Edición Especial Noticias UNL

Discurso de Asunción del Rector Mario Barletta

Miércoles 13 de marzo de 2002

Versión completa del discurso pronunciado por el Rector de la UNL, Ing. Mario Barletta en el acto de asunción para el período 2002 - 2006.

Autoridades, universitarios, señoras y señores:
La decisión que toma la Asamblea Universitaria al designarnos para el período 2002-2006 implica consolidar un proyecto de Universidad que hemos forjado en los últimos años estudiantes, profesores, trabajadores universitarios.
Quiero entonces, en primer lugar, comprometer nuestros mejores esfuerzos para responder a la confianza depositada.

En el año 1916, José Ingenieros escribe un texto publicado bajo el título “La Universidad del Porvenir”, sentando las bases teóricas sobre las que crecerá la Universidad Reformista, a partir de una nueva concepción de la función de la ciencia en el desarrollo de las sociedades y de la reformulación del gobierno universitario y de la autonomía académica e institucional.
Poco tiempo después, serán los estudiantes de Córdoba del Á‚´18 los encargados de empujar decididamente los límites que impone la realidad social del momento, tratando de hacer posible una nueva organización universitaria, siguiendo ese ideario progresista y transformador, el mismo que permite el nacimiento de la Universidad Nacional del Litoral.
La visión de la “universidad del porvenir” establece, entonces, una relación entre democratización, saber y sociedad que señala el camino que recorrerán luego los universitarios no sólo de nuestro país sino de Latinoamérica toda.
El contexto que caracterizara aquel comienzo de siglo era radicalmente diferente del actual. El mundo está hoy atravesado por profundos y complejos cambios: procesos de globalización y de brusca transformación del capitalismo, fuerte desarrollo de la ciencia y la tecnología y mutaciones en los paradigmas productivos, pero despojado ya de la esperanza y la expectativa de que el avance indefinido de la ciencia vaya a producir una mejora sostenida de la sociedad. Aquella idea de progreso ininterrumpido fue desmentida en el siglo veinte por dramas humanos de escala mundial y está hoy impugnada por una creciente exclusión social, crisis de los estados y la política, incertidumbre sobre el futuro de nuestro ambiente y desarticulación del estado de bienestar que permitió varias décadas de prosperidad.
Nuestro país sufre, al mismo tiempo, problemas adicionales que agravan el cuadro. La democracia argentina, en el transcurso de ya casi veinte años de su recuperación, seguramente arrastrando problemas que la anteceden, no ha logrado detener el casi permanente deterioro de la calidad de vida de la gran mayoría de la población combinado, todo ello, con un creciente descreimiento en las instituciones.
Por un lado una estrategia económica signada por el achicamiento del estado y su subordinación a intereses sectoriales que ha dejado como saldo una sostenida tendencia al estancamiento del producto y el estrangulamiento financiero externo sumados al aumento explosivo del desempleo, la pobreza y la marginación. Y por otro lado, y asociada a ello, una inédita crisis de la política que, siguiendo a Cavarozzi, podemos resumir en cuatro problemas irresueltos: un Estado más pequeño pero también más ineficaz y con menos capacidades, la indefinición de un esquema estable de relaciones entre la Nación y las provincias, un sistema de partidos atomizado y disperso, y la ausencia reiterada de una gestión de gobierno eficaz y racional.
Crisis económica y crisis de la política se integran para componer una profunda crisis de gobernabilidad del sistema de representación y de la legitimidad de las instituciones democráticas. En ese marco, la opinión pública acusa a las instituciones políticas de irrelevantes e incapaces para afrontar los acontecimientos.
Sin embargo es necesario alertar que esta crisis de gobernabilidad a menudo se aprovecha como un ataque a la política así como se cuestionó la democracia en los años setenta y se atacó al Estado en los ochenta. El precio que pagamos los argentinos fue muy caro: en el primer caso, la clausura de la democracia y, con ella, la pérdida de derechos y libertades, y en el segundo el achicamiento y deserción del Estado y, como consecuencia, la pérdida de redes de contención social y herramientas para desarrollar políticas públicas. La respuesta no debe ser, entonces, menos Estado sino un Estado mejor, no menos democracia sino una democracia de mejor calidad, no menos política sino mejor política.

Las graves dificultades que atraviesa nuestro país, pero también los cambios globales señalados, interpelan hoy frontalmente a la universidad.
Traemos a la memoria, en esta ocasión, el pensamiento de José Ingenieros y el ideario de la Reforma del Á‚´18 porque aun cuando el contexto sea sustancialmente diferente, estamos convencidos de que la clave para dar respuesta a los nuevos dilemas se encuentra en el temperamento de aquellos reformistas, esto es, asumir la responsabilidad de ser verdaderos sujetos universitarios y abandonar los posicionamientos defensivos, las actitudes de conformismo resignado o la aceptación acrítica del estado de cosas vigente.
Hoy, como ayer, se hace imprescindible pensar una Universidad distinta, que recupere ciertos principios históricos y filosóficos, reconceptualizándolos en relación a los nuevos desafíos.
Ocuparnos del “porvenir de la Universidad Nacional del Litoral”, actualizando los términos de Ingenieros, es no solamente responder al imperativo de estos tiempos sino apelar a la propia génesis de nuestra institución para encontrar las claves de su futuro.
Debemos sentirnos particularmente estimulados, además, por el grado de consenso que ya se ha alcanzado en nuestra institución alrededor de la tarea a realizar, los principales aspectos a modificar, mantener o potenciar. La comunidad de nuestra universidad ha consolidado un Plan de Desarrollo Institucional que plantea acciones a corto, mediano y largo plazo posibilitantes de la proyección de nuestra institución hacia el futuro.
El Plan de Desarrollo Institucional representa un proyecto colectivo y global de la Universidad y la gestión, con ejes multisectoriales orientadores del desarrollo, y debe seguir siendo como lo fue hasta el momento, un espacio de acuerdos, promoción y movilización de toda la comunidad.
Podemos afirmar con certeza que los próximos años estarán guiados por los mismos criterios generales que orientaron al Plan ya que los mismos fueron planteados para mantener cierta permanencia en el tiempo: potenciar los órganos colegiados de gobierno, conformar un instrumento de gestión, respetar la idiosincrasia e historia institucional, generar las condiciones para progresar en la creación, transmisión y apropiación del saber, respetar el estilo de trabajo científico, institucionalizar espacios para la planificación de acciones y dar lugar a información institucional precisa, transparente y actualizada para la toma de decisiones.
A estos criterios orientadores que han sido la guía en estos últimos dos años del accionar institucional, tenemos la obligación de potenciarlos para generar una Universidad permanentemente innovadora capaz de desarrollar acciones deliberadas para modificar su postura organizacional y así, mediante cambios acumulativos e incrementales, superar el desbalance entre demandas externas y capacidades internas de respuesta.
Queremos destacar las políticas más significativas que, en el marco del Plan, deberán dar contenido a la gestión universitaria en los próximos años:

EN PRIMER LUGAR, EDUCAR CON CALIDAD Y EXCELENCIA A UN NÚMERO CADA VEZ MAYOR DE CIUDADANOS.

El conocimiento y la información, son además de la base de los procesos productivos actuales, el pilar fundamental para el desempeño ciudadano. Por lo tanto, el papel de la Universidad Pública en tanto institución responsable de producir y de distribuir conocimientos debe ser analizado en el marco de estas transformaciones globales, ya que el acceso al conocimiento es el elemento democratizador por excelencia. Por el contrario, si la educación llega solo a unos pocos genera desigualdad y exclusión.
En este sentido, quisiera señalar tres aspectos relevantes que promueven la igualdad de oportunidades en el acceso al conocimiento :
El primer aspecto es el ingreso a la educación superior y su articulación con el nivel medio.
El ingreso directo no necesariamente supone una mayor democratización de la educación, ya que la igualdad de oportunidades en el acceso a los estudios superiores entraña puntos de partida desiguales y, por lo tanto, desiguales posibilidades de “éxito”. Por lo tanto, ha sido necesario avanzar a partir de una concepción más amplia que promocione la igualdad de posibilidades a los ingresantes en la adquisición de los saberes y competencias, reconociendo la heterogeneidad en el acceso a los estudios de grado. Es así, entonces, que la articulación entre el nivel medio y el superior se ha transformado en uno de los más importantes ejes de discusión y de generación de políticas y acciones específicas por parte de nuestra Universidad, ya que la desarticulación provoca altos índices de deserción y, en sistemas segmentados como el nuestro, se transforma en discriminación.
El segundo aspecto refiere a la educación a lo largo de toda la vida. Educarse durante toda la vida es un imperativo de época. Las demandas que hasta hace pocos años se restringían al sector postsecundario y profesional, hoy se han expandido a todos los sectores del campo socio-productivo, acrecentando la expectativa social en torno no sólo a la educación universitaria sino también a la educación terciaria y técnica, la formación para el trabajo, la capacitación docente, la especialización posprofesional y la formación de posgrado.
En este sentido, seguiremos profundizando las acciones emprendidas en esta línea, como por ejemplo, el Programa de Carreras a Término para la reconversión de títulos terciarios no universitarios, el Programa de Formación Profesional que genera salidas laborales inmediatas y que amplía las posibilidades de acceso a la formación postsecundaria, las Carreras de Formación Profesional Técnica de Pre-grado vinculadas al mercado del trabajo y la producción, los Bachilleres y Diplomados Universitarios por familias de profesiones, las Titulaciones Intermedias de Técnicos Universitarios en las carreras de grado con posibilidades de reinserción futura en los ciclos superiores, el Bachiller para Adultos, los Cursos de Extensión y de Capacitación Laboral, los Cursos y Carreras de Posgrado de actualización y perfeccionamiento profesional, entre otros.
Por último, la utilización de las nuevas tecnologías de la información y comunicación también favorece la igualdad de oportunidades. La vertiginosa transformación tecnológica ha puesto al servicio de la educación recursos técnicos hasta hace pocos años impensables como la tecnología satelital, las redes telemáticas, la televisión, el CD rom, el correo electrónico, la informática y la consecuente digitalización de la información y el video, los cuales posibilitan hoy, de modo indiscutible, el abordaje de estrategias educativas no presenciales o semipresenciales.
En este sentido, la educación a distancia “acorta las distancias”. La utilización de diversos recursos tecnológicos permite estructurar procesos de enseñanza-aprendizaje, desarrollar capacidades y competencias y actualizar conocimientos de una gran cantidad de individuos que por diversas razones no han podido o no pueden asistir a un centro educativo. Y éste es el verdadero sentido democratizador de la propuesta de educación a distancia, que trata de hacer efectiva la “igualdad de oportunidades”, evitando el desarraigo y aumentando las posibilidades de acceder al mundo del trabajo dentro de su propia comunidad.
En estos aspectos nuestra institución, gracias al trabajo y la gestión de sus equipos docentes ha sido pionera y está marcando rumbos en el sistema de educación superior.

LA SEGUNDA DE LAS GRANDES POLÍTICAS CONSISTE EN TRANSVERSALIZAR LAS ACTIVIDADES DEL POSGRADO.

La oferta de posgrado ha tenido un crecimiento importante pero sus actividades no poseen aún la necesaria coordinación institucional, una adecuada articulación con los programas de investigación y el impacto deseable en la renovación de los contenidos de grado.
Debemos promover una articulación académica entre facultades que posibilite un FLOAT8intercambio, una fluida circulación de docentes y estudiantes y una adecuada utilización de los recursos.
Son también objetivos de suma importancia el establecimiento de mecanismos garantizar la pertinencia carreras ofrecidas en el contexto de la Universidad y la región y mantener la calidad de las mismas, tal como lo demuestran las destacadas calificaciones obtenidas en la acreditación realizada por la Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria.

LA TERCERA DE LAS POLÍTICAS ES CONSOLIDAR LA PRODUCCIÓN DE CIENCIA Y TÉCNICA Y AVANZAR HACIA LA TRANSDISCIPLINARIEDAD

Uno de los cambios más recientes en el mundo académico refiere a un nuevo modo de la producción misma del conocimiento. Este proceso evoluciona hacia la práctica de la investigación “transdisciplinaria” cuya característica consiste en privilegiar el problema a resolver como principio organizador del conocimiento. En nuestra Universidad predomina, sin embargo, la organización por disciplinas, lo que genera dificultades a la hora de avanzar hacia una práctica transdiciplinar que promueva la investigación orientada hacia objetivos específicos sin dejar de lado la investigación fundamental y la esencia académica que consiste en la libertad de buscar el conocimiento por sí mismo.
El crecimiento de la actividad científica tanto en lo que se refiere a la consolidación de grupos con importante trayectoria como a la instalación de nuevos grupos y la promoción de áreas incipientes en la totalidad de las Unidades Académicas, son hechos relevantes en nuestra Institución en los últimos años.
Resulta imprescindible entonces, a fin de consolidar a nuestra Universidad como una referencia en la producción científica y propender hacia una investigación transdisciplinaria, resignificar con esos objetivos el Curso de Acción para la Investigación y el Desarrollo.
Debemos promover, al mismo tiempo, una mayor cooperación interinstitucional con los otros organismos de Ciencia y Técnica nacionales y provinciales, especialmente con la Secretaría para la Tecnología, la Ciencia y Innovación Productiva, el CONICET, el INTA, el INTI, el INA y otras Universidades para poder generar, articulados por políticas estatales de promoción y estímulo, el ambiente necesario para la investigación y el desarrollo.

EN CUARTO LUGAR, CREEMOS NECESARIO MEJORAR LA TRANSFERENCIA TECNOLÓGICA PARA EL DESARROLLO REGIONAL

El déficit tecnológico de nuestro país, y de nuestra región en particular, es notorio. La experiencia de los países desarrollados demuestra que para alcanzar altos niveles de productividad, es necesario incorporar tecnologías y producir cambios en la organización del trabajo, para lo cual es clave el sistema científico tecnológico y el fortalecimiento de su vinculación con las empresas.
La Universidad Nacional del Litoral ha sido pionera en explorar nuevas formas y mecanismos para hacer fructífera esta relación. Es necesario continuar con esta línea de trabajo que profundice y amplíe los vínculos con el sector productivo de la región para aumentar su competitividad. Es preciso adecuar estos mecanismos, especialmente a las particularidades de las pequeñas y aun de las microempresas de nuestra región. Se deberán generar y también aprovechar las existentes instancias de coordinación con los gobiernos Nacional, Provincial y Municipal, a fin de combinar los tres factores (Estado, Empresa y Sistema Científico) indispensables para un entorno propicio para la innovación y el desarrollo.
En particular, creemos necesario definir nuevos programas que promuevan en nuestros estudiantes, docentes e investigadores experiencias concretas de desarrollo tecnológico aplicado a la producción. Estos programas deben potenciar la multidisciplinariedad y la transversalidad al interior de la institución dando cuenta de los concretos problemas a resolver.

LA QUINTA DE LAS POLÍTICAS SEÁƒ'ALADAS ES JERARQUIZAR LOS PROBLEMAS SOCIALES EN LA AGENDA UNIVERSITARIA

Entender la extensión como una de las actividades sustantivas de la Universidad implica reconocer cabalmente que es el proceso de comunicación entre la institución universitaria y la Sociedad, basado en los conocimientos científico, tecnológico, cultural, artístico y humanístico acumulados en la institución y en su capacidad de formación educativa, con plena conciencia de su función social.
La Universidad, en tanto conciencia crítica de la sociedad, debe alentar una fuerte actitud de responsabilidad en la atención de las demandas y necesidades de los ciudadanos. Los procesos de evaluación social externa señalan una fuerte expectativa en la sociedad de que los universitarios cumplamos, no sólo con nuestras responsabilidades más tradicionales –que se asocian con la formación de profesionales y la investigación– sino que, además, nos involucremos con las necesidades sociales de modo de contribuir a su satisfacción.
Los instrumentos desarrollados hasta el momento deben profundizarse, especialmente aquellos programas que articulan las actividades de formación de grado de nuestros jóvenes con la extensión universitaria, como las actividades de extensión de cátedra o las tesis orientadas a demandas sociales concretas y, junto con ellas, los programas de extensión que financian actividades de transferencia de resultados alcanzados por la investigación y que responden también a necesidades de actores sociales o del Estado en alguno de sus niveles.
Una fortaleza que la UNL puede exhibir es su relación con la sociedad a traves del Consejo Social y con las mismas Organizaciones de la Sociedad Civil, espacio que en los últimos años ha crecido y se ha transformado en una pieza clave para la promoción del desarrollo humano, especialmente en nuestra ciudad y su zona de influencia. Consolidar esta relación simplifica y mejora la relación de la Universidad con el medio.

EL SEXTO GRAN EJE ES CUMPLIR CON LA MISIÓN CULTURAL DE LA UNIVERSIDAD

La institución universitaria tiene desde su nacimiento, junto a la función científica y a la formación de profesionales, la misión de crear y transmitir cultura.
Este imperativo debe cumplirse no sólo como extensión cultural de la institución con el medio, sino en la formación de nuestros jóvenes, integrándose en el marco de lo que llamamos formación general. Para ello es necesario continuar el camino ya emprendido de vincular la gestión cultural de la Universidad con sus esferas académicas y de investigación.
Además de ello nuestra institución está suficientemente madura para continuar la apertura de nuevos espacios académicos de enseñanza e investigación en las disciplinas artísticas.
En el escenario más ampliado de la ciudad y la región, nuestras políticas culturales deben garantizar espacios movilizadores y cuestionadores para el arte, brindando el máximo de calidad y tendiendo a la construcción de un público abierto, crítico y activo.
Herramienta privilegiada para la política cultural es la estrategia editorial de llevar al libro, y aun a otros formatos, la tarea no sólo de nuestros docentes e investigadores sino de la producción literaria, periodística, en definitiva cultural de nuestra región.

LA SÉPTIMA POLÍTICA CONSISTE EN INTERNACIONALIZAR LA INSTITUCIÓN.

Creemos que el proceso de internacionalización de las universidades es una dimensión de su propia naturaleza como institución de condición universal. Es, asimismo como nuestra Universidad lo viene demostrando, un medio eficaz para modernizar nuestra institución, un instrumento para renovarla y mejorar su calidad.
En este marco, la integración latinoamericana es un objetivo que contempla razones muy profundas que tienen que ver con ideales de unión cultural y espiritual de nuestros pueblos y la necesidad ineludible de integración regional para hacer frente airosamente a las difíciles circunstancias que nos toca compartir.
Consideramos prioritario atender especialmente los procesos de intercambio e integración universitaria en la región del MERCOSUR y de América Latina, a través de la participación en Redes Regionales de Universidades y en la promoción de programas de intercambio sub-continentales.

POR ÚLTIMO, CREEMOS NECESARIO IMPULSAR UNA GESTIÓN DE POLÍTICAS INNOVADORAS.

Sostenemos claramente que debemos fundar la gestión institucional de la Universidad Nacional del Litoral en una política innovadora que implique revisar de manera profunda los hábitos políticos, académicos y administrativos, como también las estructuras que los hacen posible.
Debemos reconocer y superar las dificultades que nos genera el peso de la historia en la conformación de estructuras, procesos y normas que fueron muy funcionales para otros momentos, pero que hoy dificultan alcanzar un proyecto innovador de gestión, administración y gobierno.
El escenario de debate y discusión de estas transformaciones deberán ser los espacios colegiados de gobierno que, a partir de la participación democrática de los claustros, se conforman como los ámbitos de representación de la pluralidad, el consenso y el diálogo . El cogobierno es, además, la garantía de autonomía ante el Estado y ante otros organismos sociales.
Una política innovadora debatida e impulsada desde estos espacios, entonces, deberá ser capaz de modificar las formas académicas de una estructura que ha crecido y se ha desarrollado en grandes dimensiones, pero con problemas de interacción y transversalidad en los saberes; impulsar una nueva organización administrativa y de gestión que quiebre el ensimismamiento en sus problemas particulares, con rigideces en su accionar y con poca visión de la integralidad. Además de atender a las formas académicas y a la organización administrativa, será necesario conciliar armónicamente la capacidad instalada en recursos, equipamientos y espacio físico aumentando la potencialidad y posibilidades de desarrollo de la institución.
Es necesario profundizar el rumbo elegido en el ámbito de la gestión académica planteándonos como metas, la posibilidad de conformar unidades de contenidos comunes a todas las carreras que atraviesen transversalmente su dictado y constituir, a la vez, estructuras que vayan más allá del formato tradicional de cátedras para atender a los contenidos básicos disciplinares de distintas familias de carreras.
Se trata de repensar la estructura rígida de cátedras y carreras a partir de otro tipo de unidades organizativas que aumenten la flexibilidad en la formación del propio currículo del alumno sin que haya pérdida de calidad en el proceso. Así podemos llegar a pensar que un alumno que completa sus estudios básicos y generales en una familia de carreras puede, luego, construir una trayectoria autónoma con reconocimiento de créditos y competencias en los ciclos profesionales. Esto permitirá que la diversificación de la oferta no se traduzca en la creación de nuevas estructuras académicas, sino que la misma tenga lugar por la construcción que realizará personalmente el estudiante a partir de acuerdos y reconocimientos interinstitucionales previos.
Asimismo, se deberán agudizar las transformaciones emprendidas en el proceso de modernización de la organización administrativa y de gestión de nuestra universidad, mediante la informatización de procesos, garantizando servicios dinámicos, flexibles y vinculados a los objetivos y fines de la institución; la capacitación del personal, evaluando constantemente los procesos y resultados alcanzados; la sistematización de todo el acervo bibliográfico, unificando procedimientos, centralizando información y homogeneizando equipamientos; y la consolidación de las acciones emprendidas en la planificación espacial, edilicia y de equipamiento, acompañando los crecimientos y cambios institucionales.

Durante los últimos años nuestra Universidad fue protagonista de innumerables cambios y transformaciones, y ha multiplicado su actividad institucional a pesar de las fuertes restricciones presupuestarias.
Además de ello, los universitarios de esta casa hemos dado acabada muestra de estar a la altura de las circunstancias en la búsqueda de modalidades innovadoras y complementarias de financiamiento y hemos actuado en consecuencia. Ejemplo de ello es la apelación a la solidaridad de estudiantes y graduados universitarios, convencidos de que hoy está en juego la supervivencia de la Universidad Pública.
No se nos escapa la difícil y grave situación por la que atraviesa el país y somos plenamente concientes de los problemas del déficit público que las malas políticas económicas han provocado. Pero queremos ser enfáticos en señalar, una vez más, que el Estado Nacional debe garantizar el financiamiento de la educación superior. No avalamos que el único camino sea el incumplimiento en la ejecución del presupuesto educativo, un presupuesto que se ha deteriorado peligrosamente a lo largo del tiempo y que cada vez alcanza para menos.
Queremos advertir que, de no revertirse, este deterioro nos conducirá a la paralización de la actividad universitaria.

Nadie discute en el mundo que el capital humano, la innovación y la incorporación de tecnología constituyen los factores principales que determinan la productividad y con ella, el crecimiento económico. Sin embargo, hace mucho tiempo que en la Argentina no se apuesta seriamente a la consolidación de un desarrollo tecnológico propio. Por el contrario, cuando resulta cada vez más obvia la importancia de la ciencia y la tecnología, las estrategias desarrollistas que en algún momento advirtieron su necesidad, aparecen más lejanas en el tiempo.
Según datos de 1999, la Argentina exportaba, medido en dólares, a razón de casi 40 centavos el kilo e importaba por más de 1 peso con 30 centavos el kilo en promedio. La diferencia de más de tres veces entre un valor y otro se explica por la mayor incorporación de conocimiento agregado en lo que importamos y el escaso valor de inteligencia incorporada en nuestras exportaciones. Este solo indicador delata el nivel de nuestro subdesarrollo y presagia, de no invertirse la ecuación, más empobrecimiento.
Sin embargo un camino posible es potenciar el sistema universitario y científico-tecnológico, articulándolo con políticas claras de promoción e incentivo, para que continúe formando científicos y tecnólogos, y al mismo tiempo garantice la transferencia de la tecnología y los resultados de la investigación para alimentar y asistir a la industria innovadora.
Pero además de la necesidad de priorizar la educación superior en orden a conseguir competitividad para insertarse en la economía mundial, educación y conocimiento son elementos claves para el desarrollo en un sentido más amplio. Las democracias maduras demuestran que, en la medida que los ciudadanos incrementan su formación y logran apropiarse del conocimiento, existe mayor respeto al sistema jurídico, se limita el uso discrecional del poder, se minimiza la corrupción y disminuye el riesgo de la conflictividad social.

Deodoro Roca señaló en su discurso de clausura del Congreso de Estudiantes de Córdoba: “Por vuestros pensamientos pasa, silencioso casi, el porvenir de la civilización del país”.
Se ha dicho de aquella primera generación de reformistas que fueron muy eficaces en sus objetivos de reforma académica y desafortunados en los postulados que iban más allá de los claustros universitarios, tales como la emancipación latinoamericana o la construcción de una sociedad más justa.
Tal vez sea el momento de retomar aquellos senderos y realizar un aporte significativo para una democracia genuina, en la que los fenómenos del mercado se acoten y encaucen con la participación ciudadana y el objetivo último de las políticas públicas sea el desarrollo sustentable con sentido social, basado en el incremento sostenido de la riqueza y la tendencia a la equidad en su distribución.
La Universidad tiene en la Argentina, hoy, una tarea adicional: pensar el país. Quizá el más acuciante de los problemas a resolver sea la ausencia de orientaciones teóricas, imaginarios sociales, marcos referenciales que motiven una movilización de las fuerzas sociales en un sentido transformador.
Y tal vez en este punto los universitarios tenemos un rol para cumplir: hemos dejado en el campo intelectual demasiados espacios vacíos y es hora de comenzar a ocuparlos, empeñando nuestros mejores esfuerzos en comprender los cambios sociales y volverlos inteligibles para la sociedad, demostrando que es posible pensar y concretar un país insertado en el mundo y en crecimiento en base al esfuerzo, la inteligencia, el trabajo y la ética de sus ciudadanos.
Convocamos entonces a estudiantes, profesores, personal de apoyo, graduados y a la región que nos contiene a la aventura colectiva de poner a nuestra Universidad Nacional del Litoral al servicio de ese país mejor.
Muchas Gracias.

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