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Barletta: "La Universidad tiene hoy una tarea adicional: pensar el país"
Miércoles 13 de marzo de 2002
En su discurso, el rector resaltó aspectos centrales de las transformaciones proyectadas por la UNL. Sostuvo que hay que “pensar una Universidad distinta” y propuso políticas innovadoras de gestión. Se refirió al financiamiento y al rol de la Unive
Durante el discurso de asunción del mandato 2002-2006, el Ing. Mario Barletta resaltó algunos aspectos centrales de las transformaciones proyectadas para la Universidad Nacional del Litoral en los próximos años.
Por una parte, resaltó la necesidad de “pensar una Universidad distinta, que recupere los principios históricos y filosóficos de la Reforma del 18, reconceptualizándolos en relación a los nuevos desafíos”. Al respecto, Barletta destacó el pensamiento de José Ingenieros y el ideario de la Reforma “porque aun cuando el contexto sea sustancialmente diferente, estamos convencidos de que la clave para dar respuesta a los nuevos dilemas se encuentra en el temperamento de aquellos reformistas, esto es, asumir la responsabilidad de ser verdaderos sujetos universitarios y abandonar los posicionamientos defensivos, las actitudes de conformismo resignado o la aceptación acrítica del estado de cosas vigente”.
En este sentido, y de acuerdo a lo presentado en su propuesta electoral, delineó las políticas centrales de su nueva gestión. En primer lugar, “educar con calidad y excelencia a un número cada vez mayor de ciudadanos”, señalando tres aspectos: el ingreso a la educación superior y su articulación con el nivel medio, la educación continua y la utilización de las nuevas tecnologías de la información y comunicación para la educación a distancia. Luego, se refirió a las políticas tendientes a “transversalizar las actividades del posgrado”, a “consolidar la producción de ciencia y técnica y avanzar hacia la transdisciplinariedad”, a “mejorar la transferencia tecnológica para el desarrollo regional” y a “internacionalizar la institución”.
Un espacio destacado mereció la necesidad de “jerarquizar los problemas sociales en la agenda universitaria y cumplir con la misión cultural de la universidad”.
Y agregó: “Durante los últimos años nuestra Universidad fue protagonista de innumerables cambios y transformaciones, y ha multiplicado su actividad institucional a pesar de las fuertes restricciones presupuestarias. Además de ello, los universitarios de esta casa hemos dado acabada muestra de estar a la altura de las circunstancias en la búsqueda de modalidades innovadoras y complementarias de financiamiento”. Sin embargo, advirtió que “este deterioro nos conducirá a la paralización de la actividad universitaria. Está en juego la supervivencia de la universidad pública”.
“La Universidad tiene en la Argentina, hoy, una tarea adicional: pensar el país. Quizá el más acuciante de los problemas a resolver sea la ausencia de orientaciones teóricas, imaginarios sociales, marcos referenciales que motiven una movilización de las fuerzas sociales en un sentido transformador”. Y agregó: “tal vez en este punto los universitarios tenemos un rol para cumplir: hemos dejado en el campo intelectual demasiados espacios vacíos y es hora de comenzar a ocuparlos, empeñando nuestros mejores esfuerzos en comprender los cambios sociales y volverlos inteligibles para la sociedad, demostrando que es posible pensar y concretar un país insertado en el mundo y en crecimiento en base al esfuerzo, la inteligencia, el trabajo y la ética de sus ciudadanos”.
Además, subrayó que “nadie discute en el mundo que el capital humano, la innovación y la incorporación de tecnología constituyen los factores principales que determinan la productividad y con ella, el crecimiento económico. Sin embargo, hace mucho tiempo que en la Argentina no se apuesta seriamente a la consolidación de un desarrollo tecnológico propio”. Un camino posible para salir de esta crisis, según el Rector Barletta, es “potenciar el sistema universitario y científico-tecnológico, articulándolo con políticas claras de promoción e incentivo, formando científicos y tecnólogos, y al mismo tiempo garantizando la transferencia a las industrias”.
“Además de la necesidad de priorizar la educación superior en orden a conseguir competitividad para insertarse en la economía mundial, educación y conocimiento son elementos claves para el desarrollo en un sentido más amplio. Las democracias maduras demuestran que, en la medida que los ciudadanos incrementan su formación y logran apropiarse del conocimiento, existe mayor respeto al sistema jurídico, se limita el uso discrecional del poder, se minimiza la corrupción y disminuye el riesgo de la conflictividad social”, concluyó el rector.
Por una parte, resaltó la necesidad de “pensar una Universidad distinta, que recupere los principios históricos y filosóficos de la Reforma del 18, reconceptualizándolos en relación a los nuevos desafíos”. Al respecto, Barletta destacó el pensamiento de José Ingenieros y el ideario de la Reforma “porque aun cuando el contexto sea sustancialmente diferente, estamos convencidos de que la clave para dar respuesta a los nuevos dilemas se encuentra en el temperamento de aquellos reformistas, esto es, asumir la responsabilidad de ser verdaderos sujetos universitarios y abandonar los posicionamientos defensivos, las actitudes de conformismo resignado o la aceptación acrítica del estado de cosas vigente”.
En este sentido, y de acuerdo a lo presentado en su propuesta electoral, delineó las políticas centrales de su nueva gestión. En primer lugar, “educar con calidad y excelencia a un número cada vez mayor de ciudadanos”, señalando tres aspectos: el ingreso a la educación superior y su articulación con el nivel medio, la educación continua y la utilización de las nuevas tecnologías de la información y comunicación para la educación a distancia. Luego, se refirió a las políticas tendientes a “transversalizar las actividades del posgrado”, a “consolidar la producción de ciencia y técnica y avanzar hacia la transdisciplinariedad”, a “mejorar la transferencia tecnológica para el desarrollo regional” y a “internacionalizar la institución”.
Un espacio destacado mereció la necesidad de “jerarquizar los problemas sociales en la agenda universitaria y cumplir con la misión cultural de la universidad”.
Políticas innovadoras
Por último, Barletta dedicó un extenso párrafo a la necesidad de impulsar una gestión de políticas innovadoras. “Sostenemos claramente que debemos fundar la gestión institucional de la Universidad Nacional del Litoral en una política innovadora que implique revisar de manera profunda los hábitos políticos, académicos y administrativos, como también las estructuras que los hacen posible”. A partir de reconocer las dificultades propias de la institución y resaltando como escenario de debate y discusión a los espacios colegiados de gobierno, el Rector subrayó que esta política “deberá ser capaz de modificar las formas académicas de una estructura que ha crecido, pero con problemas de interacción y transversalidad en los saberes; impulsar una nueva organización administrativa y de gestión que quiebre el ensimismamiento en sus problemas particulares, con rigideces en su accionar y con poca visión de la integralidad. Además, será necesario conciliar armónicamente la capacidad instalada en recursos, equipamientos y espacio físico aumentando la potencialidad y posibilidades de desarrollo de la institución”.El Estado debe garantizar el financiamiento de la educación
Barletta resaltó: “No se nos escapa la difícil y grave situación por la que atraviesa el país y somos plenamente concientes de los problemas del déficit público que las malas políticas económicas han provocado. Pero queremos ser enfáticos en señalar, una vez más, que el Estado Nacional debe garantizar el financiamiento de la educación superior. No avalamos que el único camino sea el incumplimiento en la ejecución del presupuesto educativo, un presupuesto que se ha deteriorado peligrosamente a lo largo del tiempo y que cada vez alcanza para menos”.Y agregó: “Durante los últimos años nuestra Universidad fue protagonista de innumerables cambios y transformaciones, y ha multiplicado su actividad institucional a pesar de las fuertes restricciones presupuestarias. Además de ello, los universitarios de esta casa hemos dado acabada muestra de estar a la altura de las circunstancias en la búsqueda de modalidades innovadoras y complementarias de financiamiento”. Sin embargo, advirtió que “este deterioro nos conducirá a la paralización de la actividad universitaria. Está en juego la supervivencia de la universidad pública”.
Pensar el país
Asimismo, el rector se refirió al rol que deben cumplir las universidades nacionales en el actual contexto que vive nuestro país, con fuertes restricciones económicas y profundas crisis sociales y políticas.“La Universidad tiene en la Argentina, hoy, una tarea adicional: pensar el país. Quizá el más acuciante de los problemas a resolver sea la ausencia de orientaciones teóricas, imaginarios sociales, marcos referenciales que motiven una movilización de las fuerzas sociales en un sentido transformador”. Y agregó: “tal vez en este punto los universitarios tenemos un rol para cumplir: hemos dejado en el campo intelectual demasiados espacios vacíos y es hora de comenzar a ocuparlos, empeñando nuestros mejores esfuerzos en comprender los cambios sociales y volverlos inteligibles para la sociedad, demostrando que es posible pensar y concretar un país insertado en el mundo y en crecimiento en base al esfuerzo, la inteligencia, el trabajo y la ética de sus ciudadanos”.
Además, subrayó que “nadie discute en el mundo que el capital humano, la innovación y la incorporación de tecnología constituyen los factores principales que determinan la productividad y con ella, el crecimiento económico. Sin embargo, hace mucho tiempo que en la Argentina no se apuesta seriamente a la consolidación de un desarrollo tecnológico propio”. Un camino posible para salir de esta crisis, según el Rector Barletta, es “potenciar el sistema universitario y científico-tecnológico, articulándolo con políticas claras de promoción e incentivo, formando científicos y tecnólogos, y al mismo tiempo garantizando la transferencia a las industrias”.
“Además de la necesidad de priorizar la educación superior en orden a conseguir competitividad para insertarse en la economía mundial, educación y conocimiento son elementos claves para el desarrollo en un sentido más amplio. Las democracias maduras demuestran que, en la medida que los ciudadanos incrementan su formación y logran apropiarse del conocimiento, existe mayor respeto al sistema jurídico, se limita el uso discrecional del poder, se minimiza la corrupción y disminuye el riesgo de la conflictividad social”, concluyó el rector.