Saer en Santa Fe
En el lugar de siempre
Martes 1 de octubre de 2002
Juan José Saer brindó una conferencia ante la sala repleta del Café Literario de la V Bienal de Arte Joven. Abordó diversos temas relacionados con la literatura y revisó su propia obra. La UNL le entregó el título de Huésped de Honor.
“En realidad debo decir que más que un huésped, yo siempre me he sentido parte de esta Universidad”, fueron las primeras palabras de Saer ante el público que llenó la sala del Café Literario y con las que recibió el título de Huésped de Honor de manos del Rector Barletta.
El escritor, radicado en París y Titular de la Cátedra de Literatura Latinoaméricana en la Universidad de Rennes por casi 35 años –y de la que acaba de jubilarse–, fue profesor del recordado Instituto de Cine de la UNL durante la década del sesenta. Autor de una veintena de libros de narrativa, varios libros de ensayo sobre literatura y un libro de poesía, Juan José Saer es considerado uno de los escritores más importantes de la lengua castellana. De paso por Santa Fe para visitar amigos y familiares como casi todas las primaveras, el autor de una importante obra literaria situada espacialmente en el litoral seguirá viaje hacia San Pablo y Nueva York, en dónde brindará conferencias sobre su obra.
Luego del acto de entrega del título de Huésped de Honor de la UNL, Saer se prestó a una conversación con periodistas locales en la que discurrió sobre literatura argentina y universal, sobre sus propios libros y luego contestó las preguntas del público presente. Al hablar de sus influencias literarias, destacó a su generación como aquella que por primera vez se permitió leer a Borges junto a Roberto Artl, y sostuvo que "mi generación, la del '60, fue la primera que consideró que Borges y Arlt no eran dos escritores entre los cuales había que elegir, sino que eran dos escritores que tenían un mundo propio cada uno. Hasta entonces había una actitud crítica –en el grupo Contorno, por ejemplo–, y había que elegir entre Borges y Arlt. Arlt era progresista y Borges era reaccionario. Era una total reducción al absurdo de una concepción política de la literatura. Estos dos escritores fueron los que más me impactaron, los que yo imité y que leí con más fervor. Después están los otros, naturalmente, los grandes clásicos: Sarmiento, Hernández, Macedonio Fernández, Antonio Di Benedetto, Juan L. Ortiz".
A partir de esta reflexión sobre estos supuestos polos enfrentados que muchos luego descubrieron como complementarios, Saer reflexionó que "escribir no pasa por la buena ortografía o por una especie de nobleza especial de estilo académico, sino por la capacidad de crear un mundo propio. Venir de la poesía fue para mí aflojar un poco los cimientos de esa concepción de la prosa como un lenguaje utilitario. La prosa de Borges es transparente a pesar de que a veces hable de cosas oscuras; la de Arlt es más desmañada, anda más a los tropezones, es más brutal, pero también es directa, sin opacidad; si Borges va con un cincel, Arlt va con un hacha. En cambio, después aparecen ciertos escritores latinoamericanos como Juan Rulfo en México, Guimaraes Rosa en Brasil, Juan Carlos Onetti en Uruguay, donde hay momentos de una gran oscuridad, incluso deliberada, a pesar de que la prosa guarda toda su fuerza poética, toda su capacidad de evocación, su fuerza musical, que producen en nosotros un impacto estético".
Sus libros no fueron publicados en nuestro país por más de catorce años hasta que, con el retorno de la democracia, se volvió a reditar y difundir su obra. Sobre este tema el autor sostuvo que "mis libros publicados forman un stock, una masa, cuya totalidad vende lo que podría vender un best-seller medio. Mi relación conceptual, crítica, con el mercado literario es una relación conflictiva. Yo estoy en conflicto -no diría en guerra- con el mercado literario, el que si bien siempre existió, en este momento se ha invertido el proceso, ahora son los editores los que fijan las normas; por ejemplo, en Estados Unidos ya no hay libros que tengan menos de 600 páginas. Lo que domina el mercado literario es ese tipo de producto prefabricado".
Luego de la conversación con el panel, Saer contestó las consultas de muchos de los presentes con amabilidad. Predispuesto a la charla, el autor de Glosa y El Entenado, dialogó con los presentes durante casi dos horas.
Se mostró entusiasmado por la posibilidad de concluir una novela voluminosa de casi 500 páginas y también por el tiempo libre que su reciente jubilación de la actividad académica le permite. Entre Paris y Santa Fe, pero siempre hablando y escribiendo en la lengua del Río de la Plata, como a él mismo le gusta recordar, Saer pasó una vez más por los territorios en los que sus cuentos y novelas se siguen moviendo.
El escritor, radicado en París y Titular de la Cátedra de Literatura Latinoaméricana en la Universidad de Rennes por casi 35 años –y de la que acaba de jubilarse–, fue profesor del recordado Instituto de Cine de la UNL durante la década del sesenta. Autor de una veintena de libros de narrativa, varios libros de ensayo sobre literatura y un libro de poesía, Juan José Saer es considerado uno de los escritores más importantes de la lengua castellana. De paso por Santa Fe para visitar amigos y familiares como casi todas las primaveras, el autor de una importante obra literaria situada espacialmente en el litoral seguirá viaje hacia San Pablo y Nueva York, en dónde brindará conferencias sobre su obra.
Luego del acto de entrega del título de Huésped de Honor de la UNL, Saer se prestó a una conversación con periodistas locales en la que discurrió sobre literatura argentina y universal, sobre sus propios libros y luego contestó las preguntas del público presente. Al hablar de sus influencias literarias, destacó a su generación como aquella que por primera vez se permitió leer a Borges junto a Roberto Artl, y sostuvo que "mi generación, la del '60, fue la primera que consideró que Borges y Arlt no eran dos escritores entre los cuales había que elegir, sino que eran dos escritores que tenían un mundo propio cada uno. Hasta entonces había una actitud crítica –en el grupo Contorno, por ejemplo–, y había que elegir entre Borges y Arlt. Arlt era progresista y Borges era reaccionario. Era una total reducción al absurdo de una concepción política de la literatura. Estos dos escritores fueron los que más me impactaron, los que yo imité y que leí con más fervor. Después están los otros, naturalmente, los grandes clásicos: Sarmiento, Hernández, Macedonio Fernández, Antonio Di Benedetto, Juan L. Ortiz".
A partir de esta reflexión sobre estos supuestos polos enfrentados que muchos luego descubrieron como complementarios, Saer reflexionó que "escribir no pasa por la buena ortografía o por una especie de nobleza especial de estilo académico, sino por la capacidad de crear un mundo propio. Venir de la poesía fue para mí aflojar un poco los cimientos de esa concepción de la prosa como un lenguaje utilitario. La prosa de Borges es transparente a pesar de que a veces hable de cosas oscuras; la de Arlt es más desmañada, anda más a los tropezones, es más brutal, pero también es directa, sin opacidad; si Borges va con un cincel, Arlt va con un hacha. En cambio, después aparecen ciertos escritores latinoamericanos como Juan Rulfo en México, Guimaraes Rosa en Brasil, Juan Carlos Onetti en Uruguay, donde hay momentos de una gran oscuridad, incluso deliberada, a pesar de que la prosa guarda toda su fuerza poética, toda su capacidad de evocación, su fuerza musical, que producen en nosotros un impacto estético".
Sobre el autor
Desde hace unos diez años, los libros de Saer son reeditatos y se venden en las más destacadas librerías de Argentina, al tiempo que es reconocida como una de las literaturas en lengua castellana más importantes de la actualidad. Sin embargo, y desde sus primeros libros publicados a principios de los años sesenta, Saer mantuvo una relación a veces conflictiva y siempre contestataria con el llamado mercado literario.Sus libros no fueron publicados en nuestro país por más de catorce años hasta que, con el retorno de la democracia, se volvió a reditar y difundir su obra. Sobre este tema el autor sostuvo que "mis libros publicados forman un stock, una masa, cuya totalidad vende lo que podría vender un best-seller medio. Mi relación conceptual, crítica, con el mercado literario es una relación conflictiva. Yo estoy en conflicto -no diría en guerra- con el mercado literario, el que si bien siempre existió, en este momento se ha invertido el proceso, ahora son los editores los que fijan las normas; por ejemplo, en Estados Unidos ya no hay libros que tengan menos de 600 páginas. Lo que domina el mercado literario es ese tipo de producto prefabricado".
Luego de la conversación con el panel, Saer contestó las consultas de muchos de los presentes con amabilidad. Predispuesto a la charla, el autor de Glosa y El Entenado, dialogó con los presentes durante casi dos horas.
Se mostró entusiasmado por la posibilidad de concluir una novela voluminosa de casi 500 páginas y también por el tiempo libre que su reciente jubilación de la actividad académica le permite. Entre Paris y Santa Fe, pero siempre hablando y escribiendo en la lengua del Río de la Plata, como a él mismo le gusta recordar, Saer pasó una vez más por los territorios en los que sus cuentos y novelas se siguen moviendo.