Ciencia y Técnica UNL

Premian novedosos trabajos de jóvenes investigadores

Martes 16 de noviembre de 2004

Fue en el marco del VIII Encuentro de Jóvenes Investigadores que organizó la UNL. Se presentaron más de 140 trabajos. Damián Ramajo, Sonia Mancini, Alejandro Cappadoro, Bruno Reinheimer y Gabriel Matharan fueron los distinguidos.

Un joven de la carrera de ingeniería informática diseñó un motor virtual de un vehículo; una estudiante de bioingeniería desarrolló un biosensor para identificar colorantes prohibidos en los alimentos; y un futuro ingeniero químico propuso un mecanismo para detectar selenio en el agua. También hubo quien se preguntó en qué principios se inspiraron los edificios hospitalarios de Santa Fe y quien averiguó de qué manera surgió la "ciencia investigada" en el nacimiento mismo de la Universidad Nacional del Litoral (UNL).

Cada uno de ellos obtuvo merecidas menciones en los trabajos presentados en el VIII Encuentro de Jóvenes Investigadores (EJI) de la UNL, que se desarrolló el 27 y 28 de octubre pasado en las instalaciones del Cinemark, en el complejo del shopping Paseo del Sol.

Un motor virtual

El trabajo titulado Simulación computacional de emisiones de óxido nítrico en un motor, presentado por Damián Ramajo (con la dirección del Ing. Norberto Nigro), obtuvo la mención en el área de las ciencias agrarias, de las ingenierías y tecnologías. Ramajo es ingeniero en Informática, egresado de la Facultad de Ingeniería y Ciencias Hídricas (FICH) de la UNL, y actualmente es becario doctoral del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet).

"La idea -contó Ramajo- fue hacer un simulador de motor encendido por chispa para determinar las concentraciones de óxido nítrico", un peligroso contaminante que contribuye al calentamiento global. Ese "simulador" no es otra cosa que un motor virtual, creado a partir de códigos computacionales, capaz de mostrar en una PC el funcionamiento del cilindro, "que es donde más se produce este contaminante, porque trabaja a temperaturas muy altas".

En un futuro, al "motor virtual" se le agregarán modelos computacionales cada vez más sofisticados, a fin de "generar un banco de pruebas virtuales que permita estudiar los fenómenos que ocurren, tratando de ser más realistas", completó Ramajo.

Detección de colorantes

Un dispositivo de fácil y rápido uso para detectar colorantes fue el tema desarrollado en el que trabajo Sonia Inés Mancini, estudiante de la carrera de Bioingeniería de la Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas (FBCB). Se denominó Desarrollo de un biosensor electroquímico a base de ADN para la determinación de colorantes y estuvo dirigido por la Dra. Silvia Hernández.

"El objetivo principal de la investigación es lograr un dispositivo que sea de fácil uso y rápido para detectar ciertas sustancias, como el colorante", contó Mancini.

"Hay estudios que ponen en duda el uso de algunos colorantes. Algunos directamente están prohibidos, pero dentro de los permitidos algunos mostraron que pueden ser mutagénicos o cancerígenos, en ensayos in vivo. La idea era ver si esos colorantes tienen alguna interacción con el ADN. Con el biosensor, según la señal, se puede ver cómo los colorantes se intercalan en la cadena de ADN", explicó la joven.

Cómo detectar el selenio

En el área de las ciencias exactas y naturales, resultó ganador Alejandro Cappadoro, un estudiante de Ingeniería Química que es becario de iniciación a la investigación (internamente denominadas cientibecas). En el trabajo, denominado Especiación de ultratrazas de selenio en medio acuoso por métodos automatizados con detección fluorométrica (dirigido por el Dr. Adrián Bonivardi), Cappadoro se propuso desarrollar un sistema de detección del selenio en el agua.

"El selenio es un metal que se encuentra en el agua y en algunos alimentos", explicó el ganador. "Es un nutriente esencial para el cuerpo, a la vez que puede ser tóxico en determinadas concentraciones", dijo. Es por eso que trabajó en una técnica de detección por ultratrazas, para determinar el selenio en agua.

"Hay técnicas para determinar el selenio; lo que estoy haciendo es automatizar una reacción y reducir los límites de detección del método, para poder detectarlo en menores concentraciones", indicó.

Hospitales, un modelo importado

Bruno Reinheimer estudia arquitectura y presentó un trabajo que aborda un aspecto que ha sido poco analizado en nuestro medio: la arquitectura para la salud. Su trabajo, Edificios hospitalarios en Santa Fe (1880-1960). Adaptaciones y respuestas a los principios higienistas de la modernidad, dirigido por la Arq. Adriana Collado, resultó ganador de la mención en el área de las ciencias humanas.

"Las prácticas arquitectónicas responden a principios higienistas y médicos. Estudiamos la arquitectura hospitalaria desde sus orígenes, que es donde aparecen los principales hospitales en Santa Fe", comenzó a explicar Reinheimer, quien también es becario de iniciación en la investigación.

El trabajo propuso "un barrido diacrónico y sincrónico: por un lado, el trabajo muestra la evolución de la arquitectura hospitalaria dentro del período; por otro, se hace una comparación en el tiempo, que permite relacionar las escalas internacional, nacional y local".

Como parte de las conclusiones, Reinheimer destacó que "los hospitales de Santa Fe también responden a ciertos criterios generales y universales, lo que marca que se importaban modelos casi dogmáticamente".

Historia de la Universidad

El trabajo del Lic. en Historia Gabriel Matharan sintetizó una jugosa mirada acerca del nacimiento de la "ciencia enseñada" en el marco del surgimiento de la UNL, entre los años 1920 y 1935. Se denominó Campo de poder y campo científico en el proceso de institucionalización de la práctica científica en la Facultad de Química Industrial y Agrícola, fue dirigido por el Lic. Oscar Vallejos y ganó la mención en el área de las ciencias humanas.

"El trabajo parte de preguntarse cómo se institucionaliza la investigación científica en la Facultad de Ingeniería Química: cómo se pasa en Santa Fe de una ciencia enseñada, ya presente en la Universidad Provincial de Santa Fe, a una ciencia investigada", explicó Matharan.

"Con la sanción del primer estatuto propio en 1935 surge un indicador muy fuerte para pensar en la constitución de una universidad de un nuevo tipo: allí dice que la universidad, además de ser un lugar de formación de profesionales, es un lugar de producción de conocimientos. Es un indicador muy fuerte de que una nueva universidad ha surgido", finalizó.

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