Ejemplo de estudiante
Una persona de 86 años vuelve a estudiar
Miércoles 21 de agosto de 2002
Se trata de Hipólito Delfor Peña, quién ya rindió su primera materia en la Universidad Nacional del Litoral. Tiene el título de Escribano y ahora va por el de Abogado. Las razones del retorno a las aulas tienen que ver con la importancia que él le asigna a la
“La educación es la base de toda Nación”. Cualquiera puede atribuirle esta frase a Domingo Faustino Sarmiento o a otro prócer nacional con preocupaciones por la formación de los ciudadanos de su patria. Pero en realidad, la afirmación pertenece a Hipólito Delfor Peña, una persona que actúa de acuerdo a lo que dice y piensa.
Hipólito tiene 86 años, vive en Pehuajó (provincia de Buenos Aires), y hace pocos días rindió la primera materia de la carrera de Abogacía en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Nacional del Litoral. “Rendí Historia Institucional Argentina, y me saqué un nueve”, cuenta orgulloso.
En 1948, abandonó los pasillos de la UNL con el título de Escribano Público bajo el brazo. Desde entonces y hasta el ‘92, ejerció su profesión. Cuando llegó a los 75 abriles lo jubilaron.
“Los primeros años, es linda la vida de jubilado –sostiene Hipólito–. Pero después de 10 años ya me cansé. Creo que aún tengo cosas por hacer”. Con algunas materias homologadas de sus estudios anteriores, Peña retoma los libros, con las mismas ganas que en 1946. “Esto fue posible por la buena voluntad de las autoridades de la Facultad”, manifiesta agradecido.
Esta convicción se refleja en que sus cinco hijos son todos profesionales –tres abogados, un contador y un veterinario componen la familia–. “Cuando les di la noticia de que volvía a estudiar, primero la recibieron extrañados, luego estuvieron conformes, y después del resultado del examen, están todos muy contentos”, recuerda con una sonrisa en la boca.
Hipólito hoy transita los senderos universitarios como cualquier otro estudiante. Salvo que los años le transmitieron una experiencia que le permite anhelar un grato futuro común, más que la concreción de un sueño propio. “La educación es la base de toda Nación” dice una y otra vez. Por lo menos así lo entiende él, y así lo hace.
Hipólito tiene 86 años, vive en Pehuajó (provincia de Buenos Aires), y hace pocos días rindió la primera materia de la carrera de Abogacía en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Nacional del Litoral. “Rendí Historia Institucional Argentina, y me saqué un nueve”, cuenta orgulloso.
En 1948, abandonó los pasillos de la UNL con el título de Escribano Público bajo el brazo. Desde entonces y hasta el ‘92, ejerció su profesión. Cuando llegó a los 75 abriles lo jubilaron.
“Los primeros años, es linda la vida de jubilado –sostiene Hipólito–. Pero después de 10 años ya me cansé. Creo que aún tengo cosas por hacer”. Con algunas materias homologadas de sus estudios anteriores, Peña retoma los libros, con las mismas ganas que en 1946. “Esto fue posible por la buena voluntad de las autoridades de la Facultad”, manifiesta agradecido.
La vuelta de la razón
“Muchos chicos empiezan a estudiar sin ninguna convicción. Lo hacen porque piensan que algo tienen que hacer – dice Hipólito con preocupación–. Pero en realidad hacen falta muchos Sarmientos en el país, ya que sin ciudadanos formados, revertir la situación del país es imposible”.Esta convicción se refleja en que sus cinco hijos son todos profesionales –tres abogados, un contador y un veterinario componen la familia–. “Cuando les di la noticia de que volvía a estudiar, primero la recibieron extrañados, luego estuvieron conformes, y después del resultado del examen, están todos muy contentos”, recuerda con una sonrisa en la boca.
Hipólito hoy transita los senderos universitarios como cualquier otro estudiante. Salvo que los años le transmitieron una experiencia que le permite anhelar un grato futuro común, más que la concreción de un sueño propio. “La educación es la base de toda Nación” dice una y otra vez. Por lo menos así lo entiende él, y así lo hace.