Sociedad

Personas mayores y pandemia: desafíos y oportunidades desde la UNL

Jueves 1 de octubre de 2020 / Actualizado el jueves 1 de octubre de 2020

Abordar el envejecimiento poblacional es un tema pendiente en nuestra sociedad y ante la pandemia por COVID19 se agudiza la vulnerabilidad de sus derechos. La UNL trabaja en pos de garantizar la autonomía e inclusión de este grupo poblacional.

Pasan los años y nuestra población envejece. Es un proceso que no se detiene y que, en nuestro país, cobra celeridad desde el siglo pasado. Y, aunque subjetivamente envejecer puede representar o no un problema, sí lo es en términos colectivos. Al menos en Argentina. 

Según datos del último censo nacional realizado por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC), en 2010 un 10,2% de la población argentina tenía 65 años o más. La provincia de Santa Fe, tercera a nivel nacional, ya contaba con un 11.1% de su población en esa franja etaria. Sin embargo, la pregunta no se agota en cuántos mayores somos. También es cómo envejecemos. Y qué hace el Estado --nacional, provincial o municipal-- para garantizar nuestros derechos en esta etapa de la vida.

Una mirada integral sobre la problemática debería trascender la lógica del análisis centrado únicamente en factores socioeconómicos y de salud. La participación social y comunitaria, el acceso a las tecnologías, el género, el uso del tiempo libre, el desarrollo de las actividades cotidianas y la formación, son factores que las políticas públicas no pueden dejar de lado. 

Sofía Marzioni es Licenciada en Ciencia Política y docente de la Licenciatura en Trabajo Social en la UNL. Además, es parte del equipo de Investigación sobre Política Social y Condiciones de Vida de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales (FCJS) en dicha Casa de Estudios. Consultada sobre el tema, apunta que “el envejecimiento poblacional presiona a las instituciones y a los servicios vigentes con sus necesidades en materia de seguridad económica, salud, cuidado, vivienda, ocio y participación. Contamos, además, con una población mayor feminizada y en la que viene creciendo el grupo de personas que tienen 80 o más años de edad, lo cual moldea dichas necesidades en forma particular. Asimismo, a diferencia de lo que puede suceder en otros países del globo, en Argentina el envejecimiento poblacional se produce en un contexto de desprotección de gran parte de la población mayor, dadas condiciones como la aguda desigualdad social, la débil calidad de la seguridad social y el deterioro de las redes de apoyo familiares de las personas mayores, entre algunas de las más importantes”. 

El desafío de garantizar la protección y el bienestar social del grupo creciente de personas mayores se profundiza en tiempos de pandemia de Coronavirus. No sólo por tratarse de un grupo con más factores de riesgo debido a su edad, sino porque arrastra desde hace años una alta vulnerabilidad social. Para Marzioni  “inquieta especialmente la situación de aquellas personas que padecen patologías previas, viven en la pobreza, no disponen de acceso a servicios de salud de calidad, se encuentran en soledad o en espacios confinados, tales como cárceles o residencias (...). Todavía más preocupantes son los casos en que una misma persona acumula dos o más de estas desventajas -por ejemplo, alguien podría tener una enfermedad crónica, no tener ingresos suficientes ni contar con apoyo familiar-(...) El riesgo de contraer COVID-19 se suma a otras dificultades que ya enfrentan las personas mayores en nuestro país, entre las que la pobreza ocupa un lugar central. A pesar de que el sistema previsional mantiene una cobertura casi universal en términos de la población que percibe jubilaciones y pensiones, los montos de las mismas son muy bajos y apenas permiten la reproducción de los mínimos biológicos". 

Otro de los problemas más urgentes es el del cuidado, tradicionalmente considerado un asunto privado a resolver por las propias familias. “No existe aún en Argentina un sistema de cuidados progresivos, centrados en las necesidades de cada persona, ni una oferta unificada y con amplia cobertura destinada a las personas dependientes. Mientras el tema se abre paso en la agenda pública y de gobierno, el cuidado diario de las personas mayores se resuelve mayoritariamente en el ámbito familiar o a través de servicios mercantilizados que funcionan con un débil control estatal”,  explica Marzioni. 

Acciones de voluntariado

Atendiendo a estas problemáticas centrales de la población mayor en el contexto de COVID 19, el Comité de Crisis de la UNL decidió llevar adelante acciones con el objetivo de conocer más y mejor a su comunidad de mayores para brindarles la posibilidad de asistencia, información y acceso a las nuevas tecnologías para la comunicación. Y una cuestión no menor: acompañamiento. Así fue como alrededor de 40 estudiantes de todas las carreras de nuestra Universidad se sumaron a una propuesta de voluntariado, organizada por la Secretaría de Extensión Social y Cultural (SESyC), la Obra Social de la UNL (OSUNL) y la Federación Universitaria del Litoral (FUL).

A partir de un estudio coordinado por el Observatorio Social de la UNL, voluntarios y voluntarias relevaron información de salud y necesidades de asistencia de 1358 personas mayores de 60 años y/o con enfermedades crónicas, integrantes de la comunidad universitaria. Los voluntarios y voluntarias se encuentran hoy, bajo la coordinación de la FUL y con estrictos protocolos de cuidado, brindando asistencia social (compra de alimentos, medicamentos y tramitaciones presenciales) y asistencia tecnológica - comunicacional (uso de herramientas informáticas para la comunicación y trámites online) a la comunidad de mayores de la UNL. 

Autonomía e inclusión social

Un tema esencial que se aborda desde distintas áreas de la Universidad es el lugar que le damos a las personas mayores en nuestra sociedad, orientando las prácticas comunitarias hacia la promoción de sus derechos. “Si queremos una sociedad más inclusiva e igualitaria, necesitamos unir esfuerzos para combatir el viejismo, así como lo hacemos con el racismo o el sexismo. En particular, en el contexto de la pandemia, debemos evitar posturas paternalistas e infantilistas, que tienden a estigmatizar a las personas mayores como víctimas, pasivas, débiles o incapaces”, consigna en este sentido Marzioni. 

Esta mirada implica reconocer los enormes aportes de nuestras personas mayores a la construcción de la sociedad en la que vivimos. Tanto la Secretaría de Bienestar, Salud y Calidad de Vida como  la OSUNL, vienen trabajando con esa impronta desde  2014 en Programas destinados a personas mayores. Así, se realizan diferentes acciones junto a jubilados y pensionados de la Universidad, entre las que se destacan talleres presenciales que buscan brindar herramientas para la autonomía y la inclusión social.

El escenario actual de pandemia y el aislamiento obligatorio ha dado lugar a la modificación del tiempo y el lugar donde se desarrollaban las actividades y desde el Área de Inclusión y Calidad de Vida a través del Programa de Adultos Mayores, dependiente de la Secretaría de Bienestar, Salud y Calidad de Vida de la UNL, se continuó trabajando y manteniendo el contacto con el colectivo de personas de mayor riesgo; garantizando así la continuidad de la mayoría de los talleres que se ofrecían gratuitamente desde la Secretaría, bajo la modalidad virtual. El objetivo fue implementar las medidas necesarias contribuyendo a la salud mental de este colectivo, sosteniendo el valor de la ocupación y de la actividad significativa como un medio genuino para su bienestar. Los talleres de Coro, Juego y Estimulación Cognitiva, Conversaciones sobre Arte, Estimulación de la Memoria, Historia de la música, Teatro, Folclore, Caminata y Gimnasia Recreativa. Los mismos se brindan desde diferentes soportes de comunicación como, por ejemplo, a través de Whatsapp, correo electrónico o Jitsi; lo que llevó un tiempo de adaptación al uso de las mismas.

Sortear las dificultades que impone el acceso a las tecnologías de la comunicación fue un primer desafío para el Programa y una demanda concreta de la población mayor.  Para Silvia Caloso de la Asociación de Jubilados de la UNL, la principal dificultad que tuvieron en pandemia fue la anulación de la presencialidad --tanto para el desarrollo de cuestiones administrativas como en la interrupción de los talleres--, dificultad que fueron sobrellevando a partir de la adaptación de las propuestas de formación a la virtualidad.  “El acompañamiento de la Universidad es muy importante para nosotros, por muchos motivos. Al comienzo de la pandemia todos estábamos muy confundidos y preocupados, pero nunca perdimos la cercanía y la Universidad siempre nos contactó para sus actividades”, cuenta Caloso. Y agrega "en general, los participantes de los talleres lograron adaptarse a las nuevas modalidades, con paciencia y humor. Por supuesto que hubo algunas bajas, pero la gente trató de aprender e interactuar por medio de las modalidades no presenciales". 

Rodolfo Cancellieri, de la Asociación de Jubilados de APUL, consigna  al respecto que"durante la pandemia trabajamos junto a la Secretaría de Bienestar en actividades para el adulto mayor. No hemos permanecido quietos. Participamos de los talleres on line o virtuales. Para nosotros esa participación ha sido muy significativa porque es muy difícil soportar esta situación. Por un lado con la pandemia como Espada de Damocles, pero también con la situación económica y el encierro. Un montón de cosas de las que --no cabe duda-- va a haber consecuencias de carácter psicológico. Nos hace muy bien que la Universidad tome estas iniciativas. No estamos paralizados, buscamos siempre tener alguna actividad y estos talleres nos dan esa posibilidad. Hay gente que tiene una idea equivocada respecto del adulto mayor: creen que cuando uno tiene 60 años ya es descartable y no es así. El adulto mayor tiene su experiencia, que tiene que ser aprovechada. En ese sentido es fundamental el lugar y el apoyo que nos da la Universidad".

También desde la OSUNL se trabajó en el acercamiento a las nuevas tecnologías y redes sociales a través de talleres específicos, adaptados a plataformas online. El taller de la memoria (centrado en el desarrollo de habilidades cognitivas) tuvo su continuidad por WhatsApp y el Programa Estratégico de Control de Obesidad (PECO) --una propuesta conjunta de la Obra Social y la Secretaría de Bienestar, Salud y Calidad de Vida -- también utiliza este medio y las reuniones por Google Meet para el acompañamiento a los distintos grupos, a veces hasta con mayor éxito que en la modalidad presencial.

Lo mismo ocurrió con las propuestas de talleres junto a Bienestar Universitario, para a los que la modalidad on line posibilita su funcionamiento, manteniendo el contacto y generando un espacio de encuentro. Así, se desarrollan los talleres de coro, juego y estimulación cognitiva, las conversaciones sobre arte, estimulación de la memoria e historia de la música.

Sumado a esto, la UNL se encuentra trabajando en materiales de comunicación destinados a hacer llegar información a las personas mayores, a partir de las necesidades específicas que surgieron en medio de la pandemia. En general, las claves están en mantenerse activos intelectualmente, físicamente y mantener la comunicación con familiares y allegados.

Desde la Secretaría de Extensión Social y Cultural se elaboraron recomendaciones para este período de aislamiento social a través de redes sociales, spots de audio y en formato audiovisual, con el objetivo de llegar de distintas maneras a instituciones del territorio. Bienestar Universitario, por su parte, puso énfasis en consejos para mejorar la salud mental y realizar actividad física de manera adecuada, brindó un taller sobre alimentación a través de la plataforma zoom y recomendaciones para la alimentación y prevención del coronavirus específicas para las personas mayores.

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