Ciclo de conferencias

De parodias, quijotes y realismos

Lunes 13 de junio de 2005

La Fundación OSDE y la UNL organizaron el panel "Lecturas del Quijote: investigaciones, debates y homenajes". Fue para conmemorar los 400 años de la publicación de la primera parte de la obra de Cervantes. Antes de la disertación, Romanos, Vila y González fuer

Puede parecer redundante hablar una vez más de Don Quijote, sin embargo, nunca es mucho cuando de la más admirable creación literaria se trata. Y el homenaje por los 400 años de la publicación de la primera parte de la obra, es sólo una excusa para seguir dialogando acerca de esta novela que se mantiene inconmovible al paso de los años y de los gustos, revelando su carácter universal y humanista.

Con motivo de los 400 años de la publicación, la UNL convocó a representantes del mundo literario tanto de Buenos Aires Á‚"“la Dra. Melchora Romanos y el Prof. Juan Diego VilaÁ‚"“ como de nuestra ciudad Á‚"“la Dra. Nora GonzálezÁ‚"“, en un panel de conferencias que dio lugar a charlas y debates sobre la figura emblemática de Don Quijote.

Clásico y moderno

"El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha" logró convertirse en un clásico porque pudo despegarse de la dependencia épica de la literatura medieval e incorporar en el siglo de oro español una novela decididamente moderna. Un factor fundamental que intervino en su consolidación como texto canónico, fue sin duda la identificación colectiva de una sociedad española en decadencia, en la que las clases sociales marginales también buscaban su lugar, "las figuras cervantinas representan la tensión de querer pertenecer a un mundo superior y saberse infames, es una oposición entre un delirio de grandeza y una realidad que no se quiere ver", afirmó el profesor de literatura española de la UBA, Juan Diego Vila.

En cuanto a las temáticas tratadas en la reconocida obra, que presentan una contemporaneidad visible en la literatura en general, "es la novela preferida de todos los tiempos, que ha dejado marcas tan profundas en la literatura, que podemos seguir leyéndola hasta en autores del siglo XX", destacó la profesora de Literatura española de la UNL, Nora González, única representante santafesina de la exposición.

Un libro divertido

Cervantes quiso escribir una historia divertida, que llegara a toda clase de lectores, contando una historia algo irrisoria: un hombre que enloquece de la noche a la mañana después de leer demasiadas novelas de caballerías, y decide convertirse en caballero andante. Debido a que la intención manifiesta del autor era ridiculizar las hazañas de los protagonistas de los libros de caballería, la manera de hacerlo es desde la sátira, la posición crítica de la literatura dentro de la literatura.

Para el cervantista Vila, este es un libro decididamente divertido, con un tipo de humor muy actual porque se encarga de producir situaciones irónicas desde la coordenada del absurdo, dejando entrever apuestas narrativas dignas de un genio y dando cuenta de la conciencia reflexiva del arte de escribir de Cervantes.

No obstante, la obra es mucho más que una novela de humor. La profundidad ideológica, riqueza y complejidad del texto conducen a infinitos senderos desde el cual podemos abordarlo: una burla del idealismo, un canto a la libertad humana, un retrato de la sociedad española de la época, un juego constante entre la realidad y la ficción.

Entre la realidad y la utopía

Don quijote y Sancho, transformados en verdaderos arquetipos de categoría universal, personifican el dualismo del alma humana. Por un lado Don Quijote, cortés y de sentimientos nobles, constituye el ideal utópico, la materia con que se tejen los sueños; y por otro Sancho un alter ego sencillo, interesado por el provecho material, habla con la voz de los que viven apegados a la realidad.

Melchora Romanos, también profesora de literatura española de la UBA y vicepresidenta de la Asociación Internacional Siglo de Oro, comentó al respecto, que "A pesar de toda la locura de Don Quijote, al lector termina gustándole más Quijote que Sancho, y la razón la encontramos en que el primero está más lejos de nuestra realidad cotidiana, se identifica más con la figura del héroe, en cambio Sancho está más próximo a nosotros". Sin embargo, ambos personajes no son contrapuestos sino complementarios, se necesitan e influyen constantemente, y al final de la obra terminan intercambiando sus roles, ya que ante la lucidez final de Quijote, será Sancho quien quedará preso de las alucinaciones de su señor.

Más que de un caso de locura, El Quijote parece tratarse de un procedimiento creativo que pretende ilustrar literariamente el problema de la realidad y de la ficción.

Encontramos en la novela, tal como lo afirmó Borges, un doble carácter de realidad y sueño. Pero al mismo tiempo Cervantes sabe que la realidad está hecha de la misma materia que los sueños, y se divierte recordándonos que aquello que tomamos como pura realidad, puede ser también materia onírica. Lo real es tratado entonces como una ilusión, como si el mismo Cervantes se hubiera contagiado de la locura de su personaje, de modo que el caballero andante es sólo una víctima, no más loco que nosotros mismos.

Un canto a la libertad

La idea de la libertad, considerada como el bien más preciado para Cervantes, recorre toda la obra. En palabras de Vargas Llosa, la novela misma es un canto a la libertad. Los personajes nacen y viven en absoluta libertad, no tienen nombres fijos, pueden decidir lo que quieren ser e inventan a los demás. La propia historia carece de tan pocas ataduras genéricas que llega a confundirse con la vida misma, al convivir con seres reales, que incluso han leído la novela de sus aventuras.

Es desde este lugar que el escritor despliega un laberinto de perspectivas que introduce puntos de vistas multitudinarios, superando el discurso monológico, e incorporando lenguajes dialógicos, dando así lugar a la primer novela polifónica del mundo.

"Es un texto que se hace a sí mismo por medio de una estética carnavalesca, que habla desde la periferia, desarticulando una voz única y absoluta", concluyó Vila al hablar de la polifonía en la obra.

En palabras de Ortega y Gasset, la novela moderna habría de ser realista, cómica y psicológica, debía ser el retrato de la insuficiencia y la mediocridad humanas. Cervantes no sólo cumplió con las condiciones, sino que a su vez dejó la puerta abierta para invitarnos a recorrer su universo quijotesco en el que confluyen miles de sentidos.

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