Nuevas amenazas

Superbacterias: cuando los antibióticos no funcionan

Martes 23 de noviembre de 2010 / Actualizado el martes 23 de noviembre de 2010

Son resistentes a los antimicrobianos conocidos y pueden poner en jaque al sistema de salud. Un brote en Brasil encendió la alarma en la región. Expertos de la UNL y el INE explican la situación argentina ante infecciones que no son fáciles de tratar pero sí s

Este año Brasil se enfrentó a una superbacteria que dejó un saldo de 18 muertos en San Pablo para fines de octubre. El brote expuso al sistema de salud a uno de los escenarios más temidos: la proliferación de una bacteria resistente a una variedad de antimicrobianos. Con pocas opciones para el tratamiento, la alarma encendida del otro lado de la frontera obliga al debate a los expertos argentinos. ¿Cómo se le gana a las superbacterias? Según afirman, la clave no está solamente en el desarrollo de nuevos antibióticos sino en recuperar el valor de la higiene, entre otras medidas.
Lejos de ser organismos nuevos y desconocidos, las superbacterias pueden ser gérmenes que habitan normalmente en la tierra, el suelo o el agua; incluso como hospedador habitual del ser humano. Pero son "súper" porque han adquirido mecanismos nuevos -emergentes- de resistencia a antibióticos. Incluso en Argentina ya se han reportado casos del mismo tipo que en Brasil, sólo que no tuvo la trascendencia del brote reportado en el país vecino.
"Esto no significa la emergencia de un microbio monstruoso porque hace más de ocho años que se describieron en Argentina los primeros casos de la bacteria Klebsiella pneumoniae productora de carbapenemasa -o KPC- que fue la responsable de los casos brasileros", recalcó José Di Conza, bioquímico investigador de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) y el CONICET.
Se trata de una bacteria que provoca entre el 20 y el 30 por ciento de las neumonías contraídas dentro de los efectores de salud y que naturalmente ya resiste la acción de otras familias de antibióticos. Al sumar este nuevo mecanismo, las enzimas KPC dejan al sistema de salud con pocas o nulas opciones de tratamiento ante una infección.
En Argentina, la cantidad de asilamiento con KPC en laboratorio creció un 800 por ciento al contrastar las cifras del primer cuatrimestre de 2010 con las correspondientes al mismo período del año anterior, según datos del Instituto Nacional de Enfermedades Infecciosas (INEI) “Dr. Carlos Malbrán”.

A prueba de todo
El mecanismo de resistencia de KPC se encuentra también en otras bacterias y, desde su aparición hace más de ocho años, se diseminó por el mundo. Las bacterias logran eludir la acción de los antibióticos más usados en la clínica (los beta-lactámicos) degradando e inactivando a estos antimicrobianos. Así, por ejemplo, dejan sin efecto a las penicilinas y otras drogas de la misma familia. "Tienen la capacidad de destruir los antibióticos de última generación, los más potentes que se conocen", destacó Di Conza.
Existen otros mecanismos de resistencia que están emergiendo, por ejemplo, en India y que aún no fueron reportados casos en Argentina. En ese caso el responsable se identifica como NDM1 (iniciales de Nueva Delhi metalo-beta-lactamasa) y, al igual que las KPC, es capaz de destruir a los antibióticos beta-lactámicos. "El antibiótico ingresa a la bacteria pero las enzimas lo degradan rápidamente, antes de que ejerza su acción", detalló.
Es probable que este tipo de mecanismos de resistencia surjan en los ambientes en los que las bacterias son más agredidas, como por ejemplo en los centros de salud. “En general, estos microorganismos resistentes están confinados al ámbito hospitalario y es muy raro que se encuentren en ambientes comunes”, contó.
Es una carrera evolutiva: por cada nuevo antibiótico, las bacterias desarrollan formas para resistir a su acción. "Las bacterias evolucionan como cualquier ser vivo y ante distintas presiones selectivas, en este caso antibióticos, sobreviven aquellas que se adaptan", sintetizó Guillermo Lossa, director del Instituto Nacional de Epidemiología (INE).
De acuerdo con Lossa, seis meses en el mercado bastan para que surja un 20 por ciento de resistencia a un nuevo antibiótico.

Vencer a las superbacterias
"La solución no es un nuevo antibiótico ya que el problema de la multi resistencia es en gran medida un problema cultural", reflexionó Di Conza.
No abusar de los antibióticos es la más efectiva acción de prevención que puede tomar el ciudadano común, coinciden los expertos. “Naturalmente, el uso racional de estas drogas conlleva un grado de selección de bacterias resistentes. El uso irracional de las mismas, muchas veces observado también en el ámbito médico, no ayuda a mejorar esta problemática”, explicó Di Conza.
Desde los centros de salud, por otra parte, el acento se pone en la alarma y la vigilancia. Medidas simples como enfatizar el correcto lavado de manos de todo el personal de la salud, la decisión de aislar a un paciente o restringir las visitas pueden ser muy efectivas en el control de brotes producidos por las superbacterias.
“Las infecciones intrahospitalarias existen en todos los centros de salud del mundo, no pueden evitarse pero con medidas simples y manteniendo la vigilancia se puede reducir de manera drástica”, sostuvo Lossa.
La emergencia de nuevos mecanismos de resistencia agudiza las medidas de control, “lo importante es que no relaje esa estructura una vez que la situación es controlada”, reflexionó el especialista de la UNL.

De la higiene al antibiótico
La infectología evolucionó en etapas, según detalló Guillermo Lossa. El descubrimiento de los microorganismos permitió conocer a los causantes de enfermedades “antes de Louis Pasteur se hablaba de humores y sustancias tóxicas que provocan enfermedad”, contextualizó Lossa haciendo referencia a las últimas décadas del siglo XIX.
Más allá de conocer las causas, los únicos tratamientos disponibles eran curas climáticas, buena alimentación, sol y limpieza. “Los hábitos higiénicos eran fundamentales porque una herida mal curada podía matar”, ilustró el director del INE.
La historia comenzó a cambiar en la década de 1930 cuando se conocieron las primeras sulfamidas antimicrobianas. “Fue la segunda guerra mundial y el descubrimiento de la penicilina de Alexander Fleming lo que provocó que se empiecen a usar masivamente los antibióticos”, continuó.
A partir de los años ´50 hubo un desarrollo masivo de la industria farmacéutica y “en lugar de usar 100 mil unidades de penicilina, pasamos a 10 millones”, recalcó. Este uso cada vez mayor llevó, en gran medida, al descuido de los profesionales en relación con las prácticas de higiene. “Así llegamos al 2000, con un notable incremento de la resistencia de los microorganismos y la incertidumbre. Lo que creíamos que iba a solucionar el problema -matar los microorganismos- nos generó más problemas y la alternativa que queda es la prevención”, reflexionó el experto.

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