Sequía y producción

Claves y pronósticos frente a La Niña

Lunes 12 de septiembre de 2016 / Actualizado el viernes 16 de septiembre de 2016

El fenómeno meteorógico de La Niña provoca fuertes sequías que traen consecuencias directas sobre la agricultura y la ganadería. La clave está en saber adaptarse al fenómeno sin modificar los ciclos naturales.

Durante los meses de septiembre a mayo, el fenómeno de La Niña se instalará en nuestra región. La ingeniera agrónoma y docente de Agrometeorología de la Facultad de Ciencias Agrarias (FCA) de la Universidad Nacional del Litoral (UNL), Perla Leva, comentó que este fenómeno se produce por un enfriamiento del Pacífico, lo que provoca que los vientos soplen fuertemente hacia la costa australiana, llevando las tormentas hacia el hemisferio oriental, y provocando fuertes sequías en nuestra región. “Este año, la Niña provocaría sequías en Santa Fe, Córdoba, norte de La Pampa, de Buenos Aires. Se habla de precipitaciones por debajo de lo normal, pero quizás no lleguen a ser sequías porque hay mucha agua en el suelo todavía, por el fenómeno del Ñiño”, explica Leva,y agrega que “el Niño está actuando como un paliativo a la Niña. El fenómeno puede ser débil y no tan fuerte como años anteriores”.  

Daniel Grenón es Ingeniero Agrónomo de FCA y trabaja en Agromática, una disciplina que usa la informática para procesar, capturar y distribuir información relacionada con los sistemas agropecuarios. “En nuestra zona, además del Niño/Niña, estamos influenciados por el AMO (Atlantic Multidecadal Oscilation, un proceso similar, pero en el Océano Atlántico). Por esta interacción entre las oscilaciones del Pacífico y del Atlántico, los efectos del Niño/Niña no pueden ser pronosticados con tanta exactitud como para las regiones más cercanas al Pacífico y alejadas del Atlántico” explica Grenón.

La sequía y los cultivos

En países como el nuestro, con una economía fuertemente arraigada a las actividades agropecuarias, una de las principales preocupaciones que acarrean estos fenómenos es conocer cómo pueden verse afectadas las mismas e intentar paliar los efectos, dentro de lo posible.  

Si bien se conserva suficiente agua en el suelo por las lluvias del fenómeno anterior, los efectos que vaya a provocar la Niña en las siembras “depende del tipo de suelo y del tipo de cultivo. Algunos productores tienen reservas en su perfil hídrico y otros no. De todas formas, para evitar estas sequías no se pueden modificar drásticamente las fechas de siembra porque no sabemos qué puede pasar con las condiciones meteorológicas en relación a las temperaturas. Por ejemplo, si quiero adelantar la siembra de maíz debo respetar también la temperatura del suelo y del aire” comenta Perla Leva.

Íntimamente relacionado con estas condiciones, cuando “se presenta una Niña, los precios internacionales de cultivos como maíz, soja y caña de azúcar aumentan muchísimo su cotización, llegando hasta en un 55% o 60%, como pasó en 2011-2012. Los valores aumentan porque los países productores están muy afectados. Pero esto no se da en todos los cultivos, porque por ejemplo el trigo no necesita mucha agua en el suelo para sobrevivir, pero el maíz sí es muy exigente y no se puede salvar con sequías.” indica la ingeniera. “Nosotros, que somos de una agricultura que dependemos del régimen de precipitación, la Niña afecta y afecta mucho, pero vamos a ver una disminución de la producción solo si se da una Niña fuerte. Si es débil y los productores pudieron reservar agua para los animales y el riego, puede ser que no sea tan grave, pero hasta que no veamos bien el fenómeno, no podemos pronosticar” agrega.

En este sentido, Daniel Grenón señala que “en general, cuando tenemos un pronóstico de la Niña, podemos esperar menores probabilidades de lluvia, a la inversa de lo que esperamos en el caso del Niño. Son estas probabilidades lo que puede afectar la toma de decisiones sobre la planificación de la próxima campaña de cosecha: ¿conviene adelantar las siembras aprovechando la humedad acumulada en el último período de lluvias?, pero ¿cómo va a ser el régimen hídrico en el momento crítico del cultivo? ¿o conviene retrasar la siembra para que los períodos críticos se produzcan en febrero/marzo cuando hay mayores probabilidades de lluvias? ¿conviene modificar el ciclo del cultivo (elegir variedades de ciclo más corto o largo)? Para tomar decisiones al respecto nos podemos basar en el análisis de las series históricas de datos de lluvias, pero el problema de estos datos son dos: la alta variabilidad interanual y las modificaciones producidas por los efectos del cambio climático".

Ante este panorama, el productor no cuenta con un pronóstico preciso para tomar decisiones y planificar su cultivo. “Para el cultivo no es lo mismo que falte agua durante el período vegetativo que durante el reproductivo o en el llenado de granos y maduración. El Ingeniero Agrónomo debe orientar a los productores contemplando esta incertidumbre meteorológica y asesorar manejos que la tomen en cuenta. Se deben proponer alternativas de cultivo que, ante el riesgo climático de un evento Niña, primero minimicen el riesgo de pérdidas por falta de lluvias y en segundo lugar ver de aprovechar las reservas de agua y de maximizar la captación de las precipitaciones, con fechas y densidades de siembra, cobertura del suelo, selección de grupos de maduración que ajusten sus períodos críticos a los momentos de menor riesgo de sequía” agrega Daniel Grenón, “para ello, el profesional puede servirse tanto de su experiencia y conocimiento como de herramientas que actualmente le permiten identificar y cuantificar el riesgo futuro. Otra alternativa que se está desarrollando e incorporando es el empleo de modelos de simulación del crecimiento y desarrollo de cultivos. Estos modelos, alimentados con bases de datos históricas de series meteorológicas o con los modelos de generación de condiciones meteorológicas probables para la próxima campaña, permiten cuantificar el riesgo de diversas alternativas de manejo de los cultivos y decidir sobre aquellas que minimicen el riesgo de pérdidas o que mejor se adecuen a los escenarios meteorológicos proyectados para la próxima campaña”.

La Niña en los animales

El médico veterinario e investigador de la Facultad de Ciencias Veterinarias (FCV) de la UNL, Raúl Cerutti comenta que con estos fenómenos, los animales también ven afectados sus ecosistemas, pero las tasas de supervivencia no son equitativas en todas las especies. Los peces, por ejemplo, son animales que se ven muy afectado por La Niña: “uno de los efectos que manifiesta este fenómeno,es una disminución de los caudales de los ríos, con formación de lagunas y charcos de poca profundidad donde los peces quedan aislados. Estos espejos producen una gran mortandad por falta de alimento, temperaturas bajas y hacinamiento” explica Cerutti.

En este sentido, y en caso de sequías extremas, “el desecamiento de las áreas forestales y la interferencia y presiones antrópicas hacen que aumente la frecuencia y el daño causado por incendios a los ecosistemas poco adaptados a este tipo de eventos” comenta Cerutti. Si bien muchos de estos fuegos nacen de la quema deliberada de la limpieza de terrenos o mejora de los pastos, “las condiciones de sequedad aumentan la probabilidad de que tales fuegos se salgan de control, y estos ecosistemas son muy lentos de recuperar” agrega.

“Las sequías aumentan dramáticamente el grado de deterioro de los suelos áridos y de la vegetación, con lo que aumenta la desertificación, la erosión del suelo, las tormentas de polvo y los impactos en la fauna que vive en esos ecosistemas. Los cambios en la temperatura y la precipitación afectan tanto a los individuos como a las especies, los ecosistemas y las regiones enteras. La variación individual y diferencias topográficas significan que, dentro de cualquier especie, una planta o animal individual puede estar genéticamente predispuesto para soportar el estrés de la deshidratación, vientos o inundaciones por más tiempo que otros” apunta Cerutti.

El investigador explica que “las plantas y ecosistemas particularmente han desarrollado estrategias efectivas para sobrevivir bajo condiciones de estrés, como por ejemplo escasez de agua, temperaturas muy calientes o muy frías, sequías prolongadas y lluvias esporádicas. Por lo general, son resilientes a eventos climáticos extremos cíclicos y a menudo se forman microhábitats que son fuentes esenciales de nutrientes para las especies de la fauna. Los individuos de especies animales con capacidad de movimiento pueden emigrar a medida que sus condiciones ecológicas óptimas cambian, pero no las plantas y los animales sésiles (aquellos que permanecen adheridos en un solo lugar toda su vida, por ejemplo los corales)”. En este sentido, Cerutti señala que no es conveniente intervenir ya que las especies solas van adaptándose a los cambios climáticos, más aún a estos cambios cíclicos, “lo que tenemos que evitar es la acción antrópica, del hombre, especialmente el traslado de especies de ecosistemas” agrega.

“Cada vez hay más evidencia de que los ecosistemas grandes, saludables e intactos son más capaces de soportar el cambio climático. Además, los ecosistemas altamente diversos son probablemente más resilientes ante los cambios ambientales rápidos. También se reconoce que los ecosistemas que tienen mayores posibilidades de mantener su forma actual son aquellos ubicados en los llamados “refugios climáticos”–áreas que por razones meteorológicas, geográficas, geológicas e históricas serán poco afectados por el cambio climático” .

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