Ciencia y Técnica

Científicos logran mejorar genéticamente una forrajera nativa

Martes 7 de diciembre de 2004

Hasta ahora, crecía de manera salvaje en algunos lugares de Santa Fe. El nuevo producto, ya patentado, promete un alto impacto en la producción pecuaria. El desarrollo fue logrado por investigadores de la UNL y de la UBA.

El "agropiro criollo" es una forrajera nativa que hasta ahora sólo crecía de manera salvaje en algunos lugares de la provincia de Santa Fe. Tras años de investigación, científicos de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) y la Universidad de Buenos Aires (UBA) lograron "domesticar" esta especie y mejorarla genéticamente. Desde hace unos meses se vende en el mercado como cualquier otra forrajera, registrada bajo el nombre "El Triunfo".

A diferencia de otras forrajeras, el "agropiro criollo" es apto para ser cultivado en suelos con algunas limitantes de salinidad, y su rendimiento es excelente en suelos óptimos. Pero además presenta un importante valor agregado: es ciento por ciento nacional, fruto de un arduo trabajo de investigadores argentinos.

El "agropiro criollo" se presenta en la naturaleza formando poblaciones, en general poco extensas, en distintos ambientes de la provincia de Santa Fe. Para "domesticarla" los investigadores recurrieron a técnicas de mejoramiento genético, que consisten básicamente en seleccionar los mejores ejemplares y descartar los otros, hasta lograr una planta con características óptimas para su cultivo.

"Uno de los problemas que tienen las especies nativas no domesticadas es la germinación desuniforme de sus semillas, o la falta de germinación, que es un requisito indispensable para que una especie sea sembrada por el productor", comenzó a explicar el Ing. Julio Giavedoni, uno de los integrantes del equipo de investigación. "El Á‚'agropiro criolloÁ‚' Á‚"“agregóÁ‚"” presentaba ese problema, pero llegamos a solucionarlo mediante el proceso de selección y cruzamiento de los individuos".

Un largo camino

El trabajo de investigación se inició hace unos siete años, cuando integrantes de la cátedra Botánica Sistemática Agronómica, de la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNL, comenzaron a colectar y mantener vivas poblaciones de "agropiro criollo" procedentes del centro-norte de la provincia de Santa Fe.

Con esas poblaciones Á‚"“colectadas en pajonales, banquinas y bosquesÁ‚"” se comenzó a elaborar un plan de mejoramiento de la especie: el resultado fue la obtención de un material selecto, que luego fue patentado.

"La decisión de trabajar con Á‚'agropiro criolloÁ‚' es producto de muchas observaciones y viajes de campo. Hay que conocer las plantas que habitan en los diferentes ambientes, observar cuáles son más buscadas o preferidas por la hacienda; eso lleva años de estudio y dedicación", anticipó el Dr. José Pensiero, otro de los integrantes de este equipo.

En esos viajes, "detectamos muchos lugares en la provincia donde la especie crecía de manera salvaje", agregó el profesional, quien desde el año 1983 recorre la provincia junto a su equipo de cátedra con la finalidad de coleccionar y estudiar la flora nativa. Ese conocimiento de los distintos ambientes y su flora sirvió para saber en qué lugar buscar "agropiro criollo".

"Entre la obtención del material y las pruebas, el tiempo mínimo de un trabajo de este tipo es de 7 años; recién allí se puede obtener un material apto para ser inscripto. Todo lo que sea mejoramiento genético es a largo plazo", explicó Giavedoni.

Patentar el invento

Tras obtener el material selecto para el cultivo, el grupo decidió patentar el "invento" en el Instituto Nacional de Semillas (INASE), bajo el nombre "El Triunfo". Los titulares de la patente, y de todas las regalías que genere, son por partes iguales la UNL y la UBA, a donde pertenecen los investigadores.

"El cultivar ya se liberó al mercado y está inscripto en coparticipación de la Facultad de Agronomía de la UBA con la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNL", dijo Giavedoni. Además, explicó, "se hizo una sesión de uso a una empresa semillera de la ciudad de Junín, que están multiplicando el material para comenzar a difundirlo en esa región".

El desarrollo les valió una distinción, otorgada por el diario La Nación. Se trata del Premio a la Excelencia Agropecuaria, que destaca a los "ejemplos en materia de producción e innovación, tanto en el sector primario como en la industria, en la educación y en la investigación, ligadas al agro". En dicha convocatoria participaron 356 candidatos, entre los cuales se destacó el grupo de la UNL y la UBA.

El equipo sigue trabajando en proyectos conjuntos, siempre con la idea de "elegir especies que sean promisorias en el ámbito del potencial uso como forrajeras y que sean adaptadas a la zona", dijo Giavedoni. En este sentido se están realizando estudios sobre otras especies forrajeras nativas, entre las que se encuentra la " cebadilla chaqueña" y la "moha perenne", la primera de ciclo otoño-inverno-primaveral y la segunda primavero-estival, ambas con buenas perspectivas.

La importancia de la biodiversidad

El proceso de búsqueda de materiales (plantas) es esencial para lograr el mejoramiento genético de las especies. Y para eso es necesario contar con ambientes que posean una rica biodiversidad.

"Estas especies salvajes, como el Á‚'agropiroÁ‚', por lo general se las encuentra en ambientes que no fueron perturbados por el hombre. Cuando el hombre atenta contra la existencia de las especies, de una u otra manera, nos está quitando la posibilidad del potencial uso de las mismas", explicó Giavedoni.

"Con la tala de los bosques han desaparecido muchas especies, y con ellas potenciales beneficios que nunca vamos a poder conocer", completó Pensiero. Y como ejemplo mencionó: "Hace cuatro años trajimos una población de Á‚'agropiroÁ‚' de un bosque que estaba ubicado a la vera de la ruta provincial 30, en el límite con la provincia del Chaco. Hace aproximadamente un año volvimos al lugar para colectar nuevamente dicha población y nos encontramos que el bosque ya no estaba. En este caso la población se perdió, y se perdió un potencial desconocido: tal vez no era importante, pero tal vez sí. Es algo que no vamos a poder saber...".

Integrantes del equipo de investigación: Julio Giavedoni; José Pensiero; Pablo Tomas; Marcelo Zabala; Hugo Gutiérrez; Eliana Exner.

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