En huertas de exportación

El 95% de los vegetales no contiene residuos de plaguicidas

Jueves 29 de octubre de 2009

Investigadores de la UNL analizaron muestras de frutas, verduras y cereales producidos en la región santafesina para exportación y para empresas que comercializan en los países europeos y otros mercados de grandes exigencias de calidad. En un alto porcentaje n

Un grupo de investigación de la UNL detectó que mas del 95% de los alimentos vegetales, producidos en huertas de la ciudad de Santa Fe que se dedican a la exportación, no contienen residuos de plaguicidas y del 5% restante solo un mínima cantidad excede los límites máximos permitidos. Es decir, que las frutas, verduras y cereales y sus derivados analizados, cumplen con los requisitos estándares internacionales de buenas prácticas agrícolas.

“La concentración de la mayoría los compuestos que encontramos en los productos de nuestra investigación están por debajo de lo permitido tanto para la norma de la Comunidad Europea, la norma de Estados Unidos y la legislación Argentina, que es la que fija SENASA (Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria). Es decir que los productos que analizamos estarían legalmente aceptados en el mercado”, explicó Silvia García, una de las investigadoras del Laboratorio Central de la Facultad de Ingeniería Química (FIQ) de la UNL.
Sin embargo, la investigación estuvo basada sólo en alimentos destinados a la exportación, por lo que se dispone de menor cantidad de datos de productos que están destinados al consumo local. Por este motivo una de las pautas a aplicar de manera inmediata es trabajar en el relevamiento de las quintas y huertas de la región santafesina para obtener un mapa más completo de las prácticas agrícolas de la zona y el uso de los plaguicidas.

El trabajo
La investigación de la FIQ relevó un total de 115 muestras de frutas, jugos de frutas, verduras y cereales, tanto como materia prima como en productos elaborados o semielaborados. Y se analizó el uso de 54 compuestos de diversas clases y tipos de plaguicidas.
Del total, sólo en cinco muestras se probó que había residuos de un plaguicida que excedía el límite permitido y en una se comprobó que contenía residuos de dos plaguicidas.
En este trabajo “analizamos muestras de productos para exportar y para vender a empresas multinacionales, por lo que los requerimientos y controles exigidos a los quinteros es estricto, para no tener problemas al insertar los productos en el mercado. Nosotros no podemos asegurar que estos mismos procedimientos se cumplan en todas las quintas”, explicó María Rosa Repetti, otra de las investigadoras.
“Ellos tienen un contrato y tienen un compromiso de seguir las buenas prácticas agrícolas. Si bien se usan plaguicidas, porque en determinados casos es necesaria su utilización, se conducen protocolos de trabajo con registro de los compuestos y las dosis que deben aplicar según la fruta, el tamaño de la producción, las fechas, las condiciones climáticas, las comprobaciones analíticas, de manera que cuando se llega a la cosecha se puede asegurar al comprador que  cumple con los limites establecidos de residuos de plaguicidas y resulta inocuo desde este punto de vista”, amplió García.
En nuestra provincia para el consumo local no se exige un protocolo y no se hace un control del contenido de residuos de plaguicidas en forma exhaustiva y sistemática. “En cambio lo que se exporta necesariamente tiene que estar controlado en este aspecto y tener un certificado que lo avale sino no se puede comercializar”.

Baby food
El equipo investigador también analizó muestras de alimentos destinados a bebés y niños (“Baby Food”). En este aspecto, las normas son mucho más estrictas tolerando valores de residuos de plaguicidas mínimos. “Está permitida la presencia de hasta 10 microgramos por kilo (µg/kg) – lo que equivale a decir 10 millonésimas menos de gramo por kilo- para la mayoría de los compuestos ya sea en materias primas o productos elaborados como papillas preparadas o leche en polvo”, explicó Repetti. A partir de los análisis, las investigadoras, resaltaron que “en los productos que específicamente son para bebés no se hallaron valores que excedan los límites de residuos de plaguicidas”.
“En los niños los límites son tan bajos porque el peso corporal es menor, y existen alimentos que se consumen en grandes cantidades, por ejemplo la leche, que es el alimento principal, por lo tanto tiene que tener un límite muy estricto, y 10 µg/kg lo es, ya que un alimento para adulto puede llegar a tener tolerancias mucho mayores”, detalló Repetti.

El método
El nombre del método que usaron para la investigación es QuEChERS, que significa por sus siglas en inglés: rápido, fácil, barato, robusto y seguro.
Se trata de un método novedoso recientemente introducido, apto para análisis simplificado multiresiduo (MMR) y utilizado por muchos laboratorios especializados del mundo. En principio, “la muestra que llega al laboratorio se congela para su conservación y molienda. Una vez molida se pesa una porción y se lleva a cabo el procedimiento de extracción de los plaguicidas y limpieza de los extractos”, explicó García.
“Una vez obtenido el extracto se realiza la determinación final por métodos cromatográficos (cromatografía de gases y cromatografía líquida), de manera de determinar la presencia o no de residuos de plaguicidas”, finalizó Repetti.
El grupo de investigación participó recientemente como organizador local del 2º Workshop Latinoamericano sobre Residuos de Plaguicidas, evento en donde se presentaron las conclusiones del estudio.
Además, antes de fin de año el laboratorio recibirá un nuevo equipo de última tecnología lo que le permitirá ampliar el alcance de los estudios, aumentar el número y las clases de compuestos analizados y potenciar el uso de nuevas herramientas al servicio de la calidad y la seguridad alimentaria en la región y el país.

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