Ciencia y Técnica
Las altas temperaturas también podrían provocar cáncer
Lunes 23 de mayo de 2005
Lo estudian científicos de todo el mundo. El investigador rosarino Rubén Piacentini disertó en la UNL sobre el tema. También se refirió al ozono y al cambio climático.
Aunque todavía no lo comprobaron en humanos, científicos de todo el mundo estudian si el aumento en las temperaturas podría provocar cáncer, como sí lo ocasiona, por ejemplo, la excesiva e inadecuada exposición a los rayos solares. La hipótesis cobra cada vez más fuerza en virtud del incremento de las temperaturas que se evidencia en la Tierra, producto del denominado cambio climático.
En los últimos años, la temperatura en la superficie terrestre subió notablemente, como consecuencia del imprudente uso de gases tóxicos (también llamados "gases de invernadero"), como el monóxido de carbono, óxidos de nitrógeno y metano. Tanto, que desde la Revolución Industrial hasta ahora, se ha producido un aumento medio de 0,6 grados, lo que pronostica que Á‚"“de mantenerse el mismo criterio ascendente- los veranos serán cada vez más agobiantes, y las frazadas quedarán guardadas en el placard durante más tiempo.
El tema Á‚"“concretamente "Agujero de ozono y la radiación ultravioleta", tal el nombre de la charla- fue abordado por el Dr. Rubén Piacentini en una conferencia que brindó en el Salón de Actos de la Facultad de Ingeniería Química (FIQ) de la Universidad Nacional del Litoral (UNL), en el marco del ciclo de charlas de divulgación que organiza en Santa Fe la Asociación Física Argentina Filial Santa Fe, la Asociación Argentina de Profesores de Física Secretaría local y la Secretaría de Extensión de la UNL, con motivo de conmemorarse los 100 años de la publicación de las más importantes teorías de Albert Einstein.
"Parece razonable que haya una relación entre aumento de la temperatura y cáncer de piel, porque vemos comúnmente que se degradan las sustancias que comemos si se exponen a temperaturas mayores", agregó el especialista, investigador de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y del Instituto de Física de Rosario (IFR), y ex director del Planetario de esa ciudad santafesina.
La radiación ultravioleta, una de las componentes de la radiación que envía el Sol a la Tierra, convive con los seres vivos desde que existe la vida en el planeta. Pero también es la que más puede afectar a los humanos y su ecosistema si existe un desbalance.
Ese desequilibrio es favorecido, por ejemplo, por la introducción en la atmósfera de gases contaminantes o de efecto invernadero; son ellos los que han provocado severos daños en la capa de ozono, durante millones de años la más eficaz pantalla protectora de las radiaciones solares.
"Al debilitarse la capa de ozono, se produce un aumento en las radiaciones ultravioletas, y esto genera efectos de todo tipo", indicó Piacentini. "En el ecosistema afecta a plantas y a animales e insectos que tienen exposición al sol; en los humanos, se ha detectado una mayor proporción de enfermedades de la piel", agregó.
El caso más extremo, el cáncer de piel, "está mostrando un importante crecimiento en sus estadísticas, sobre todo en los jóvenes", dijo Piacentini. Pero hay que tener en cuenta también, dijo el investigador, que se trata de un efecto retardado: "La mayoría de los humanos acumulamos la mayor parte de la radiación solar cuando somos jóvenes. Sin embargo, el cáncer de piel se observa muchas décadas después, a los 40, 50 y 60 años", agregó.
Y lo peor del caso es que la situación "va a perdurar en este siglo, porque aunque en este momento eliminemos completamente los contaminantes del ozono, algo difícil de lograr, este remedio demoraría años en hacer efecto: los gases que se produjeron ayer van a seguir avanzando y el ozono se va a seguir destruyendo", indicó.
No obstante, el físico rosarino insiste con que es necesario iniciar una "gran campaña" para acelerar la recuperación del ozono, a partir de pequeñas intervenciones individuales. "El caso más elemental es verificar que, cuando compramos una heladera o un auto, el equipo de refrigeración utilice gas ecológico", propuso.
Actualmente esa destrucción supera el 50%; el agujero está esencialmente concentrado en el Ártico (allí sólo abarca regiones) y en la Antártica, desde donde avanza hacia nuestro continente en determinados meses del año.
Desde setiembre y hasta diciembre, el agujero se expande hacia la Patagonia argentina y Chile, para luego contraerse nuevamente, en un movimiento que repite cíclicamente. "Nunca ha avanzado más allá de la Patagonia y nunca ha perdurado más que unos días por año. El agujero se desarrolla en julio, agosto, toma su máxima extensión en setiembre-octubre, y se vuelve a contraer en noviembre-diciembre. El efecto es concentrado en el espacio y en el tiempo", tranquilizó.
En los últimos años, la temperatura en la superficie terrestre subió notablemente, como consecuencia del imprudente uso de gases tóxicos (también llamados "gases de invernadero"), como el monóxido de carbono, óxidos de nitrógeno y metano. Tanto, que desde la Revolución Industrial hasta ahora, se ha producido un aumento medio de 0,6 grados, lo que pronostica que Á‚"“de mantenerse el mismo criterio ascendente- los veranos serán cada vez más agobiantes, y las frazadas quedarán guardadas en el placard durante más tiempo.
El tema Á‚"“concretamente "Agujero de ozono y la radiación ultravioleta", tal el nombre de la charla- fue abordado por el Dr. Rubén Piacentini en una conferencia que brindó en el Salón de Actos de la Facultad de Ingeniería Química (FIQ) de la Universidad Nacional del Litoral (UNL), en el marco del ciclo de charlas de divulgación que organiza en Santa Fe la Asociación Física Argentina Filial Santa Fe, la Asociación Argentina de Profesores de Física Secretaría local y la Secretaría de Extensión de la UNL, con motivo de conmemorarse los 100 años de la publicación de las más importantes teorías de Albert Einstein.
Cambio climático y sus consecuencias
Así como el cambio climático y el agujero tienen una relación de directa dependencia (uno incide sobre el otro y lo modifica), también las altas temperaturas podrían incidir en el cáncer independientemente del ozono, algo que se ha probado "en animales pero no en humanos", dijo Piacentini."Parece razonable que haya una relación entre aumento de la temperatura y cáncer de piel, porque vemos comúnmente que se degradan las sustancias que comemos si se exponen a temperaturas mayores", agregó el especialista, investigador de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y del Instituto de Física de Rosario (IFR), y ex director del Planetario de esa ciudad santafesina.
La radiación ultravioleta, una de las componentes de la radiación que envía el Sol a la Tierra, convive con los seres vivos desde que existe la vida en el planeta. Pero también es la que más puede afectar a los humanos y su ecosistema si existe un desbalance.
Ese desequilibrio es favorecido, por ejemplo, por la introducción en la atmósfera de gases contaminantes o de efecto invernadero; son ellos los que han provocado severos daños en la capa de ozono, durante millones de años la más eficaz pantalla protectora de las radiaciones solares.
"Al debilitarse la capa de ozono, se produce un aumento en las radiaciones ultravioletas, y esto genera efectos de todo tipo", indicó Piacentini. "En el ecosistema afecta a plantas y a animales e insectos que tienen exposición al sol; en los humanos, se ha detectado una mayor proporción de enfermedades de la piel", agregó.
El caso más extremo, el cáncer de piel, "está mostrando un importante crecimiento en sus estadísticas, sobre todo en los jóvenes", dijo Piacentini. Pero hay que tener en cuenta también, dijo el investigador, que se trata de un efecto retardado: "La mayoría de los humanos acumulamos la mayor parte de la radiación solar cuando somos jóvenes. Sin embargo, el cáncer de piel se observa muchas décadas después, a los 40, 50 y 60 años", agregó.
Y lo peor del caso es que la situación "va a perdurar en este siglo, porque aunque en este momento eliminemos completamente los contaminantes del ozono, algo difícil de lograr, este remedio demoraría años en hacer efecto: los gases que se produjeron ayer van a seguir avanzando y el ozono se va a seguir destruyendo", indicó.
No obstante, el físico rosarino insiste con que es necesario iniciar una "gran campaña" para acelerar la recuperación del ozono, a partir de pequeñas intervenciones individuales. "El caso más elemental es verificar que, cuando compramos una heladera o un auto, el equipo de refrigeración utilice gas ecológico", propuso.
El agujero
Desde 1974, estudios científicos han advertido acerca de la progresiva destrucción de la capa de ozono, un delgado escudo de gas que protege a la Tierra de los rayos solares, especialmente de la radiación ultravioleta (UV). Este deterioro está causado por sustancias químicas como los clorofluorocarbonos (CFCs), contenidos fundamentalmente en aerosoles.Actualmente esa destrucción supera el 50%; el agujero está esencialmente concentrado en el Ártico (allí sólo abarca regiones) y en la Antártica, desde donde avanza hacia nuestro continente en determinados meses del año.
Desde setiembre y hasta diciembre, el agujero se expande hacia la Patagonia argentina y Chile, para luego contraerse nuevamente, en un movimiento que repite cíclicamente. "Nunca ha avanzado más allá de la Patagonia y nunca ha perdurado más que unos días por año. El agujero se desarrolla en julio, agosto, toma su máxima extensión en setiembre-octubre, y se vuelve a contraer en noviembre-diciembre. El efecto es concentrado en el espacio y en el tiempo", tranquilizó.