Ciencia y Técnica
Hongos: la contaminación también está en casa
Lunes 8 de septiembre de 2003
Corrientes de aire, polvo, mascotas y suelas de zapatos son habituales transportes de los hongos, que del exterior se introducen en nuestro hogar. Su presencia puede ocasionar alergias y enfermedades varias. Investigadores de la UNL detectaron que se reproduce
Por más limpia que esté, nuestra casa también es hogar de ciertos hongos que, aunque invisibles, pueden ocasionar desde alergias varias hasta el denominado Síndrome del Edificio Enfermo, que se manifiesta en malestar general, dolores de cabeza, fatiga extrema, sinusitis recurrentes e inflamación de mucosas.
Esta enfermedad, reconocida por la Organización Mundial de la Salud (OMS) desde 1981, se relaciona con la producción de anticuerpos cuando las personas están expuestas a altas concentraciones de hongos aerotransportados, aquellos causantes de la llamada “contaminación fúngica”, que suele ser un dilema para los ambientes interiores.
Investigadores de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) detectaron durante un estudio realizado en invierno que es menor la presencia de hongos en locales urbanos calefaccionados que en viviendas suburbanas no calefaccionadas, donde los recuentos fueron más altos. Y concluyeron que no influye en ningún sentido la orientación de la ventilación de las habitaciones.
El trabajo se denominó “Contaminación fúngica: influencia de la calefacción y de la orientación de la ventilación en locales de viviendas familiares urbanas y suburbanas de la ciudad de Santa Fe, Argentina”, y fue publicado en FABICIB, la revista anual de la Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas (FBCB) de la UNL. Allí, profesionales explican los resultados de un muestreo que involucró a 33 viviendas unifamiliares, de situación socioeconómica similar, en planta baja y con dimensiones y condiciones de habitablidad semejantes, distribuidas según zona urbana y suburbanas.
De acuerdo con el trabajo, “los recuentos más bajos, correspondientes a locales urbanos calefeccionados, eran estadísticamente diferentes al resto de los grupos, mientras que los recuentos correspondientes a locales suburbanos no calefaccionados resultaron los más altos y estadísticamente diferentes a los recuentos en locales urbanos no calefaccionados”. En este sentido, se explica que los valores extremos obtenidos fueron: 212 unidades formadoras de colonias/metro cúbico para un local urbano calefaccionado y 3.075 UFC/m3 para un local suburbano no calefaccionado. La gran diferencia entre ambos ambientes es consecuencia de un fenómeno simple: la calefacción aumenta la temperatura interior de los ambientes disminuyendo la humedad relativa en los mismos, lo que hace menos probable la condensación de agua, fundamental para el desarrollo de hongos.
En tanto, no se constataron diferencias significativas al analizar la orientación principal de la ventilación de los locales: las ventanas pueden estar al sur o al norte, sin que esto constituya un mejor o peor escenario para la proliferación fúngica.
Además, las levaduras representaron un 5,33% del total de hongos enumerados, la mayoría de las cuales perteneció al género Rhodotorula, que es considerada un contaminante ambiental frecuente.
A diferencia de lo que ocurre en otras regiones del mundo, donde estudios de este tipo son comunes, los investigadores de la UNL aislaron con una frecuencia que supera el 5% el género Epicoccum nigrum, “un moho considerado como un típico invasor primario de la naturaleza, especialmente de material vegetal muerto, y un contaminante de ambientes tanto habitacional como industrial”, dice el trabajo.
Si bien algunos de los géneros son los principales causantes de alergias, “cualquier moho puede resultar alergénico si encuentra al individuo particularmente sensible”.
Equipo de investigación: María Z. Basílico, Juan Carlos Basílico (Cátedra de Microbiología, Dpto. de Ingeniería en Alimentos, FIQ); Elena Aríngoli (ITA - FIQ); José Chiarvetti (Cátedra de Diseño IV, FADU).
Esta enfermedad, reconocida por la Organización Mundial de la Salud (OMS) desde 1981, se relaciona con la producción de anticuerpos cuando las personas están expuestas a altas concentraciones de hongos aerotransportados, aquellos causantes de la llamada “contaminación fúngica”, que suele ser un dilema para los ambientes interiores.
Investigadores de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) detectaron durante un estudio realizado en invierno que es menor la presencia de hongos en locales urbanos calefaccionados que en viviendas suburbanas no calefaccionadas, donde los recuentos fueron más altos. Y concluyeron que no influye en ningún sentido la orientación de la ventilación de las habitaciones.
El trabajo se denominó “Contaminación fúngica: influencia de la calefacción y de la orientación de la ventilación en locales de viviendas familiares urbanas y suburbanas de la ciudad de Santa Fe, Argentina”, y fue publicado en FABICIB, la revista anual de la Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas (FBCB) de la UNL. Allí, profesionales explican los resultados de un muestreo que involucró a 33 viviendas unifamiliares, de situación socioeconómica similar, en planta baja y con dimensiones y condiciones de habitablidad semejantes, distribuidas según zona urbana y suburbanas.
Resultados
La contaminación fúngica se origina fundamentalmente en el ambiente externo: de allí transportamos los hongos al interior de nuestras casas en la suela de nuestros zapatos, en partículas de polvo, corrientes de aire y el contacto con mascotas, entre otros elementos. Ya dentro, crecen y se desarrollan si encuentran condiciones adecuadas de temperatura, nutrientes y –claro- humedad.De acuerdo con el trabajo, “los recuentos más bajos, correspondientes a locales urbanos calefeccionados, eran estadísticamente diferentes al resto de los grupos, mientras que los recuentos correspondientes a locales suburbanos no calefaccionados resultaron los más altos y estadísticamente diferentes a los recuentos en locales urbanos no calefaccionados”. En este sentido, se explica que los valores extremos obtenidos fueron: 212 unidades formadoras de colonias/metro cúbico para un local urbano calefaccionado y 3.075 UFC/m3 para un local suburbano no calefaccionado. La gran diferencia entre ambos ambientes es consecuencia de un fenómeno simple: la calefacción aumenta la temperatura interior de los ambientes disminuyendo la humedad relativa en los mismos, lo que hace menos probable la condensación de agua, fundamental para el desarrollo de hongos.
En tanto, no se constataron diferencias significativas al analizar la orientación principal de la ventilación de los locales: las ventanas pueden estar al sur o al norte, sin que esto constituya un mejor o peor escenario para la proliferación fúngica.
Los hongos
Cladosporium, uno de los principales géneros de hongos responsable de causar alergias, fue detectado en un 72,26% de las muestras, y llegó a alcanzar el 92% en dos de los locales, uno urbano y otro suburbano, ambos sin calefaccionar. En tanto, fue reiterada la presencia de Epicoccum (5,03), Alternaria (3,59), Penicillium (1,64), Aspergillus (1,59) y Fusarium (0,52), todos ellos causantes de alergias. Los mencionados, son apenas una fracción de un total de 26 géneros fúngicos diferentes hallados en el muestreo.Además, las levaduras representaron un 5,33% del total de hongos enumerados, la mayoría de las cuales perteneció al género Rhodotorula, que es considerada un contaminante ambiental frecuente.
A diferencia de lo que ocurre en otras regiones del mundo, donde estudios de este tipo son comunes, los investigadores de la UNL aislaron con una frecuencia que supera el 5% el género Epicoccum nigrum, “un moho considerado como un típico invasor primario de la naturaleza, especialmente de material vegetal muerto, y un contaminante de ambientes tanto habitacional como industrial”, dice el trabajo.
Si bien algunos de los géneros son los principales causantes de alergias, “cualquier moho puede resultar alergénico si encuentra al individuo particularmente sensible”.
Equipo de investigación: María Z. Basílico, Juan Carlos Basílico (Cátedra de Microbiología, Dpto. de Ingeniería en Alimentos, FIQ); Elena Aríngoli (ITA - FIQ); José Chiarvetti (Cátedra de Diseño IV, FADU).