Entrevista
Santa Fe debe dar a conocer sus riquezas turísticas
Lunes 11 de noviembre de 2002
Lo indicó Adriano Ciani, presidente de la Asociación de Expertos en Turismo Rural y Agroturismo. El tema se debatió en el II Foro de la especialidad, que se desarrolló en la UNL.
Lejos de las tradicionales vacaciones en los más populares balnearios, o de agitados tours por grandes ciudades, una nueva tendencia turística está creciendo en todo el mundo: el turismo rural o agroturismo, que promete los más serenos descansos, en contacto directo con la naturaleza y en medio de un ambiente cálido y familiar.
La propuesta cobra especial interés cuando se tiene en cuenta que, a partir de herramientas tan accesibles como un buen paisaje, una cómoda posada y la gentileza de sus moradores, esta nueva rama de la llamada industria sin chimeneas se asoma como una posibilidad cierta de desarrollo económico, tanto para las grandes cadenas como para los habitantes de zonas rurales.
“No existe el desarrollo de un país sin el desarrollo de sus áreas rurales”, manifestó el presidente de la Asociación Internacional de Expertos en Turismo Rural y Agroturismo, profesor Adriano Ciani, quien participa del II Foro Mundial de Turismo Rural y Agroturismo, que desde el pasado jueves se desarrolla en la sede de la Universidad Nacional del Litoral.
Directamente desde Italia, donde reside, Ciani viajó a Santa Fe y no dudó en resaltar las cualidades geográficas de la región a la hora de hablar de su potencialidad turística: “Mientras veía el río Paraná desde el avión, me di cuenta de que es un espectáculo que está solamente acá. Estas islas, la pesca, las barrancas, no se encuentran en ningún lugar del mundo. Hay que dar a conocer la riqueza que propone esta zona, tanto ambiental como histórica y humana”, indicó.
- El turismo rural y agroturismo, Á‚¿representan una alternativa de desarrollo para los países más empobrecidos?
- Algunos países ostentan un desarrollo bastante avanzado, una estabilidad social considerable, un nivel económico suficiente. Argentina y otros países de Latinoamérica, pese a que tienen muchos recursos naturales y humanos, no alcanzan esa estabilidad económica, y la división entre ricos y pobres es mucho mayor. Hay que alimentar un nuevo pensamiento: no existe el desarrollo de un país sin el desarrollo de sus áreas rurales. Y para eso hay que integrar a la actividad agrícola nuevas actividades económicas, como el turismo. Esta no es la solución a todos los problemas del área rural, pero sí una posibilidad que se abre para el trabajador agrícola. La gente no quiere ya hacer un turismo masivo sino electivo, seleccionado, y esta tendencia tiene que aprovecharse.
- Argentina tiene recursos naturales de primer nivel para ofrecer, pero no una infraestructura acorde. Á‚¿Cómo se salva esta falencia?
- La gente que elige el turismo rural no pide la infraestructura del gran hotel. Pide que la zona sea lo más tranquila y natural posible: no le importa caminar con el barro hasta las rodillas; en realidad está buscando ese contacto con la naturaleza. Quizás sólo necesite un hospedaje cómodo y una cama limpia; tal vez hasta no es necesario que los caminos lleguen hasta el hospedaje: el turista puede preferir caminar, o llegar a caballo. No son necesarios los servicios de un gran hotel; si no, no hablaríamos de un turismo alternativo.
- En el país existen grandes estancias donde alojar al visitante, pero no están explotados otros lugares.
- Es algo que caracteriza a la Argentina. Pero las áreas rurales no pertenecen únicamente a los grandes propietarios de estancias; también existen granjas y quintas, cuyos propietarios pueden mejorar sus ingresos a partir de incorporar esta nueva actividad económica. Esta es una oportunidad que puede aprovecharse en amplios sectores del país. En La Pampa, por ejemplo, se puede crear una red muy interesante. El río Paraná propone las más diversas actividades: nadar, salir de pesca, navegar, conocer su flora y su fauna, hacer fotografía. El problema está en hacer conocer las riquezas que muchas veces están tan cerca. El Paraná es conocido en el mundo como un gran río, pero pocos conocen sus potencialidades y su riqueza medioambiental.
- Á‚¿De qué depende el desarrollo del agroturismo y el turismo rural?
- De empresarios decididos a realizar la inversión y de gobiernos locales que realicen las campañas de promoción correspondientes y creen la infraestructura necesaria, al menos buenos aeropuertos y rápidos servicios de colectivos que acerquen a la gente a los lugares turísticos. Y también depende de un sistema de créditos accesible, que permita restaurar las viviendas y convertirlas en cómodos hospedajes.
- Á‚¿Es diferente el turista que elige el campo al que elige los lugares de veraneo más populares?
- Básicamente, sí. El fenómeno del turismo masivo se está transformando en una actividad de nichos: la tendencia es evitar los grandes tours, que proponen visitar museos, ciudades y exposiciones al mismo tiempo; la gente prefiere concentrar las actividades y disfrutarlas. Las áreas rurales tienen un sabor y un saber especiales, y eso es lo que deben transmitir; deben saber convertir sus aparentes debilidades en fortalezas. En una gran ciudad no se ven las estrellas, y nuestra sensibilidad desaparece: en el campo se puede mirar la luna por la noche, se pueden disfrutar paisajes llenos de verde. Hoy miraba el río Paraná desde el avión, y me di cuenta de que es un espectáculo. Y que está solamente acá.
Así resumió la actividad encarada por el país trasandino en materia turística Luis Martínez Figueroa, encargado nacional de Turismo Rural y expositor del II Foro Mundial que se realiza en la UNL. “Se trata de un trabajo a largo plazo, y primero hay que concientizar al trabajador agrícola y convencerlo de que lo que tienen es bueno –explicó Martínez Figueroa-. El principal problema de las personas que habitan en zonas rurales es que no creen en las cosas que tienen, y es por una razón lógica: no entienden por qué a una persona le puede agradar la incomodidad en la que ellos han vivido tantos años. Pero hay personas que pueden estar buscando esa incomodidad, salir de la actividad rutinaria de nuestra vida en las grandes ciudades y encontrar algo diferente. Eso diferente puede estar en los recursos humanos: hay que trabajar con el habitante rural para concientizarlo de lo que puede ofrecer al visitante, más allá de la riqueza de la tierra”.
La propuesta cobra especial interés cuando se tiene en cuenta que, a partir de herramientas tan accesibles como un buen paisaje, una cómoda posada y la gentileza de sus moradores, esta nueva rama de la llamada industria sin chimeneas se asoma como una posibilidad cierta de desarrollo económico, tanto para las grandes cadenas como para los habitantes de zonas rurales.
“No existe el desarrollo de un país sin el desarrollo de sus áreas rurales”, manifestó el presidente de la Asociación Internacional de Expertos en Turismo Rural y Agroturismo, profesor Adriano Ciani, quien participa del II Foro Mundial de Turismo Rural y Agroturismo, que desde el pasado jueves se desarrolla en la sede de la Universidad Nacional del Litoral.
Directamente desde Italia, donde reside, Ciani viajó a Santa Fe y no dudó en resaltar las cualidades geográficas de la región a la hora de hablar de su potencialidad turística: “Mientras veía el río Paraná desde el avión, me di cuenta de que es un espectáculo que está solamente acá. Estas islas, la pesca, las barrancas, no se encuentran en ningún lugar del mundo. Hay que dar a conocer la riqueza que propone esta zona, tanto ambiental como histórica y humana”, indicó.
Cifras que prometen
En Italia, al igual que en otros países de Europa, el turismo rural (hoteles o residencias ubicados en zona rural) y el agroturismo (a cargo de personas que al mismo tiempo desempeñan tareas agrícolas) está teniendo una muy positiva respuesta, y se espera que los números crezcan en el futuro: “Tenemos alrededor de 12.000 empresas agrícolas que son también turísticas, con una capacidad de hospedaje de 120.000 personas. Y teniendo en cuenta que las proyecciones dicen que en los próximos 20 años se duplicará la cantidad de turistas en el mundo, debemos ocuparnos de incrementar las ofertas”, manifestó Ciani.- El turismo rural y agroturismo, Á‚¿representan una alternativa de desarrollo para los países más empobrecidos?
- Algunos países ostentan un desarrollo bastante avanzado, una estabilidad social considerable, un nivel económico suficiente. Argentina y otros países de Latinoamérica, pese a que tienen muchos recursos naturales y humanos, no alcanzan esa estabilidad económica, y la división entre ricos y pobres es mucho mayor. Hay que alimentar un nuevo pensamiento: no existe el desarrollo de un país sin el desarrollo de sus áreas rurales. Y para eso hay que integrar a la actividad agrícola nuevas actividades económicas, como el turismo. Esta no es la solución a todos los problemas del área rural, pero sí una posibilidad que se abre para el trabajador agrícola. La gente no quiere ya hacer un turismo masivo sino electivo, seleccionado, y esta tendencia tiene que aprovecharse.
- Argentina tiene recursos naturales de primer nivel para ofrecer, pero no una infraestructura acorde. Á‚¿Cómo se salva esta falencia?
- La gente que elige el turismo rural no pide la infraestructura del gran hotel. Pide que la zona sea lo más tranquila y natural posible: no le importa caminar con el barro hasta las rodillas; en realidad está buscando ese contacto con la naturaleza. Quizás sólo necesite un hospedaje cómodo y una cama limpia; tal vez hasta no es necesario que los caminos lleguen hasta el hospedaje: el turista puede preferir caminar, o llegar a caballo. No son necesarios los servicios de un gran hotel; si no, no hablaríamos de un turismo alternativo.
- En el país existen grandes estancias donde alojar al visitante, pero no están explotados otros lugares.
- Es algo que caracteriza a la Argentina. Pero las áreas rurales no pertenecen únicamente a los grandes propietarios de estancias; también existen granjas y quintas, cuyos propietarios pueden mejorar sus ingresos a partir de incorporar esta nueva actividad económica. Esta es una oportunidad que puede aprovecharse en amplios sectores del país. En La Pampa, por ejemplo, se puede crear una red muy interesante. El río Paraná propone las más diversas actividades: nadar, salir de pesca, navegar, conocer su flora y su fauna, hacer fotografía. El problema está en hacer conocer las riquezas que muchas veces están tan cerca. El Paraná es conocido en el mundo como un gran río, pero pocos conocen sus potencialidades y su riqueza medioambiental.
- Á‚¿De qué depende el desarrollo del agroturismo y el turismo rural?
- De empresarios decididos a realizar la inversión y de gobiernos locales que realicen las campañas de promoción correspondientes y creen la infraestructura necesaria, al menos buenos aeropuertos y rápidos servicios de colectivos que acerquen a la gente a los lugares turísticos. Y también depende de un sistema de créditos accesible, que permita restaurar las viviendas y convertirlas en cómodos hospedajes.
- Á‚¿Es diferente el turista que elige el campo al que elige los lugares de veraneo más populares?
- Básicamente, sí. El fenómeno del turismo masivo se está transformando en una actividad de nichos: la tendencia es evitar los grandes tours, que proponen visitar museos, ciudades y exposiciones al mismo tiempo; la gente prefiere concentrar las actividades y disfrutarlas. Las áreas rurales tienen un sabor y un saber especiales, y eso es lo que deben transmitir; deben saber convertir sus aparentes debilidades en fortalezas. En una gran ciudad no se ven las estrellas, y nuestra sensibilidad desaparece: en el campo se puede mirar la luna por la noche, se pueden disfrutar paisajes llenos de verde. Hoy miraba el río Paraná desde el avión, y me di cuenta de que es un espectáculo. Y que está solamente acá.
La situación de Chile
“En Chile trabajamos desde 1995 con pequeños productores y pequeñas propiedades a partir de una necesidad: los campos se fueron empobreciendo, la gente necesitaba generar nuevos ingresos y comenzó a sacarle partido a lo que tiene: su casa, sus costumbres, su hospitalidad. El Estado debe organizar y sistematizar esa oferta, de manera de ofrecer un paquete de actividades”.Así resumió la actividad encarada por el país trasandino en materia turística Luis Martínez Figueroa, encargado nacional de Turismo Rural y expositor del II Foro Mundial que se realiza en la UNL. “Se trata de un trabajo a largo plazo, y primero hay que concientizar al trabajador agrícola y convencerlo de que lo que tienen es bueno –explicó Martínez Figueroa-. El principal problema de las personas que habitan en zonas rurales es que no creen en las cosas que tienen, y es por una razón lógica: no entienden por qué a una persona le puede agradar la incomodidad en la que ellos han vivido tantos años. Pero hay personas que pueden estar buscando esa incomodidad, salir de la actividad rutinaria de nuestra vida en las grandes ciudades y encontrar algo diferente. Eso diferente puede estar en los recursos humanos: hay que trabajar con el habitante rural para concientizarlo de lo que puede ofrecer al visitante, más allá de la riqueza de la tierra”.