Debate en "Ateneo"
El papel de la cultura en Santa Fe
Lunes 17 de julio de 2006
En la última edición del programa de la UNL que se emite por Cable y Diario, se plantearon los nuevos desafíos en el campo cultural en la ciudad de Santa Fe. Durante el programa, se debatieron las demandas culturales a las cuales el Estado debería dar respuest
Durante la década del 60, Santa Fe, al igual que el resto del país, vivió su época de mayor esplendor en materia de teatro, cine, letras y artes plásticas. En cambio, los años Á‚'70 y las dictaduras militares instauraron en el país y la provincia una época signada por la oscuridad y la represión. Las voces del arte fueron silenciadas por un gobierno que censuraba y perseguía la cultura por considerarla subversiva. Fue una época de muertes, exilios y dolor para la cultura Argentina.
Después de años de censura y terrorismo de Estado, las décadas del 80 y 90 estuvieron marcadas por un panorama desolador. La moneda corriente fue el desinterés y se puso en evidencia la falta de compromiso oficial por rescatar los valores culturales de una ciudad que supo ser floreciente. La desidia del Estado en materia cultural se vio reflejada en una actividad notablemente reducida en todos los campos artísticos. Numerosos centros culturales que ofrecían espectáculos que se llevaban adelante con gran esfuerzo y dedicación, se vieron obligados a cerrar sus puertas ante la imposibilidad de solventar los gastos cada vez mayores.
Los inicios del nuevo siglo presentan un panorama similar en el cual la gente de la cultura sigue luchando por remontar a pulmón las malas condiciones y el desinterés oficial. Incentivado por nuevas y talentosas generaciones con ideas y proyectos innovadores la cultura santafesina busca nuevos caminos de expresión.
Las distintas etapas de la cultura santafesina desde la década del 60 hasta la actualidad, el rol del estado, y la experiencia de los centros y movimientos culturales fueron los temas que se abordaron en Ateneo, el pasado jueves 13, en el debate integrado por Damián Rodríguez Kees, director de Cultura de la Universidad Nacional del Litoral (UNL), Diego Romero, tesorero de la Asociación El Puente y Domingo Sahda, reconocido artista plástico de la ciudad y la región.
Por su parte Rodríguez Kees afirmó que "es en la batalla contra el mercado donde el Estado tiene el deber de hacer una especie de contrapeso y generar más espacios para aquello que Raymond Williams llama las culturas emergentes. El Estado tiene que construir esos espacios de participación para que aquellas expresiones que no están en el centro del mercado, sino que están en el borde o casi afuera, tengan sus canales de expresión".
"No existe una política cultural ni en la nación, ni en la provincia, ni en el municipio. Existen eventuales acciones coyunturales que no significan una política como proyecto u objetivos a conseguir", resumió Sahda.
"Desde la Universidad tenemos como consigna de nuestro trabajo cultural intervenir en la sociedad como gran contenedor de proyectos de identidad social, porque el gran debate en la cultura es la identidad social y en ese sentido es nuestra responsabilidad como parte de lo público intervenir en generar espacios para esa construcción de identidades", sostuvo Rodríguez Kees y agregó que "la Universidad tiene una política bastante clara en materia cultural, que es generar espacios de participación democrática que pueden ser desde los Argentinos de Teatro, Literatura, Danza, la Bienal de Arte Joven, los Ciclos del Paraninfo y Más, Programa 13 entre otros".
De todas maneras "generar un hecho cultural fuera de lo masificado, de lo que provocó la globalización en el ámbito cultural es muy difícil. Hoy llenar una sala es muy difícil", remarcó Romero.
Después de años de censura y terrorismo de Estado, las décadas del 80 y 90 estuvieron marcadas por un panorama desolador. La moneda corriente fue el desinterés y se puso en evidencia la falta de compromiso oficial por rescatar los valores culturales de una ciudad que supo ser floreciente. La desidia del Estado en materia cultural se vio reflejada en una actividad notablemente reducida en todos los campos artísticos. Numerosos centros culturales que ofrecían espectáculos que se llevaban adelante con gran esfuerzo y dedicación, se vieron obligados a cerrar sus puertas ante la imposibilidad de solventar los gastos cada vez mayores.
Los inicios del nuevo siglo presentan un panorama similar en el cual la gente de la cultura sigue luchando por remontar a pulmón las malas condiciones y el desinterés oficial. Incentivado por nuevas y talentosas generaciones con ideas y proyectos innovadores la cultura santafesina busca nuevos caminos de expresión.
Las distintas etapas de la cultura santafesina desde la década del 60 hasta la actualidad, el rol del estado, y la experiencia de los centros y movimientos culturales fueron los temas que se abordaron en Ateneo, el pasado jueves 13, en el debate integrado por Damián Rodríguez Kees, director de Cultura de la Universidad Nacional del Litoral (UNL), Diego Romero, tesorero de la Asociación El Puente y Domingo Sahda, reconocido artista plástico de la ciudad y la región.
Un Estado ausente
"La gente joven no alcanza a dimensionar que la energía creadora y el espacio de libertad que hubo en Santa Fe hoy parece mítico Á‚"“remarcó Sahda, y agregó que "no me gusta atarme al ayer porque es la mejor manera de impedir el avance, pero sí es cierto es que causa perplejidad ver la fuerza perdida, el empuje creador dilapidado por cuestiones ajenas al ámbito cultural que han devenido en esta suerte de ciudad que se mira en su propio espejo y que es incapaz de crear sueños". Esto se debe a que "no hay políticas de estado en materia cultural, lo que nos pasa a los argentinos en salud, economía, educación, también nos pasa en materia de cultura, no hay políticas de estado", argumentó. Romero que a su vez consideró que "la obligación del Estado no está solamente en tratar de apoyar a quienes no están dentro del circuito, sino que hay una obligación fundamental que es la de crear políticas de estado a largo plazo que genere una población cultural".Por su parte Rodríguez Kees afirmó que "es en la batalla contra el mercado donde el Estado tiene el deber de hacer una especie de contrapeso y generar más espacios para aquello que Raymond Williams llama las culturas emergentes. El Estado tiene que construir esos espacios de participación para que aquellas expresiones que no están en el centro del mercado, sino que están en el borde o casi afuera, tengan sus canales de expresión".
"No existe una política cultural ni en la nación, ni en la provincia, ni en el municipio. Existen eventuales acciones coyunturales que no significan una política como proyecto u objetivos a conseguir", resumió Sahda.
Intentos de resurgir
"Cuando se producen vacíos hay alguien que los ocupa", comentó Sahda. Es así que la UNL, la Asociación El Puente y muchos otros centros culturales están luchando día a día para resurgir espacios culturales que desde hace más de quince años no tienen lugar para expresarse."Desde la Universidad tenemos como consigna de nuestro trabajo cultural intervenir en la sociedad como gran contenedor de proyectos de identidad social, porque el gran debate en la cultura es la identidad social y en ese sentido es nuestra responsabilidad como parte de lo público intervenir en generar espacios para esa construcción de identidades", sostuvo Rodríguez Kees y agregó que "la Universidad tiene una política bastante clara en materia cultural, que es generar espacios de participación democrática que pueden ser desde los Argentinos de Teatro, Literatura, Danza, la Bienal de Arte Joven, los Ciclos del Paraninfo y Más, Programa 13 entre otros".
De todas maneras "generar un hecho cultural fuera de lo masificado, de lo que provocó la globalización en el ámbito cultural es muy difícil. Hoy llenar una sala es muy difícil", remarcó Romero.