Mario Barletta: "Pensar una Universidad distinta"
Lunes 10 de diciembre de 2001
Con amplio consenso, Mario Barletta fue electo rector de la UNL por cuatro años. Su propuesta plantea una serie de profundas transformaciones en la Universidad que permitan enfrentar con éxito los condicionantes del contexto actual. Una comunidad universitaria
El pasado miércoles 5 de diciembre se realizó la sesión especial de la Asamblea Universitaria de la UNL que elegió a las nuevas autoridades de la institución para el período 2002-2006. En un Paraninfo colmado de público, fueron proclamados como Rector el Ing. Mario Barletta y como Vicerrector el Dr. Mariano Candioti, obteniendo el 85,9% y el 83,7% respectivamente.
De esta manera, finalizó el período electoral iniciado hace dos meses en la UNL con la realización de la sesión especial del máximo órgano de gobierno de la casa de altos estudios. El Ing. Barletta finalizará en marzo de 2002 con el mandato otorgado por la Asamblea en febrero de 2000 para completar el período correspondiente al Arq. Hugo Storero. Asimismo, no puede obviarse la discusión que tuvo lugar en la Universidad a partir de la judicialización de aspectos vinculados al proceso electoral, y que dieron lugar a una sesión extraordinaria de la Asamblea, la cual en octubre modificó el Estatuto con el objeto de incluir el voto secreto como mecanismo de elección para el claustro de profesores.
Además de los ritos y las costumbres propias de todo proceso electoral, que fueron dando color a la Asamblea, cabe destacar que sólo seis asambleístas se ausentaron y que durante las dos horas de sesión se pudieron escuchar las distintas voces que representan a los diferentes sectores políticos de la vida universitaria. No faltaron las referencias al voto secreto para el claustro docente ni las reivindicaciones de los logros de la gestión actual, como tampoco estuvieron ausentes algunos de los ejes que caracterizarán los debates por venir en nuestra Universidad: el financiamiento alternativo, la educación a distancia, la transformación de las estructuras académicas, la defensa de la universidad pública, el acceso al conocimiento, la responsabilidad frente a la crisis, la movilización social; en definitiva, algunos de los planteos que irán delineando el rol de la universidad frente a los desafíos que plantean los próximos años.
Lo que esta Asamblea pone de relieve, más allá de los discursos y las disputas, es la madurez de una comunidad universitaria que, a lo largo de estos 18 años de democracia, ha aprendido a construir en la disidencia. No son muchas las instituciones universitarias cogobernadas que pueden demostrar un crecimiento institucional sostenido y alcanzado a partir de legítimos – y no por ello menos conflictivos – procesos de debate democrático. La Universidad Nacional del Litoral, como buena “hija de la Reforma”, puede dejar sentado en numerosos ejemplos cómo, lejos de impedir un buen funcionamiento institucional, el cogobierno, el compromiso social y la autonomía son las garantías del mejor desarrollo de las universidades.
La participación de todos los actores – estudiantes, docentes, graduados, no docentes – con representantes en todos los órganos de gobierno, así como en la definición de las políticas institucionales, hacen de la universidad un espacio donde se ejercita la democracia, donde se construye una forma de pensar lo común y de proyectar el futuro de manera colectiva. Y es la UNL, precisamente, como hija del movimiento político y cultural de principios del siglo XX, quien puede expresar con orgullo estos principios nutridos en la Reforma Universitaria.
Por ello, el recientemente electo rector define “una triple estrategia para garantizar las posibilidades de éxito de la Universidad Pública en el cumplimiento de su misión social”.
“Por un lado, la Universidad debe reforzar su relación con los gobiernos locales y con las empresas de nuestra región con vistas a desarrollar estrategias cooperativas y articuladas que permitan sostener y acrecentar las potencialidades del trabajo conjunto entre la sociedad civil, los gobiernos locales, las empresas y las instituciones educativas. Por otro lado, apelar al esfuerzo y el compromiso de la comunidad universitaria y de la sociedad en su conjunto para enfrentar la crisis a través de mecanismos complementarios de financiamiento, orientados por el ideal de la igualdad de oportunidades. Por último, se debe producir una FLOAT8transformación de la estructura, la organización y la gestión de la institución para construir una nueva Universidad. Debemos fundar la gestión institucional de la UNL en una política innovadora, lo cual implica revisar de manera profunda los hábitos académicos, políticos y administrativos, como también las estructuras que los hacen posible”. No son menores los cambios que se avecinan ni los temas que se están poniendo a la luz de la opinión pública a los fines de que la propia comunidad universitaria desarrolle los debates correspondientes. Por ello, un especial énfasis se pone en la valorización de los espacios colegiados de gobierno para pensar esta transformación: “A partir de la participación democrática de los claustros que traducen la pluralidad, la negociación y el diálogo de la diversidad institucional y constituyen la garantía de la autonomía ante el Estado y otros organismos sociales, debemos llevar adelante una política innovadora capaz de modificar las formas académicas, impulsar una nueva organización administrativa y de gestión y conciliar armónicamente la capacidad instalada en toda la institución para potenciar su desarrollo”.
Uno de los aspectos más subrayados por Barletta es la necesidad de pensar una universidad integrada, global, con un fuerte sentido de pertenencia en toda la comunidad y con capacidad para asumir los cambios que le exige la sociedad. “Para seguir cumpliendo la misión social de la Universidad, debemos transformarnos. Para que la relación entre democracia, saber y sociedad sea la que propugnamos. Para garantizar la igualdad de oportunidades y el acceso al conocimiento y a la educación a una mayor cantidad de ciudadanos. Para construir una universidad con mayor excelencia y calidad, con recursos humanos formados para insertarse con mayor idoneidad en un mercado laboral cambiante, con capacidad para diversificar los recorridos curriculares y generar nuevas propuestas de grado y posgrado, con nuevas líneas de investigación y desarrollo y con mayor capacidad para la resolución de los problemas sociales”.
Todo su discurso se estructura sobre la relación entre democratización, saber y sociedad, que es la que define el modelo universitario. Será precisamente éste uno de los ejes sobre los cuales se asentarán los debates sobres las políticas institucionales en los próximos cuatro años y uno de los aspectos que articularán las políticas educativas y las concepciones académicas sobre la vida universitaria que queremos para nuestro futuro.
De esta manera, finalizó el período electoral iniciado hace dos meses en la UNL con la realización de la sesión especial del máximo órgano de gobierno de la casa de altos estudios. El Ing. Barletta finalizará en marzo de 2002 con el mandato otorgado por la Asamblea en febrero de 2000 para completar el período correspondiente al Arq. Hugo Storero. Asimismo, no puede obviarse la discusión que tuvo lugar en la Universidad a partir de la judicialización de aspectos vinculados al proceso electoral, y que dieron lugar a una sesión extraordinaria de la Asamblea, la cual en octubre modificó el Estatuto con el objeto de incluir el voto secreto como mecanismo de elección para el claustro de profesores.
Además de los ritos y las costumbres propias de todo proceso electoral, que fueron dando color a la Asamblea, cabe destacar que sólo seis asambleístas se ausentaron y que durante las dos horas de sesión se pudieron escuchar las distintas voces que representan a los diferentes sectores políticos de la vida universitaria. No faltaron las referencias al voto secreto para el claustro docente ni las reivindicaciones de los logros de la gestión actual, como tampoco estuvieron ausentes algunos de los ejes que caracterizarán los debates por venir en nuestra Universidad: el financiamiento alternativo, la educación a distancia, la transformación de las estructuras académicas, la defensa de la universidad pública, el acceso al conocimiento, la responsabilidad frente a la crisis, la movilización social; en definitiva, algunos de los planteos que irán delineando el rol de la universidad frente a los desafíos que plantean los próximos años.
Lo que esta Asamblea pone de relieve, más allá de los discursos y las disputas, es la madurez de una comunidad universitaria que, a lo largo de estos 18 años de democracia, ha aprendido a construir en la disidencia. No son muchas las instituciones universitarias cogobernadas que pueden demostrar un crecimiento institucional sostenido y alcanzado a partir de legítimos – y no por ello menos conflictivos – procesos de debate democrático. La Universidad Nacional del Litoral, como buena “hija de la Reforma”, puede dejar sentado en numerosos ejemplos cómo, lejos de impedir un buen funcionamiento institucional, el cogobierno, el compromiso social y la autonomía son las garantías del mejor desarrollo de las universidades.
La participación de todos los actores – estudiantes, docentes, graduados, no docentes – con representantes en todos los órganos de gobierno, así como en la definición de las políticas institucionales, hacen de la universidad un espacio donde se ejercita la democracia, donde se construye una forma de pensar lo común y de proyectar el futuro de manera colectiva. Y es la UNL, precisamente, como hija del movimiento político y cultural de principios del siglo XX, quien puede expresar con orgullo estos principios nutridos en la Reforma Universitaria.
Repensar la universidad
La propuesta del Ing. Barletta señala que el reconocimiento de la grave crisis por la que atraviesa nuestro país obliga a repensar la Universidad. “La exigencia de asumir actitudes responsables como verdaderos sujetos universitarios nos tiene que llevar a abandonar los perimidos posicionamientos defensivos, las actitudes de conformismo resignado o de aceptación acrítica del estado de cosas vigente. Se hace imprescindible pensar una universidad distinta, recuperando nuestros principios históricos y filosóficos, reconceptualizándolos en relación con los nuevos desafíos vinculados al conocimiento, a su democratización y a su relación con las necesidades de la sociedad”.Por ello, el recientemente electo rector define “una triple estrategia para garantizar las posibilidades de éxito de la Universidad Pública en el cumplimiento de su misión social”.
“Por un lado, la Universidad debe reforzar su relación con los gobiernos locales y con las empresas de nuestra región con vistas a desarrollar estrategias cooperativas y articuladas que permitan sostener y acrecentar las potencialidades del trabajo conjunto entre la sociedad civil, los gobiernos locales, las empresas y las instituciones educativas. Por otro lado, apelar al esfuerzo y el compromiso de la comunidad universitaria y de la sociedad en su conjunto para enfrentar la crisis a través de mecanismos complementarios de financiamiento, orientados por el ideal de la igualdad de oportunidades. Por último, se debe producir una FLOAT8transformación de la estructura, la organización y la gestión de la institución para construir una nueva Universidad. Debemos fundar la gestión institucional de la UNL en una política innovadora, lo cual implica revisar de manera profunda los hábitos académicos, políticos y administrativos, como también las estructuras que los hacen posible”. No son menores los cambios que se avecinan ni los temas que se están poniendo a la luz de la opinión pública a los fines de que la propia comunidad universitaria desarrolle los debates correspondientes. Por ello, un especial énfasis se pone en la valorización de los espacios colegiados de gobierno para pensar esta transformación: “A partir de la participación democrática de los claustros que traducen la pluralidad, la negociación y el diálogo de la diversidad institucional y constituyen la garantía de la autonomía ante el Estado y otros organismos sociales, debemos llevar adelante una política innovadora capaz de modificar las formas académicas, impulsar una nueva organización administrativa y de gestión y conciliar armónicamente la capacidad instalada en toda la institución para potenciar su desarrollo”.
Uno de los aspectos más subrayados por Barletta es la necesidad de pensar una universidad integrada, global, con un fuerte sentido de pertenencia en toda la comunidad y con capacidad para asumir los cambios que le exige la sociedad. “Para seguir cumpliendo la misión social de la Universidad, debemos transformarnos. Para que la relación entre democracia, saber y sociedad sea la que propugnamos. Para garantizar la igualdad de oportunidades y el acceso al conocimiento y a la educación a una mayor cantidad de ciudadanos. Para construir una universidad con mayor excelencia y calidad, con recursos humanos formados para insertarse con mayor idoneidad en un mercado laboral cambiante, con capacidad para diversificar los recorridos curriculares y generar nuevas propuestas de grado y posgrado, con nuevas líneas de investigación y desarrollo y con mayor capacidad para la resolución de los problemas sociales”.
Todo su discurso se estructura sobre la relación entre democratización, saber y sociedad, que es la que define el modelo universitario. Será precisamente éste uno de los ejes sobre los cuales se asentarán los debates sobres las políticas institucionales en los próximos cuatro años y uno de los aspectos que articularán las políticas educativas y las concepciones académicas sobre la vida universitaria que queremos para nuestro futuro.