Entrevista al historiador Darío Macor

Hoy la patria es un agujero negro

Martes 28 de mayo de 2002

Hoy más que nunca merece una reflexión el nuevo aniversario del 25 de Mayo. Darío Macor, historiador y docente de la UNL habla sobre el día más importante para la historia argentina.

Quién de nosotros no recuerda los actos escolares, los vestidos de las damas antiguas y los sombreros de copa de los caballeros; la vendedora de empanadas, el farolero, French y Berutti, las escarapelas. Qué madre no almidonó guardapolvos o compró cintas blancas y celestes para trenzar prolijos peinados para el desfile, o ayudó a recortar figuritas de los próceres de las revistas Billiken para completar la efemérides más importante del año.
El 25 de Mayo nos vuelve con esos recuerdos, con esos olores, seguramente muchos de los que compartimos hoy al levantarnos y rememorar tantas imágenes con sólo escuchar dos estrofas del Himno Nacional Argentino. Pero, Á‚¿qué recordamos cuando recordamos la fecha patria? “Cuando uno piensa en el 25 de Mayo no le importan los datos, sino que en algún momento de su vida tuvo la imagen de que ahí hubo algo valioso. Lo que está rememorando no es el 25 de Mayo sino la escuela donde aprendió el 25 de Mayo, una Argentina más segura que la de hoy, un refugio”. La respuesta pertenece al historiador santafesino Darío Macor, docente de la Universidad Nacional del Litoral, quien tras un complicado viaje por el tiempo no deja de asombrarse de que “hay diferentes formas de preguntar sobre el pasado, de acuerdo a cómo se vive el presente”.
- Á‚¿Qué recordamos cuando recordamos el 25 de Mayo?
- Lo que la gente busca es un lugar seguro, justamente porque hoy transitamos en un territorio muy inseguro. Pero es contradictorio: ese lugar seguro que se busca en realidad no lo es tanto. Mayo de 1810 debe haber sido más caótico que hoy, debe haber sido un infierno. Pero hay dos cosas a las que la gente le otorga valor: una, que aun cuando fuera un infierno, había una idea de que se podía hacer algo, existía un horizonte. La segunda es que uno va al pasado no por lo que el pasado dice en sí mismo sino porque reproduce una imagen de seguridad que hoy no tenemos. La escuela nos dio una certidumbre con relación a las fechas patrias que no es más que un símbolo. En ese sentido, si no hay idea de patria o nación, o los conceptos están en crisis, las conmemoraciones sirven para eso. En otro momento era algo distinto: en los años 60 también se iba al pasado para discutirlo; ahora, como un refugio personal.
- En el marco de esta construcción, Á‚¿qué rol juega el discurso de enseñanza en las escuelas?
- Con Mitre en la Presidencia, comenzó un proceso de construcción de una élite dirigente que se acentuó en el tiempo, y el instrumento para ejecutarlo fueron los colegios nacionales, que nacieron con el deliberado proyecto de homogeneizar la educación: hacía falta que lean, escriban, sepan calcular, pero también incrementar la enseñanza de la historia argentina y la geografía, más aún a medida que nos acercamos al siglo 20. Comenzó a buscarse una educación que emparente, por ejemplo, a un salteño con un correntino.
- Era necesario crear una imagen de país que no existía... - Y no es raro que esto vincule a la historia y la geografía. Cuando el modelo económico comienza a funcionar y a crecer la inmigración, el porcentaje de extranjeros que había en el país era tan atroz que se volvía inmanejable. Ahí aparece una nueva intervención del Estado: la ley 1.420, la ley de educación común, la obligatoriedad. Y es el momento en que aparece una serie de ritos muy duros, como izar la bandera a la mañana temprano o cantar la Marcha Aurora. Argentina es uno de los países con rituales más severos, entre otras cosas porque es uno de los países más inseguros de su nacionalidad. A principios de siglo comienzan los desfiles de escolares: todo demostraba que éramos un colectivo social. En ese sentido, hoy hay un agujero inmenso. La patria hoy es un agujero negro.
- Sin embargo perduran los símbolos patrios, y muchas veces se exagera su uso.
- En un momento de grandes expectativas de futuro los símbolos se toman como valor que otorga más fuerza a lo que se está haciendo. Los símbolos son una tabla para no hundirse, y el 25 de Mayo es la fecha patria más cargada de toda la historia argentina. El acontecimiento tiene un significado, existe, pero en determinado momento pasa a tener un rango diferente: en un principio se recordó al 25 de Mayo con lo que se llama memoria corta, una experiencia que había sido vivida, recordada y narrada. En la segunda mitad del siglo 19, sólo se puede recordar a partir de la memoria larga y aparece el discurso historiográfico. Y lo hace en un momento en que la Argentina comienza a tomar el rumbo definido en la concreción de una Nación-Estado: se vuelve necesario inventar –en el sentido de construir un discurso no necesariamente falso pero sí con significado- un pasado. El 25 de Mayo salta como la fecha patria por excelencia.
- Ante escenarios de dominación tan similiares hoy a los de 1810, Á‚¿por qué no se produce un cambio como el que sí hubo en otras etapas de la historia?
- Uno de los problemas graves en la actualidad es que no se percibe que haya actores sociales no ya capaces de hacer una revolución, sino capaces de ofrecer una dirección a la sociedad. Cuando se habla de crisis política se habla de eso: el reclamo de la gente contra la incapacidad de los sectores políticos de ofrecer algo que pueda resultar convincente. La Revolución de Mayo no implicaba mejores escenarios, es más: por un momento iba a ser peor. La idea mágica de que se produce la revolución y todos estamos bien es una idea que el político tiene que ser capaz de instalar. Y es lo que el político ha perdido: falta una élite dirigente capaz de ofrecer un proyecto alternativo, y eso oprime más aún que la crisis económica.
- Y la gente, Á‚¿qué rol juega en este contexto de desesperanza?
- La gente tiene necesidad de esperanza, y la construye a partir de lo que de acuerdo con su pasado podría ser algo positivo. Los políticos que tienen esperanza de poder las construyen de acuerdo con cómo en la historia argentina se construyó la política. Y los sectores populares en el fondo estarán confiando en que esto no puede durar para tanto y en algún momento tiene que cambiar. Con eso no se sobrevive, pero ayuda a sobrevivir: si la Argentina fue una vez una fiesta, puede alguna vez volver a serlo.

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