Ciencia y Técnica
Universitarios "subutilizados", el nuevo drama de la precarización
Miércoles 4 de mayo de 2005
Si bien algunos están desempleados, la mayoría ocupa puestos de trabajo de escasa calificación. Esta "subutilización" del capital humano se origina en el denominado "efecto fila": las personas con mayores niveles de escolaridad desplazan a las de menores nivel
El ingeniero que maneja taxis y el arquitecto que atiende un drugstore son instantáneas que desde hace tiempo nos muestra una cada vez más precarizada Argentina. La histórica fotografía del recién egresado que espera su futuro ansioso con el título bajo el brazo dio lugar a otra imagen, no tan alentadora: hoy los universitarios que egresan no saben adónde van a ir a parar.
Más que las cifras de desempleo, a los graduados les preocupa ocupar puestos de trabajo de escasa calificación, otrora reservados para jóvenes con menor formación intelectual. Esta subutilización del capital humano, dicen los expertos, se origina en el denominado "efecto fila", que consiste en que aquellos que tienen mayores niveles de escolaridad desplazan -casi literalmente- a los otros.
Cuando las oportunidades laborales disminuyen -y se incrementan los índices de desocupación-, quienes tienen mayores niveles de escolaridad compiten por los mismos empleos con los menos educados y así se produce el corrimiento en la "fila". Es decir, los egresados "consiguen más fácilmente trabajo pero en puestos que demandan calificaciones muy inferiores a las de un graduado universitario", dijo Norma Zandomeni, docente e investigadora de la Facultad de Ciencias Económicas (FCE) de la Universidad Nacional del Litoral (UNL).
Actualmente, los puestos calificados requieren en forma creciente conocimientos de informática, inglés y niveles de escolaridad cada vez más elevados, exigencia a la que pueden responder sólo algunos. "A esto debe agregarse que en algunos casos, sin cambiar los contenidos de los puestos, se plantean exigencias mayores debido al incremento en el nivel educativo de la población en un marco de alto desempleo", explicó Zandomeni, algo que también se conoce como fenómeno de "devaluación de credenciales educativas".
"El proceso de transición hacia empleos verdaderamente calificantes se ha vuelto más largo y complejo, pero la empleabilidad de los graduados universitarios es muy superior a la del resto de la población joven y es posible prever que serán los primeros beneficiados en un período de crecimiento económico", anticipó Zandomeni.
No obstante, los egresados no son tantos. Según datos del Censo 2001 correspondientes al departamento La Capital, los jóvenes con estudios superiores completos representan solamente el 5,41% del total de jóvenes de entre 15 y 29 años. Hay un escenario menos prometedor: el 43% de los jóvenes de entre 20 y 29 años no ha completado siquiera el nivel medio de su escolaridad, el piso de credenciales educativas demandadas por el mercado laboral.
Los grupos más vulnerables al desempleo siguen siendo los jóvenes de menor edad (entre 15 y 19 años), las mujeres, y, otra vez, aquellos que cuentan con escaso nivel de escolaridad.
Según la investigadora, "el escaso capital humano de muchos jóvenes en términos de escolaridad y experiencia, genera mayores dificultades en su inserción laboral debido a que se expanden los puestos que requieren mayores capacidades y se contraen los que pueden absorber a los menos calificados".
Por otro lado, en los jóvenes con alto nivel de escolaridad se produce un desajuste entre sus aspiraciones y la realidad laboral con que se enfrentan (remuneraciones, tipo de trabajo). Por esta razón, algunos -principalmente cuando provienen de familias que experimentan menos necesidades de ingresos- optan por no aceptar los trabajos que no están en línea con sus expectativas y vuelven al sistema educativo, en búsqueda de formaciones de posgrado y especializaciones.
"El gran riesgo es que se acentúe la segmentación en el mercado de trabajo juvenil, ya que el progreso técnico es intensivo en altas calificaciones y las exigencias asociadas a los nuevos perfiles tiende a destacar las diferencias de educación y capacitación", agregó Zandomeni.
Eso plantea "buscar respuestas tanto en el sistema de educación formal, para lograr una mayor cobertura y una adecuación más clara a los nuevos requerimientos del mundo del trabajo, como en políticas activas orientadas a la capacitación laboral y a la implementación de medidas o programas capaces de facilitar el proceso de inserción laboral", concluyó la investigadora.
Más que las cifras de desempleo, a los graduados les preocupa ocupar puestos de trabajo de escasa calificación, otrora reservados para jóvenes con menor formación intelectual. Esta subutilización del capital humano, dicen los expertos, se origina en el denominado "efecto fila", que consiste en que aquellos que tienen mayores niveles de escolaridad desplazan -casi literalmente- a los otros.
Cuando las oportunidades laborales disminuyen -y se incrementan los índices de desocupación-, quienes tienen mayores niveles de escolaridad compiten por los mismos empleos con los menos educados y así se produce el corrimiento en la "fila". Es decir, los egresados "consiguen más fácilmente trabajo pero en puestos que demandan calificaciones muy inferiores a las de un graduado universitario", dijo Norma Zandomeni, docente e investigadora de la Facultad de Ciencias Económicas (FCE) de la Universidad Nacional del Litoral (UNL).
Actualmente, los puestos calificados requieren en forma creciente conocimientos de informática, inglés y niveles de escolaridad cada vez más elevados, exigencia a la que pueden responder sólo algunos. "A esto debe agregarse que en algunos casos, sin cambiar los contenidos de los puestos, se plantean exigencias mayores debido al incremento en el nivel educativo de la población en un marco de alto desempleo", explicó Zandomeni, algo que también se conoce como fenómeno de "devaluación de credenciales educativas".
Graduados y no graduados
La situación de los graduados no es la misma que la que de aquellos jóvenes que no terminaron sus carreras universitarias. Mientras que los últimos no encuentran sustanciales mejoras en sus condiciones de "empleabilidad", los graduados registran las tasas más bajas de desempleo entre la población joven."El proceso de transición hacia empleos verdaderamente calificantes se ha vuelto más largo y complejo, pero la empleabilidad de los graduados universitarios es muy superior a la del resto de la población joven y es posible prever que serán los primeros beneficiados en un período de crecimiento económico", anticipó Zandomeni.
No obstante, los egresados no son tantos. Según datos del Censo 2001 correspondientes al departamento La Capital, los jóvenes con estudios superiores completos representan solamente el 5,41% del total de jóvenes de entre 15 y 29 años. Hay un escenario menos prometedor: el 43% de los jóvenes de entre 20 y 29 años no ha completado siquiera el nivel medio de su escolaridad, el piso de credenciales educativas demandadas por el mercado laboral.
Los jóvenes y el trabajo
Además del desempleo que afecta al conjunto de la población, para Zandomeni es posible identificar causas asociadas específicamente a los jóvenes. Según el registro de mayo de 2002, de cada diez jóvenes que buscan trabajo, cuatro no lo logran; del resto, la mayoría obtiene empleos precarios, temporales, y sin cobertura de la seguridad social.Los grupos más vulnerables al desempleo siguen siendo los jóvenes de menor edad (entre 15 y 19 años), las mujeres, y, otra vez, aquellos que cuentan con escaso nivel de escolaridad.
Según la investigadora, "el escaso capital humano de muchos jóvenes en términos de escolaridad y experiencia, genera mayores dificultades en su inserción laboral debido a que se expanden los puestos que requieren mayores capacidades y se contraen los que pueden absorber a los menos calificados".
Por otro lado, en los jóvenes con alto nivel de escolaridad se produce un desajuste entre sus aspiraciones y la realidad laboral con que se enfrentan (remuneraciones, tipo de trabajo). Por esta razón, algunos -principalmente cuando provienen de familias que experimentan menos necesidades de ingresos- optan por no aceptar los trabajos que no están en línea con sus expectativas y vuelven al sistema educativo, en búsqueda de formaciones de posgrado y especializaciones.
"El gran riesgo es que se acentúe la segmentación en el mercado de trabajo juvenil, ya que el progreso técnico es intensivo en altas calificaciones y las exigencias asociadas a los nuevos perfiles tiende a destacar las diferencias de educación y capacitación", agregó Zandomeni.
Eso plantea "buscar respuestas tanto en el sistema de educación formal, para lograr una mayor cobertura y una adecuación más clara a los nuevos requerimientos del mundo del trabajo, como en políticas activas orientadas a la capacitación laboral y a la implementación de medidas o programas capaces de facilitar el proceso de inserción laboral", concluyó la investigadora.