Ciencia y Técnica UNL

Peces más enfermos por la contaminación

Lunes 28 de marzo de 2005

Tienen más parásitos y presentan cambios en su crecimiento y supervivencia. Fueron encontrados en lagunas dependientes del Salado, a la altura de Santo Tomé y San Justo. La investigación es realizada por científicos de la Facultad de Humanidades y del Inali.

El volcado de líquidos industriales y cloacales y hasta el uso recreativo de las aguas de un río pueden provocar consecuencias en el medio ambiente que repercuten directamente en el desarrollo de las especies. Tanto que investigadores de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) y del Instituto Nacional de Limnología (Conicet-UNL) encontraron juveniles de peces que habitan en lagunas dependientes del Salado, a la altura de Santo Tomé y San Justo, con diversas lesiones, elevada presencia de parásitos y hasta problemas en su crecimiento y supervivencia.

El trabajo -dirigido por las MSc. Liliana Rossi y Julieta Parma, y subvencionado por la UNL- estudió cómo repercuten las perturbaciones a las que están expuestas las aguas del río Salado en las poblaciones y comunidades de peces, con el objetivo de evaluar "qué riqueza de especies hay y en qué estado sanitario se encuentran".

Tras obtener muestras de distintas lagunas y someterlas a diversos análisis, los investigadores determinaron que, en general, los peces presentan una "baja condición" (estado de bienestar), si se los compara con otros no sometidos al estrés que sí suponen los ambientes contaminados, según indicó Liliana Rossi.

Uno de los indicadores del deficiente estado sanitario fue el alto porcentaje de afecciones parasitarias hallado en las distintas especies. En este sentido, se pudo documentar que "las branquias de las poblaciones de sábalos juveniles capturados en las lagunas asociadas al Salado presentaron un elevado número de parásitos", una afección común entre los peces, pero "no en la intensidad con que se presentan en estas poblaciones", dijo la investigadora. Además, se encontraron parásitos intestinales comunes entre peces que habitan en situaciones de elevado estrés.

En tanto, los juveniles de moncholo, una especie muy abundante en el Salado, "presentaron una baja condición corporal", lo que demostró un importante deterioro en su crecimiento. "Las poblaciones que analizamos se alimentan básicamente de organismos que son bioindicadores de contaminación, especialmente de un grupo de larvas de insectos que consumen en gran cantidad (se hallaron hasta 100 organismos bioindicadores por cada estómago, en los moncholos juveniles). Estos insectos son capaces de tolerar una condición muy dañina para otras especies: y cuando uno las encuentra como dominantes en un ambiente, quiere decir que el mismo presenta una baja calidad ambiental", afirmó Rossi.

Asimismo, en ensayos de laboratorio que aún continúan se comprobó que la supervivencia de los juveniles de amarillo criados con aguas del río Salado fue mucho más baja que la de animales criados con aguas de mayor calidad.

Más estrés, más vulnerabilidad

Por otro lado, los especialistas dicen haber encontrado ejemplares de "muy baja condición", una prueba de que "diversos factores como la contaminación repercuten en el crecimiento de la población". Numerosos ejemplares de esta especie al ser capturados mostraron un importante deterioro corporal, algo preocupante si se considera que se trata de ejemplares de juveniles, una de las etapas más tempranas de desarrollo.

Las lagunas estudiadas están fuertemente conectadas con el Salado (dependen de las crecientes y bajantes del río), lo que implica cambios estacionales en el ambiente de estas poblaciones ícticas. Si a esta característica natural se le suma una mala calidad de las aguas, la vulnerabilidad de las poblaciones aumenta.

"El río tiene un ciclo natural de creciente y bajante. Muchas poblaciones están adaptadas a esas condiciones, pero si el aislamiento natural durante las bajantes es agravado por una pobre calidad del agua, sus efectos se adicionan. Esos peces aislados son más vulnerables, y su crecimiento y supervivencia son afectados", explicó Rossi.

Sobre el trabajo

El proyecto de investigación no pretendió evaluar la incidencia directa de cierto metal o químico en el desarrollo de un pez, sino que se trató de una evaluación indirecta: se analizó en qué condición se encuentran los peces que habitan durante su crecimiento estas lagunas del Salado, donde otros estudios ya han demostrado un significativo índice de contaminación.

Tras recolectar los peces con redes de arrastre, los investigadores seleccionaron ejemplares de larvas y juveniles de las distintas especies, registraron sus medidas corporales y peso, y analizaron si su crecimiento responde a los índices habituales de la especie. Además, efectuaron un análisis del tipo y de la cantidad de especies presentes y acerca de en qué estado sanitario se encontraban, algo que es muy importante como revelador de las condiciones en las que está el sistema. Ensayos de laboratorio complementaron las investigaciones de campo.

"Estudiar los estadios iniciales de vida -como las larvas y los juveniles de peces- también habla de la calidad del ambiente. Son considerados actualmente como descriptores funcionales del sistema", explicó Rossi. "Las larvas tienen una elevadísima mortalidad natural y son más vulnerables que otros estados de vida. En situaciones en las que las poblaciones están comprometidas o la calidad de agua es muy baja, estas poblaciones se renuevan en poca medida y presentan un menor reclutamiento", agregó, algo que sucede en algunos tramos del río Salado.

En general, los investigadores comprobaron que el estado de las poblaciones no es igual en todo el tramo inferior del río Salado, y sugieren que este ambiente y sus importantes poblaciones deben ser conservados.

Equipo de investigación: Liliana Rossi, Julieta Parma, Silvina Chemes, Rosana Sottini, Daniela Gogniat , Silvana De Marco, Mirta Campana, Carla Bacchetta.

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