La lectura en los jóvenes

El violento oficio de leer

Miércoles 13 de noviembre de 2002

El 41% de la población argentina lee entre 1 y 4 libros por año, mientras que el 36% no lee ninguno. Según un estudio de la UNL, son muchos los ingresantes que tuvieron problemas de lectura en los cursos de ingreso. Mientras avanza la cantidad de adictos a la

“No es cuestión de rasgarse ahora las vestiduras. No se trata de andar acusándose los unos a los otros o autojustificándose –como la mitad de los argentinos que votaron lo que votaron y ahora dicen "yo no lo voté". De lo que se trata es de frenar, de una vez, a la bestia de la ignorancia que creció en esta sociedad. Y la única manera de parar a esa bestia es con más y mejor educación, con mucha y mejor lectura”, dijo el escritor argentino Mempo Giardinelli en su última visita al Paraninfo de la Universidad Nacional del Litoral. Sin duda, se trata de un preciso diagnóstico de lo que pasa en el país.
“En la gravísima emergencia que vivimos, más que nunca es evidente que una de las causas internas del desastre es el deterioro de la educación y la lectura. Por años, por décadas, se destrozó la educación pública mientras era irrefrenable la contumacia del sistema audiovisual nacional. Así caímos por los despeñaderos del analfabetismo y el abandono de la lectura. Las consecuencias están a la vista”, agregó esa noche Giardinelli.

En la Universidad

Los resultados que arroja una investigación realizada por especialistas de la Universidad Nacional del Litoral –nucleados en el Programa de Información y análisis Institucional (PIAI)– acerca del desempeño académico de los ingresantes a la casa de altos estudios, muestran la gravedad de un problema que es tan evidente como preocupante.
A partir del estudio cualitativo y cuantitativo, los investigadores de la UNL detectaron que casi la mitad de los ingresantes 2001 a la UNL tuvo dificultades en la lectura y comprensión de textos. Según consigna el extenso informe, gran parte de los 6294 ingresantes en el 2001, también tuvieron una errónea comprensión de los problemas y consignas planteadas –con su consecuente equivocada resolución de los ejercicios– en virtud de la mala interpretación de la especificidad de lo solicitado. Además, se encontraron con problemas para utilizar el material bibliográfico impreso y, más aún, para trabajar simultáneamente con distintos textos o libros. A esto se le suma dificultades en la realización de una lectura reflexiva y atenta de los textos, falencias en la identificación y comprensión de conceptos centrales, como así también serios inconvenientes de ubicación e interpretación temporo–espacial en un marco histórico general.
Similares problemas se observaron durante los cursos de articulación de este año y en este aspecto están trabajando los equipos docentes del Programa de Ingreso de la UNL junto a especialistas del Ministerio de Educación de la Provincia de Santa Fe.

Del libro al control remoto

Como bien afirman numerosos teóricos e intelectuales, la lectura consiste en establecer un contacto entre lo que el texto dice y los conocimientos adquiridos con anterioridad por la persona a través de su propia vivencia. De esta manera –sostienen los especialistas– se llega a comprender y asimilar como conocimiento el mensaje que transmite el texto. Pero en la actualidad, una multiplicidad de factores interfiere en este proceso. Y los resultados quedan a la vista en las estadísticas anteriormente presentadas.
“El problema es de lectura y escritura –afirma el Prof. Héctor Manni, secretario Académico de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la UNL. Los chicos no tienen estrategias para abordar un texto. Y esto se debe a que el contacto con los textos es muy escaso, y por ende, su capacidad de síntesis, de abstracción, de expresión y de comprensión es sumamente escasa”.
Hoy día, el acceso del estudiante secundario, terciario o universitario al libro se torna prácticamente una utopía. No sólo por la variable económica que rige todos los movimientos de los argentinos, sino que está impuesto desde hace varios años el recurso de la fotocopia. “Esto presenta el mayor problema, ya que se descontextualiza el mensaje de la obra. No es lo mismo aprender de la unidad textual que en forma parcializada –se lamenta Manni. Y además de afectar el ejercicio cognitivo de la comprensión de un tema, mucho más complicado se vuelve para el estudiante manejar y poder contrastar a varios”, finaliza.

El viejo amigo

La lectura no ha dejado de deslizarse por la pendiente: en los años 50 los argentinos leían 2,8 libros por habitante/año; a mediados de los 90 bajamos a sólo 1,2 libros por habitante/año. Hoy, a pesar de que no existen estadísticas oficiales, algunos estudios afirman que estamos por debajo de la unidad.
La reciente Encuesta Nacional de Lectura (ENL) –que realizó el Ministerio de Educación entre 2.400 casos en todas las provincias argentinas, entre febrero y marzo de 2001–, demostró que el 41% de la población lee entre 1 y 4 libros por año, mientras que el 36% no lee ninguno. La ENL demuestra que el 40% de los encuestados admite que en el pasado leía con más frecuencia que ahora, mientras que el 44% dice que no puede comprar libros. Además, el 46% nunca va a librerías y el 71% jamás concurre a bibliotecas. En contraste, el 78% de la población mira televisión todos o casi todos los días. Y de ese total, más del 80% mira entre una y cuatro horas a la semana.
“Sí, hemos perdido esa costumbre de la libertad y la inteligencia”, criticó Mempo Giardinelli en el Paraninfo. Y algunos se habrán ido dolidos, otros preocupados, y muchos pensativos. Pero todos, al llegar a sus hogares, miraron hacia la biblioteca con extraviado cariño. Por supuesto que seguía estando “el viejo amigo”.

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