer el mantenimiento adecuado”.
Y aunque adelantó “no hay que comparar este sistema con otros, porque lógicamente se van a encontrar sistemas mucho más económicos, sino valorar la disponibilidad de la tecnología y su adaptabilidad a un determinado medio”, Maidana consideró que el modelo es muy factible de ser llevado a la práctica. “Estamos ahora en un proceso de sistematización de todos los componentes, de manera que se puedan ahorrar materiales y trabajar con piezas repetitivas, de manera de obtener una estructura completa con la menor cantidad de elementos posibles”, concluyó.
Para eso, ya preparan las conclusiones del proyecto de investigación Elaboración de un modelo constructivo espacial tendiente a la consolidación de las poblaciones naturalmente radicadas en la zona de islas correspondiente al área de influencia de la ciudad de Santa Fe, con las que pretenden realizar “sugerencias de mejora para viviendas populares” y “aportar nuevos elementos a las pautas de diseño”. Así lo explicaron los arquitectos Alberto Maidana y Cesar Bruschini, codirector e integrante respectivamente del equipo que desde 1996 trabaja en el marco de los Cursos de Acción para la Investigación y el Desarrollo (CAI+D), que promueve la Secretaría de Ciencia y Técnica de la UNL y del que también participan los arquitectos Griselda Armelini, Marcelo Cerati, Guillermo Quilici.
Partiendo de la necesidad de ofrecer un servicio a personas de escasos recursos, y de sumar a la discusión el aporte de investigadores, se propusieron mediante el diseño “aproximarse a zonas optimas de confort” a partir del uso de “una buena condición de ventilación y control solar”, para lo cual definieron niveles de calidad, trabajaron en el ideal de temperatura ambiental interior y exterior e incorporaron nuevos materiales.
Cómo es la vivienda
“Uno de los graves problemas que tenemos en esta zona es el calor; por eso es necesario ver de qué manera se gradúa la entrada de la luz como energía dentro del edificio”, comenzaron a explicar los profesionales. Para esto, se analizó el comportamiento de distintos tipos de cerramientos, muros y cubiertas, las superficies más expuestas al sol; y se trabajaron cálculos de transmitancia térmica comparada en tecnología de fabricación húmeda y seca, verificando la más adaptable al clima y topografía de la región litoral como también que sea de fácil aplicación en métodos de autoconstrucción.“Finalmente definimos trabajar con paneles mixtos de construcción en seco, con terminación exterior de chapa de hierro galvanizado, revestimiento interior de roca de yeso y agregando el poliestireno expandido (telgopor), más una cámara de aire pequeña como barrera térmica. Con estos materiales se consiguen calidades similares o superiores a una tecnología tradicional”, explicó Bruschini.
Para el techo se propone materiales de características similares al de los muros, es decir, chapa de hierro galvanizado que, a pesar de que absorbe mucha temperatura, por medio de la utilización de una correcta aislación térmica se evita que la temperatura pase en forma directa. “A eso se le agregó una barrera anticondensación que evita el goteo y la degradación del material por la humedad que por dicho efecto puede pasar al interior y cierre antiinsectos, siempre trabajando con revestimientos interiores de madera que forman parte de la estructura de cubierta”, agregó Maidana. En cuanto a las aberturas, fundamentales para regular la energía calórica que ingresa con el sol, se incluyeron cerramientos móviles con doble función de aleros o postigones que “sirven tanto como protección para la abertura como para evitar esa radiación tan importante que produce ingreso de calor en períodos estivales, pero permite el ingreso del mismo en invierno”.
“La abertura se pensó como un módulo completo –aclaró Maidana-, que incluye un regulador de corrientes de aire. En verano permite que circule el aire por sobre la abertura: esto posibilita que todo el aire caliente que se concentra en el techo de la vivienda se renueve”. Además, se incluyen rejillas permanentes, con una circulación de aire menor pero constante, durante todo el año.
Finalmente, el modelo debía contemplar una variable inevitable en la zona costera santafesina: las inundaciones. “La construcción se plantea encaballada sobre pilotes”, indicó Maidana, y agregó: “Se puede trabajar con postes de madera impregnada o, de acuerdo con el lugar, con una estructura muy liviana sobre el terreno natural, si es un sitio al que no accede el agua. La intención es brindar una variable tecnológica que sea propia de esta zona, un modelo que tienda al ahorro energético, pudiéndose adaptar a cualquier sistema de energía no convencional”.
En realidad, aclaran los investigadores, el modelo propuesto sirve tanto para zonas inundables como no inundables, a partir de una serie de variables contempladas en el mismo. “Por eso no lo presentamos como sistema cerrado en sí mismo, sino que admite una serie de modificaciones”, insistieron.
Los costos
Actualmente, mientras trabajan en “ajustar detalles del modelo”, el equipo está realizando las gestiones necesarias para tratar de concretarlo en la práctica, a partir del apoyo económico de algún organismo gubernamental, en donde están fijadas las acciones claves de transferencia del conocimiento alcanzado.“Pretendemos elaborar una especie de manual de armado y construcción que pueda adaptarse a una vivienda, un local sanitario o establecimiento educativo”, indicó Maidana, respondiendo a uno de los objetivos del trabajo: adaptarse a las necesidades de la zona con la tecnología disponible.
“Lo que buscamos es una tecnología que sea propia para un determinado medio, que sea factible de ser preelaborada en un ámbito urbano y montada sin necesidad de herramientas complejas o equipamiento que involucre movimientos que agreguen un costo adicional. Y por otro lado, disponer de una tecnología liviana o amigable, que pueda ser conocida por la persona que va a vivir en la casa y que pueda de esa manera hacer el mantenimiento adecuado”.
Y aunque adelantó “no hay que comparar este sistema con otros, porque lógicamente se van a encontrar sistemas mucho más económicos, sino valorar la disponibilidad de la tecnología y su adaptabilidad a un determinado medio”, Maidana consideró que el modelo es muy factible de ser llevado a la práctica. “Estamos ahora en un proceso de sistematización de todos los componentes, de manera que se puedan ahorrar materiales y trabajar con piezas repetitivas, de manera de obtener una estructura completa con la menor cantidad de elementos posibles”, concluyó.