EXTENSIÓN SOCIAL

Pandemia en clave de perspectiva de género

Miércoles 20 de mayo de 2020 / Actualizado el jueves 21 de mayo de 2020

En el marco de la emergencia sanitaria, la UNL continúa su labor de prevención y erradicación de la violencia de género. Trabajando junto con diferentes actores sociales, impulsa además el empoderamiento de las mujeres y las identidades disidentes.

Ante las medidas de aislamiento social obligatorio que atraviesa nuestro país, el Programa Género, Sociedad y Universidad de la Secretaría de Extensión Social y Cultural de la UNL continúa y profundiza su labor. Adaptando sus tareas y modificando sus modos de trabajo para respetar las disposiciones de restricción, sostiene el acompañamiento y abordaje de diferentes problemáticas desde la perspectiva de género.

“La pandemia y el aislamiento social han recrudecido muchas de las formas de violencia de género, especialmente las violencias domésticas y las violencias a través de medios virtuales. Lo mismo, ha pasado con la distribución desigual de los cuidados, son las mujeres quienes sienten principalmente el impacto de la pandemia, porque son quienes sostienen en su mayoría la economía del cuidado, y las mujeres precarizas, la economía formal”  explica Paula Spina, referente del Programa de Género. Y agrega “en ese sentido es fundamental, por un lado, pensar y contribuir a la generación de políticas públicas para romper con esas violencias y, por el otro, plantear acciones positivas para que el contexto de la pandemia no contribuya a una amplificación del fenómeno de feminización de la pobreza”. 

 

Plan de acción con perspectiva de género

Con el objetivo de prevenir y erradicar las violencias hacia las mujeres y el colectivo LGTBIQ, se realizan diferentes actividades. En ese registro, bajo el título de "Guía de fortalecimiento para la detección, atención y acompañamiento de situaciones de violencias de género en el marco del Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio", se elaboró una guía práctica destinada a organizaciones sociales y socios territoriales de la universidad. Para acceder a la misma, ingresar aquí.

Asimismo, se abrió un Aula virtual del Programa de Género y el Observatorio de Violencias de Género en la plataforma de UNLVirtual.  A partir de diferentes materiales, se propone capacitar a funcionarios públicos, profesionales, activistas y miembros de colectivos y organizaciones sociales y barriales. El espacio, además, servirá para trabajar en conjunto con gobiernos locales y monitorear de modo cualitativo el acceso a la justicia en el contexto de emergencia sanitaria.

Por otro lado, con la intención de atender las posibles demandas de su comunidad, la universidad sostiene el funcionamiento de su Protocolo contra la violencia de género, realizando modificaciones propias a la coyuntura actual. De esta manera, brinda a docentes, personal de gestión y estudiantes, contención y asesoramiento frente a las situaciones que atraviesan.

En ese sentido, además, se realiza el acompañamiento a estudiantes trans de la universidad ya que se considera “importante poder trabajar para el sostenimiento de sus trayectorias educativas”, comenta Spina. 

Para mantener los vínculos con la sociedad y trabajar en el empoderamiento de las mujeres y disidencias, se llevan adelante charlas online y gratuitas a cargo de docentes de esta casa de estudios y especialistas; las mismas, abordan diferentes temáticas ancladas en el marco de la cuarentena desde la perspectiva de género. Asimismo se desarrollan diversas piezas comunicacionales para acercar información de interés, clara y confiable.

 

El rol de la universidad

En relación al trabajo mencionado, Spina subrayó que “hoy más que nunca creemos que desde la universidad tenemos que asumir el compromiso de trabajar para que esta pandemia no tenga un efecto desigual y discriminatorio en las mujeres y en las identidades disidentes”. 

Y agrega “es un desafío pensar en cómo abordar las violencias de género en este contexto, considerando principalmente que un abordaje feminista y libertario de las mujeres implica, por sobre todas las cosas, un trabajo colectivo, comunitario y territorial. El reto es poder generar instancias de participación y acompañamiento; preguntarnos por aquellos servicios esenciales para la prevención y el abordaje de las violencias y contribuir a la sensibilización y su efectiva implementación”.

 

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