Declaración del Superior
Nuevo aniversario de la Reforma Universitaria
Martes 18 de junio de 2002
El Consejo Superior de la UNL conmemoró el 84Á‚° aniversario de la Reforma Universitaria de 1918. Una declaración resalta los principios y valores de los jóvenes que propulsaron una de las mayores transformaciones de la universidad pública: libertad, ciencia y
El pasado sábado 15 de junio se conmemoró un nuevo aniversario de la gesta reformista, aquel movimiento de jóvenes estudiantes que promovieron un cambio rotundo de la visión y misión de la universidad pública y que tuvo en Santa Fe sus protagonistas.
Como no podía ser de otra manera, la Universidad Nacional del Litoral, nacida en 1919 como hija de ese movimiento, recordó la fecha con una especial declaración presentada por los consejeros estudiantiles y aprobada por todo el Consejo Superior.
Asimismo, el Rector Barletta recordó a Juan Filloy, uno de los últimos reformistas que falleciera años atrás, resaltando su deseo de que “más allá de las dificultades, podamos seguir cumpliendo los sueños de estos ilustres estudiantes del 18”. Precisamente, en una nota publicada en 1998 Filloy decía respecto a la universidad actual: “Estamos a 80 años de aquella Reforma... Pero usted ve que todavía hay conflictos. No se pueden resolver esos problemas en diez minutos, ni en diez años, sino que requieren la madurez del tiempo y la eficacia puesta a favor de su resolución. Pero, sin dudas la semilla que sembramos creció y dio sus frutos. Si no, no estaríamos hablando de todo aquello. Creo que los mozalbetes que fuimos estarían orgullosos de esto que somos”.
Más adelante se resalta que “en un país que cuenta con más analfabetos puros que graduados universitarios, que posee una de las tasas más altas de desempleo en el cual más del 60% de los jóvenes que concurren a la universidad pública trabajan” hace falta más Reforma Universitaria.
La declaración rescata aquella Reforma Universitaria “que exigió que los laboratorios de las casas de altos estudios fuera el laboratorio entero de la patria”, “que impulsó la salida hacia las barriadas populares para establecer consultorios médicos y jurídicos, para quienes entonces como hoy estaban al margen de los beneficios de la ciencia”, “que arrojó a los mediocres, burócratas y mercaderes afuera de las casas de altos estudios y reconoció única pero plenamente el mérito FLOAT8de los grandes maestros comprometidos con el país”, “que sin alardes seudoevaluativos, pero con instrumentos sencillos pero eficaces: libre docencia, libre asistencia, cátedras paralelas, concursos periódicos por antecedentes y oposición, desregulación de las trabas académicas y burocráticas, le cambió la cara a la universidad y elevó la calidad de la educación superior argentina”.
Además, se rescata “la creación de las grandes universidades territoriales, regionales, como esta Universidad Nacional del Litoral, que exigió plena flexibilidad para experimentar nuevos tipos de instituciones pero que también planteó el punto de vista del conjunto, la necesidad de articulación y complementación del sistema universitario nacional, luchando por instalar al menos una opción universitaria de calidad a lo largo y ancho del territorio nacional”.
Emocionada, la estudiante resaltó los valores de los jóvenes reformistas quienes promovían “la solidaridad en lugar de la competencia individualista y mercantil como modo de progreso para las instituciones y las personas” y admitió que “los estudiantes reformistas que aprendimos con Deodoro Roca, Saúl Taborda, Florentino Sanguinetti y tantos otros a luchar por los principios y por las palabras, debemos enfrentarnos a quienes impulsan una universidad con criterios mercantiles que debería regirse por los principios de la minimización de los costos y la maximización de las ganancias”.
Finalmente, insistió en la necesidad de “reclamar un presupuesto universitario digno, que represente la decisión estratégica de un país a desarrollar la educación, la ciencia y la tecnología como bases para el desarrollo independiente de la nación y el progreso social de sus habitantes” y en la misión de la universidad “volcada a la construcción de una alternativa nacional, que termine con la concentración económica, la falta de empleo y la marginación social que mata de hambre a los niños, con la falta de perspectivas de futuro que lleva a miles de jóvenes que como nosotros quieren vivir y trabajar en su país, a emigrar sin rumbo en busca de una oportunidad de progreso con el dolor del desarraigo”.
Como no podía ser de otra manera, la Universidad Nacional del Litoral, nacida en 1919 como hija de ese movimiento, recordó la fecha con una especial declaración presentada por los consejeros estudiantiles y aprobada por todo el Consejo Superior.
Asimismo, el Rector Barletta recordó a Juan Filloy, uno de los últimos reformistas que falleciera años atrás, resaltando su deseo de que “más allá de las dificultades, podamos seguir cumpliendo los sueños de estos ilustres estudiantes del 18”. Precisamente, en una nota publicada en 1998 Filloy decía respecto a la universidad actual: “Estamos a 80 años de aquella Reforma... Pero usted ve que todavía hay conflictos. No se pueden resolver esos problemas en diez minutos, ni en diez años, sino que requieren la madurez del tiempo y la eficacia puesta a favor de su resolución. Pero, sin dudas la semilla que sembramos creció y dio sus frutos. Si no, no estaríamos hablando de todo aquello. Creo que los mozalbetes que fuimos estarían orgullosos de esto que somos”.
“La consagración de la libertad”
La consejera estudiantil Rocío Giménez presentó una declaración que sostiene: “La Reforma del 18 significó fundamentalmente la consagración de la libertad. Recogió la necesidad de construir ciencia en base a la desaparición de las certezas dogmáticas, en base a la posibilidad de dudar. No se trataba de carecer de convicciones, sino por el contrario de construirlas en base al debate, la confrontación de ideas, la tolerancia constructiva. En la Universidad Reformista no hubo lugar para planteos hegemónicos ni para verdades indiscutibles. Hoy defender el cogobierno, la autonomía, el ingreso irrestricto, la permanencia, la gratuidad, no son dogmas impuestos por la historia, sino herramientas fundamentales para el acceso a la educación superior de todos los sectores sociales; derechos humanos plenos e inalienables”.Más adelante se resalta que “en un país que cuenta con más analfabetos puros que graduados universitarios, que posee una de las tasas más altas de desempleo en el cual más del 60% de los jóvenes que concurren a la universidad pública trabajan” hace falta más Reforma Universitaria.
La declaración rescata aquella Reforma Universitaria “que exigió que los laboratorios de las casas de altos estudios fuera el laboratorio entero de la patria”, “que impulsó la salida hacia las barriadas populares para establecer consultorios médicos y jurídicos, para quienes entonces como hoy estaban al margen de los beneficios de la ciencia”, “que arrojó a los mediocres, burócratas y mercaderes afuera de las casas de altos estudios y reconoció única pero plenamente el mérito FLOAT8de los grandes maestros comprometidos con el país”, “que sin alardes seudoevaluativos, pero con instrumentos sencillos pero eficaces: libre docencia, libre asistencia, cátedras paralelas, concursos periódicos por antecedentes y oposición, desregulación de las trabas académicas y burocráticas, le cambió la cara a la universidad y elevó la calidad de la educación superior argentina”.
Además, se rescata “la creación de las grandes universidades territoriales, regionales, como esta Universidad Nacional del Litoral, que exigió plena flexibilidad para experimentar nuevos tipos de instituciones pero que también planteó el punto de vista del conjunto, la necesidad de articulación y complementación del sistema universitario nacional, luchando por instalar al menos una opción universitaria de calidad a lo largo y ancho del territorio nacional”.
Emocionada, la estudiante resaltó los valores de los jóvenes reformistas quienes promovían “la solidaridad en lugar de la competencia individualista y mercantil como modo de progreso para las instituciones y las personas” y admitió que “los estudiantes reformistas que aprendimos con Deodoro Roca, Saúl Taborda, Florentino Sanguinetti y tantos otros a luchar por los principios y por las palabras, debemos enfrentarnos a quienes impulsan una universidad con criterios mercantiles que debería regirse por los principios de la minimización de los costos y la maximización de las ganancias”.
Finalmente, insistió en la necesidad de “reclamar un presupuesto universitario digno, que represente la decisión estratégica de un país a desarrollar la educación, la ciencia y la tecnología como bases para el desarrollo independiente de la nación y el progreso social de sus habitantes” y en la misión de la universidad “volcada a la construcción de una alternativa nacional, que termine con la concentración económica, la falta de empleo y la marginación social que mata de hambre a los niños, con la falta de perspectivas de futuro que lleva a miles de jóvenes que como nosotros quieren vivir y trabajar en su país, a emigrar sin rumbo en busca de una oportunidad de progreso con el dolor del desarraigo”.