Ciencia y Técnica
Relleno sanitario: sólo una parte de la solución al problema de la basura
Lunes 5 de junio de 2006
Un especialista del INTEC y la UNL explica cómo se hace para que la basura que producimos no tenga consecuencias negativas en el medio ambiente.
Cada santafesino produce por día un promedio aproximado de medio kilo de basura, y aún más cuanto más se escala en los niveles socioeconómicos. Una familia tipo, integrada por cuatro personas, genera de dos a tres kilos de basura cada jornada. Y la ciudad entera, produce entre 150 y 200 toneladas cada 24 horas, que son recogidas mediante los sistemas formales, y otras 60 que se llevan los recolectores informales.
La Resolución 128 de la Secretaría de Medio Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Provincia estableció que en pocos años deberían dejar de funcionar todos los basurales a cielo abierto. Y puso sobre el tapete una discusión postergada: Á‚¿qué hacemos con toda esa basura?.
"Los rellenos sanitarios son una alternativa posible para destinar los excedentes no aprovechables de los residuos sólidos domiciliarios; es una de las opciones que el mundo encontró para solucionar ese tema", dijo el Dr. Carlos Martín, investigador del INTEC y la Universidad Nacional del Litoral (UNL). Se trata, agregó el experto, de una tecnología que puede minimizar el impacto sobre el medio ambiente y las condiciones del entorno donde se emplace.
Para eso tienen que cumplirse dos aspectos: que cumpla con las normativas vigentes, y sobre todo que sea controlado a lo largo del tiempo. Pero aun en estas condiciones, la instalación en zonas urbanas es conflictiva y totalmente desaconsejada.
Pese a todas estas precauciones, los rellenos sanitarios no pueden evitar los malos olores, que produce la propia descomposición de la materia putrescible y que de acuerdo al viento pueden causar un impacto negativo.
Para disminuirlo, los mejores rellenos sanitarios del mundo incorporan, después de la operación diaria, una capa de tierra, una opción que representa un aumento importante en los costos.
Cada relleno se estructura con distintas celdas que forman el módulo; a medida que una se completa, se pasa a ocupar la otra. Y así hasta "llenar" toda la superficie del módulo.
El relleno que la Municipalidad tiene previsto realizar destina 12 hectáreas a esos módulos y contempla también una planta de tratamiento de líquidos lixiviados, compuesta por "piletas" aireadas que "degradan" los compuestos químicos en líquidos no contaminantes.
"Un relleno sanitario tiene más de 20 años de Á‚'vidaÁ‚', que es el tiempo que se estima para que se degrade completamente el residuo depositado", explicó Martín. Durante ese lapso, "hay que supervisarlo permanentemente, para evitar entre otras cosas que filtre lixiviado a las aguas subterráneas".
"Hay una visión que equipara a la basura y los rellenos sanitarios con Chernovil, y no es así; son sólo residuos domiciliarios. Hay zonas enteras de la ciudad sobre cavas rellenas de basura volcada sin ningún tipo de control", dijo Martín, y como ejemplo expuso los casos de los rellenos en todo el mundo, donde se aprovechan luego los terrenos para diferentes usos como la recreación.
Para el especialista, "para que el relleno no sea pan para hoy y hambre para mañana, lo que hay que discutir desde el municipio es una política de gestión de los residuos sólidos urbanos (RSU), que no debe recaer en una ONG ni en una empresa privada, porque es facultad y obligación del Estado. Las Organizaciones No Gubernamentales (ONG) son fundamentales, pero no puede centrarse en ellas la existencia o no de las políticas de RSU, que deben ser políticas de estado.
Actualmente, existen algunas iniciativas de separación y reciclado "que están básicamente impulsadas por la buena voluntad de ONG. En este tema, las ONG tienen que participar y apoyar al Estado y no viceversa; las iniciativas que existen surgen de las ONG y deberían surgir del Estado, que debería ser quien impulse, coordine y garantice esas actividades dentro de un plan integral sostenido en el tiempo".
Sin embargo, para Martín "el Estado no se plantea una política integral; dice que quiere hacer el relleno, una planta de separación, y se lo plantea al privado, sin pensar que en realidad tienen intereses contrapuestos: mientras la sociedad debe buscar cómo generar menos residuos, el privado cobra por tonelada generada, por lo que más gana cuantos más residuos se generan".
"Disponer la basura en forma sanitaria es costoso, pero es bueno que sea caro, porque cuanto más caro es la gente toma conciencia de que es un problema de todos. Cuando tengamos que comenzar a pagar una tasa por el residuo vamos a comenzar a tomar conciencia. Es un problema que la sociedad tiene que discutir", finalizó Martín.
La Resolución 128 de la Secretaría de Medio Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Provincia estableció que en pocos años deberían dejar de funcionar todos los basurales a cielo abierto. Y puso sobre el tapete una discusión postergada: Á‚¿qué hacemos con toda esa basura?.
"Los rellenos sanitarios son una alternativa posible para destinar los excedentes no aprovechables de los residuos sólidos domiciliarios; es una de las opciones que el mundo encontró para solucionar ese tema", dijo el Dr. Carlos Martín, investigador del INTEC y la Universidad Nacional del Litoral (UNL). Se trata, agregó el experto, de una tecnología que puede minimizar el impacto sobre el medio ambiente y las condiciones del entorno donde se emplace.
Para eso tienen que cumplirse dos aspectos: que cumpla con las normativas vigentes, y sobre todo que sea controlado a lo largo del tiempo. Pero aun en estas condiciones, la instalación en zonas urbanas es conflictiva y totalmente desaconsejada.
Cómo se hace
Una vez seleccionado el lugar adecuado para hacer un relleno sanitario, hay que preparar el terreno. De acuerdo con los niveles freáticos, pueden hacerse en profundidad (4 o 5 metros por debajo del nivel de la tierra) o bien "en positivo", como se denomina a las lomas de residuos. En estos últimos casos (como en nuestra zona) se excava el suelo lo mínimo posible para luego compactarlo, y colocar una membrana plástica de forma de impermeabilizarlo; ésta retiene los líquidos lixiviados que mayormente se generan cuando la lluvia entra en contacto con la basura. Sobre la membrana se estructura un sistema de caños, destinado a extraer los gases y el lixiviado. Finalmente, se agrega otra capa de suelo para proteger la membrana (ver gráfico) y recién ahí se comienza a depositar el residuo, que se desparrama, se compacta y se tapa.Pese a todas estas precauciones, los rellenos sanitarios no pueden evitar los malos olores, que produce la propia descomposición de la materia putrescible y que de acuerdo al viento pueden causar un impacto negativo.
Para disminuirlo, los mejores rellenos sanitarios del mundo incorporan, después de la operación diaria, una capa de tierra, una opción que representa un aumento importante en los costos.
Cada relleno se estructura con distintas celdas que forman el módulo; a medida que una se completa, se pasa a ocupar la otra. Y así hasta "llenar" toda la superficie del módulo.
El relleno que la Municipalidad tiene previsto realizar destina 12 hectáreas a esos módulos y contempla también una planta de tratamiento de líquidos lixiviados, compuesta por "piletas" aireadas que "degradan" los compuestos químicos en líquidos no contaminantes.
"Un relleno sanitario tiene más de 20 años de Á‚'vidaÁ‚', que es el tiempo que se estima para que se degrade completamente el residuo depositado", explicó Martín. Durante ese lapso, "hay que supervisarlo permanentemente, para evitar entre otras cosas que filtre lixiviado a las aguas subterráneas".
"Hay una visión que equipara a la basura y los rellenos sanitarios con Chernovil, y no es así; son sólo residuos domiciliarios. Hay zonas enteras de la ciudad sobre cavas rellenas de basura volcada sin ningún tipo de control", dijo Martín, y como ejemplo expuso los casos de los rellenos en todo el mundo, donde se aprovechan luego los terrenos para diferentes usos como la recreación.
Para el especialista, "para que el relleno no sea pan para hoy y hambre para mañana, lo que hay que discutir desde el municipio es una política de gestión de los residuos sólidos urbanos (RSU), que no debe recaer en una ONG ni en una empresa privada, porque es facultad y obligación del Estado. Las Organizaciones No Gubernamentales (ONG) son fundamentales, pero no puede centrarse en ellas la existencia o no de las políticas de RSU, que deben ser políticas de estado.
El verdadero problema
"La verdadera discusión pasa por otro lugar", dijo Martín y se preguntó: "Á‚¿En manos de quién tienen que estar los programas de separación domiciliaria? En manos del Estado, porque es el único que puede garantizar y darle sostén a ese tipo de actividades", agregó el experto.Actualmente, existen algunas iniciativas de separación y reciclado "que están básicamente impulsadas por la buena voluntad de ONG. En este tema, las ONG tienen que participar y apoyar al Estado y no viceversa; las iniciativas que existen surgen de las ONG y deberían surgir del Estado, que debería ser quien impulse, coordine y garantice esas actividades dentro de un plan integral sostenido en el tiempo".
Sin embargo, para Martín "el Estado no se plantea una política integral; dice que quiere hacer el relleno, una planta de separación, y se lo plantea al privado, sin pensar que en realidad tienen intereses contrapuestos: mientras la sociedad debe buscar cómo generar menos residuos, el privado cobra por tonelada generada, por lo que más gana cuantos más residuos se generan".
"Disponer la basura en forma sanitaria es costoso, pero es bueno que sea caro, porque cuanto más caro es la gente toma conciencia de que es un problema de todos. Cuando tengamos que comenzar a pagar una tasa por el residuo vamos a comenzar a tomar conciencia. Es un problema que la sociedad tiene que discutir", finalizó Martín.