Los entornos virtuales
Autogestión del conocimiento: Á‚¿vamos por buen camino?
Martes 2 de agosto de 2005
El debate sobre las nuevas tecnologías está abierto. Un grupo de investigación de la UNL abordó el tema con el objetivo de relacionar las nuevas tecnologías con la producción de conocimiento y la enseñanza superior. Á‚¿Son verdaderamente democratizadoras o pue
La permanente actualización que deben cumplir profesionales de distintas disciplinas los ha enfrentado con nuevos métodos de enseñanza-aprendizaje, a los que algunos no estaban acostumbrados. Desde hace un tiempo, los cursos semipresenciales y a distancia, computadora mediante, se han presentado como una opción para salvar diferencias. Sin embargo, hay quienes plantean una discusión que parece no haber sido abordada: Á‚¿verdaderamente son democratizadoras las nuevas tecnologías? Á‚¿Pueden dar respuesta a los muchos problemas educativos?
"Hoy se habla de las nuevas tecnologías como la solución a un cúmulo de problemas, como el camino para que todos accedan a nuevos conocimientos, para garantizar la inclusión social, para permitir que la gente maneje sus tiempos", comenzó a abordar la Lic. Norma Gordo, docente de la Universidad Nacional del Litoral (UNL). "Todos ellos son supuestos que aparecen como verdades, y queremos saber si efectivamente lo son", completó Gordo, quien dirige una investigación subvencionada por la UNL, a través del programa Cursos de Acción para la Investigación y el Desarrollo (CAI+D).
Desde hace varios años, un equipo interdisciplinario se propuso abordar esta problemática a través de diversos proyectos. Actualmente, llevan adelante el denominado "Los entornos virtuales: sus componentes cognitivos, tecnológicos y socioculturales al servicio de una apropiación y distribución democrática del conocimiento en la educación superior".
El trabajo involucró diversas experiencias, cursos a distancia, presenciales y semipresenciales en distintas unidades académicas de la UNL, con el objetivo de "relacionar las nuevas tecnologías con la producción de conocimiento y la enseñanza superior". Las conclusiones han sido publicadas y presentadas en distintos foros.
"Los primeros trabajos de campo se hicieron en 2001, en un programa de capacitación de docentes en tecnología educativa del interior y de la ciudad de Santa Fe", comenzaron a explicar. En ese curso semipresencial -clases presenciales soportadas por un portal- "se comenzó a vislumbrar qué manejo y qué uso hacían los docentes de esas nuevas tecnologías". En otras oportunidades, se evaluó la percepción de las clases en cursos de inglés técnico a los que asistieron alumnos y profesionales de diferentes disciplinas y edades.
"Casi unánimemente los cursantes demandan la instancia presencial, el contacto con el docente", indicó Gordo. Uno de los cursos planteó clases virtuales, de consulta y presenciales, que eran justamente las que tenían un porcentaje mayor de asistencia.
"A las consultas por correo accedían pocos; y en las presenciales solicitaban ayuda sobre la resolución de tareas con la computadora", indicaron las profesionales. "Ahí comenzamos a ver los primeros indicios de que los alumnos no estaban acostumbrados a este tipo de enseñanza y requerían la presencia de un docente que los guiara".
A estos datos sumaron encuestas, que también cruzaron variables que dieron lugar a otras conclusiones, casi esperables: en todos los casos, los más jóvenes se adaptaron mejor y demostraron más familiaridad que los mayores en el uso de las nuevas tecnologías (64% contra 50%), aunque también demandaron la presencia del docente. "Todos acordaron en el uso del correo electrónico, pero la demanda del docente era general a todos", advirtieron.
A las luces de estos resultados, "no nos preguntamos si el autoacceso en la educación es bueno o malo -aclararon las docentes-, pero sí creemos que autoacceso y autogestión no son términos equivalentes. Acceder a la información por uno mismo no es equivalente a tener la capacidad de aprender por uno mismo, ya que juegan aquí las estrategias y estilos cognitivos del sujeto, entre otros factores. Por ejemplo, la modificación de los roles de docente y alumno. Á‚¿Afecta esto el acceso al conocimiento? Á‚¿hasta dónde? No decimos que sí ni que no, pero estamos seguras de que no es igual para todo el mundo. Y hay que tenerlo en cuenta, porque si no se sigue generando otra forma de exclusión, cuando estas tecnologías se plantean como democratizadoras", aseguraron.
"No renegamos de las tecnologías, pero tampoco decimos que con ellas el acceso al conocimiento está garantizado", indicaron. En todo caso, la investigación que realizan se propone repensar este cambio de paradigmas en la educación, apuntando a "lograr que las prácticas y políticas educativas sean mejores y no sólo pensadas en términos de variables económicas".
"Venimos abogando por la autogestión en la educación desde hace ya tiempo, pero creemos que es necesario dar un debate sincero respecto de sus verdaderos alcances. La autogestión no nace de la introducción de las nuevas tecnologías: implica el creciente control que el sujeto logra sobre su aprendizaje, y las capacidades y actitudes que desarrolla en ese proceso, independientemente del instrumento. Tenemos que propender a las formas de autogestión sean cuales fueran las herramientas que se utilizan: tiza y pizarrón o nuevas tecnologías", finalizaron.
"Hoy se habla de las nuevas tecnologías como la solución a un cúmulo de problemas, como el camino para que todos accedan a nuevos conocimientos, para garantizar la inclusión social, para permitir que la gente maneje sus tiempos", comenzó a abordar la Lic. Norma Gordo, docente de la Universidad Nacional del Litoral (UNL). "Todos ellos son supuestos que aparecen como verdades, y queremos saber si efectivamente lo son", completó Gordo, quien dirige una investigación subvencionada por la UNL, a través del programa Cursos de Acción para la Investigación y el Desarrollo (CAI+D).
Desde hace varios años, un equipo interdisciplinario se propuso abordar esta problemática a través de diversos proyectos. Actualmente, llevan adelante el denominado "Los entornos virtuales: sus componentes cognitivos, tecnológicos y socioculturales al servicio de una apropiación y distribución democrática del conocimiento en la educación superior".
El trabajo involucró diversas experiencias, cursos a distancia, presenciales y semipresenciales en distintas unidades académicas de la UNL, con el objetivo de "relacionar las nuevas tecnologías con la producción de conocimiento y la enseñanza superior". Las conclusiones han sido publicadas y presentadas en distintos foros.
El trabajo
"Somos ante todo profesionales preocupadas por la educación; por eso encaramos estos proyectos", indicaron Gordo, la Ing. Mariana Carminatti y la Bioq. Laura Macagno, también integrantes del grupo. Las tres son docentes de inglés en distintas facultades de la UNL y a la vez especialistas en Docencia Universitaria."Los primeros trabajos de campo se hicieron en 2001, en un programa de capacitación de docentes en tecnología educativa del interior y de la ciudad de Santa Fe", comenzaron a explicar. En ese curso semipresencial -clases presenciales soportadas por un portal- "se comenzó a vislumbrar qué manejo y qué uso hacían los docentes de esas nuevas tecnologías". En otras oportunidades, se evaluó la percepción de las clases en cursos de inglés técnico a los que asistieron alumnos y profesionales de diferentes disciplinas y edades.
"Casi unánimemente los cursantes demandan la instancia presencial, el contacto con el docente", indicó Gordo. Uno de los cursos planteó clases virtuales, de consulta y presenciales, que eran justamente las que tenían un porcentaje mayor de asistencia.
"A las consultas por correo accedían pocos; y en las presenciales solicitaban ayuda sobre la resolución de tareas con la computadora", indicaron las profesionales. "Ahí comenzamos a ver los primeros indicios de que los alumnos no estaban acostumbrados a este tipo de enseñanza y requerían la presencia de un docente que los guiara".
A estos datos sumaron encuestas, que también cruzaron variables que dieron lugar a otras conclusiones, casi esperables: en todos los casos, los más jóvenes se adaptaron mejor y demostraron más familiaridad que los mayores en el uso de las nuevas tecnologías (64% contra 50%), aunque también demandaron la presencia del docente. "Todos acordaron en el uso del correo electrónico, pero la demanda del docente era general a todos", advirtieron.
A las luces de estos resultados, "no nos preguntamos si el autoacceso en la educación es bueno o malo -aclararon las docentes-, pero sí creemos que autoacceso y autogestión no son términos equivalentes. Acceder a la información por uno mismo no es equivalente a tener la capacidad de aprender por uno mismo, ya que juegan aquí las estrategias y estilos cognitivos del sujeto, entre otros factores. Por ejemplo, la modificación de los roles de docente y alumno. Á‚¿Afecta esto el acceso al conocimiento? Á‚¿hasta dónde? No decimos que sí ni que no, pero estamos seguras de que no es igual para todo el mundo. Y hay que tenerlo en cuenta, porque si no se sigue generando otra forma de exclusión, cuando estas tecnologías se plantean como democratizadoras", aseguraron.
Á‚¿El conocimiento detrás de un clic?
"Las nuevas generaciones creen que el conocimiento está detrás de un clic", indicó la Ing. Carminatti, "cuando en realidad se construye en un proceso lento y dificultoso, que además requiere esfuerzos. Las últimas décadas nos han llevado a la pérdida del esfuerzo en construir ese conocimiento", aseguró."No renegamos de las tecnologías, pero tampoco decimos que con ellas el acceso al conocimiento está garantizado", indicaron. En todo caso, la investigación que realizan se propone repensar este cambio de paradigmas en la educación, apuntando a "lograr que las prácticas y políticas educativas sean mejores y no sólo pensadas en términos de variables económicas".
"Venimos abogando por la autogestión en la educación desde hace ya tiempo, pero creemos que es necesario dar un debate sincero respecto de sus verdaderos alcances. La autogestión no nace de la introducción de las nuevas tecnologías: implica el creciente control que el sujeto logra sobre su aprendizaje, y las capacidades y actitudes que desarrolla en ese proceso, independientemente del instrumento. Tenemos que propender a las formas de autogestión sean cuales fueran las herramientas que se utilizan: tiza y pizarrón o nuevas tecnologías", finalizaron.