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La carrera de Ingeniería en Recursos Hídricos que dicta la Facultad de Ingeniería y Ciencias Hídricas de la Universidad Nacional del Litoral (FICH-UNL) fue la primera de este tipo en el país Inclusive en la actualidad continúa siendo una de las pocas ofertas de este tipo en el mundo. Esta fue una de las razones por las cuales desde un lugar tan lejano como Angola hayan buscado a los profesionales santafesinos para poder armar una carrera de este tipo en ese país, que enfrentaba en 2013 una gran crisis de acceso al agua potable . Esta relación ya tiene más de 10 años y hasta cuenta con los primeros egresados angoleses.

Visitaron De Diez Mario Schreider y Viviana Zucarelli, docentes de FICH que tuvieron a su cargo este proyecto.

Primeros egresados

Tras 10 años de trabajo colaborativo entre la Universidad Nacional del Litoral (UNL), a través de su Facultad de Ingeniería y Ciencias Hídricas (FICH), y el Instituto Superior Politécnico de Bié (ISPB) –que en el origen del convenio marco funcionaba como escuela de la Universidad José Eduardo dos Santos (UJES)–, en 2023 egresaron los primeros 43 Licenciados en Ingeniería de los Recursos Hídricos de dicho país africano.

Esto se logró gracias a la creación de esa carrera, principal objeto de un convenio específico titulado «Plan Integral de Formación de Recursos Humanos para el Desarrollo Sostenible de los Recursos Hídricos de Angola».

Este plan se dividió en dos etapas. La primera tuvo como objetivo relevar las necesidades y expectativas del país africano, tanto para la formación de recursos humanos en recursos hídricos, como para la inserción de estos profesionales en el campo laboral. En tanto, la segunda etapa apuntó al diseño y a la implementación de un plan de estudio, acorde a la realidad de Angola. Ambas etapas comprendieron la presencia de especialistas de la FICH a Angola, así como la estancia académica de profesionales angolanos en Argentina. Asimismo, para garantizar la continuidad del proyecto durante la pandemia, se redoblaron los esfuerzos en fortalecer las capacidades informáticas del instituto (que hasta entonces tenía escasa o nula conexión a Internet) y adaptar a la virtualidad absoluta algunas actividades académicas que tenían previsto un desarrollo presencial.